Isabella dejo su vestido arruinado en un monton sobre el marmol pulido y lentamente bajo los escalones, permitiendo que el agua lamiera su cuerpo. La piel le picaba en ciertos lugares, pero el agua era deliciosamente consoladora. Cediendo al terrible temblor, Isabella se hundio en el bano. Al momento Sarina comenzo a soltar las intrincadas trenzas de su pelo.
La puerta se abrio de repente, y
Intimidada por el genio apenas contenido del
Nicolai dejo de pasearse y poso toda la fuerza de sus ojos ambar sobre Isabella.
– Dejanos, Sarina -Era una orden, y su tono no admitia discusion.
El ama de llaves apreto el hombro de Isabella en silenciosa camaraderia y permitio que el pelo de la joven a su cargo cayera suelto, esperando, sin duda, que las largas trenzas actuaran como alguna suerte de cubierta. Se retiro sin una palabra. Nicolai la siguio, cerrando con llave la pesada puerta, sellando a Isabella en la habitacion a solas con el.
Isabella conto los latidos de su propio corazon, despues, incapaz de soportar el suspense, se deslizo bajo la superficie para limpiar la mugre de su cara y enjuagar el olor a humo de su pelo. Queria escapar, simplemente desaparecer. Cuando subio en busca de aire, Nicolai estaba de pie en lo alto de los escalones, con aspecto salvaje, indomito, y muy poderoso. Le quitaba el aliento.
Se paseo por los azulejos, su cara ensombrecida, oscurecida por sus peligrosos pensamiento y confusion interna. Fue tan silencioso como cualquier leon cuando se acerco al borde del agua, hacia su vestido arruinado. La miro una vez, despues se agacho junto al vestido y lo levanto con dos dedos, clavando los ojos en las manchas negras y los grandes agujeros. Nicolai se enderezo, un rapido y fluido movimiento, naturalmente gracil. Animal. Tragando visiblemente, dejo caer el vestido ennegrecido sobre los azulejos y poso su brillante mirada ambar en la cara de ella.
– Ven aqui conmigo.
Ella parpadeo. Esa era la ultima cosa que esperaba que el dijera. Un estremecimiento bajo por su espina dorsal a pesar del calor del agua. Su corazon se acelero, y a pesar de todo lo que habia ocurrido desde se llegada al
– No llevo ropa encima, Nicolai -Tenia intencion de sonar desafiante. O apacible. O cualquier cosa menos lo que parecio, cansada, con una ronquera que convertia a su voz en suave y seductora tentacion.
Un musculo salto en la mandibula de el. Sus ojos se hicieron mas ardientes, mas vivos.
– No fue una peticion, Isabella. Quiero ver cada centimetro de ti.
Estudio su cara. Estaba infinitamente cansada de tener miedo. De lidiar con situaciones poco familiares.
– ?Y si no obedezco? -pregunto suavemente, sin preocuparse de lo que el pudiera pensar, sin preocuparse de que fuera uno de los
– Isabella -el respiro su nombre. Eso fue todo. Solo su nombre. Salio como una dolencia. Terrible. Hambrienta. Afilada de deseo, con miedo por ella.
Su corazon se contrajo, y su cuerpo se tenso. Todo lo femenino en ella se extendio en busca de el.
– No me hagas esto, Nicolai -susurro, una suplica de cordura, de piedad.- Solo quiero irme a casa -No tenia casa. No tenia tierras. Su vida como la habia conocido habia desaparecido. No tenia nada excepto un amor que todo lo consumia y que tarde o temprano la destruiria.
Su mirada quemo sobre ella. Ardiente. Posesiva. Los ojos despiadados de un depredador. La linea dura de su boca se suavizo, y su expresion cambio a una de preocupacion, de consuelo.
–
El roce de su mirada fue casi tan potente como el toque de los dedos de ella. Si era posible, su cuerpo se endurecio aun mas.
– ?Tienes miedo de venir conmigo? -pregunto suavemente, gentilmente, con un dejo de vulnerabilidad en su tono. ?Que importaba la decencia cuando habia semejante pena profunda en los ojos de ella? ?Cuando ella se encorvaba de cansancio? Cuando parecia tan sexy que su cuerpo estaba ardiendo en llamas.
Fue esa ligera interrupcion, ese simple indicio de una nota indefensa en su voz, eso lo cambio todo para Isabella. El parecia alto y enormemente fuerte,con poderes casi ilimitados, pero temia que ella pudiera no desearle con su terrible legado. ?Que mujer cuerda lo haria? La estaba seduciendo con su voz. Con sus ardientes ojos. Con la oscura intensidad de sus emociones, con su soledad y su increible valor al encarar sus pesadas responsabilidades. ?Quien le amaria sino ella? ?Quien aliviaria el dolor en las profundidades de sus ojos si no ella? La mirada de Isabella vago deliberadamente sobre su cuerpo, posandose por un momento en la gruesa evidencia de su excitacion bajo los calzones. ?Quien aliviaria el sufrimiento de su cuerpo cuando ninguna otra mujer podria encontrar el valor de mirarle y ver mas alla de los estragos de una antigua maldicion?
Isabella alzo la barbilla, con los ojos fijos en los de el. Podia pasar toda una vida mirandole a los ojos. Se permitio a si misma ser hipnotizada, cautivada.
– En absoluto,
Se enderezo, despues inclino la cabeza a un lado para capturar su largo pelo entre las manos. Le llevo unos momentos escurrir la humedad de la gruesa masa. Mantuvo la mirada fija en el, necesitando su fuerza, necesitando su reaccion. Isabella avanzo lentamente hacia los escalones, el agua la acaricio a cada centimetro del camino. Se deslizaba sobre su piel, sedosa y humeda, tocando sus pechos y su estomago hasta que le dolio de deseo. Deliberadamente, provocativamente, arrastro los pies y emergio lentamente, avanzando hacia el a traves del vapor y los remolinos de agua.
Nicolai supo que habia cometido un terrible error en el momento en que ella dio el primer paso hacia el. Su vision hizo que se le debilitara las rodillas y el corazon le martilleara. Su ereccion era gruesa, pulsante de dolor. Se sentia pesado por el deseo, pero no importaba. Nada importaria hasta que examinara cada centimetro de su piel para asegurarse de que ningun dano le habia sobrevenido.
Su corazon se habia detenido cuando le informaron del accidente. Su garganta se habia cerrado, y por un terrible momento no pudo respirar. No pudo pensar. La bestia se habia alzado inesperadamente haciendo que deseara matar. Mutilar, desgarrar y destruirlo todo. A todo el mundo. La pura intensidad de sus emociones le habia aterrorizado.
La empujo hacia el, aplastandola contra su cuerpo, enterrando la cara en la humeda masa de su pelo. Ella le empapo la ropas, pero no le importo. La sostuvo firmemente, intentando calmar su salvaje corazon, intentando volver a respirar. Cuando el temblor ceso y se sintio mas firme, Nicolai la mantuvo a una distancia prudencial y comenzo una lenta inspeccion de su cuerpo. Muy gentilmente le dio la vuelta y empujo la larga cuerda de su pelo sobre su hombro para exponer su espalda. Las marcas de garras estaban empezando a sanar. Sus manos se movieron sobre ella reverentemente, necesitando sentir su suave piel. La sostuvo por los hombros mientras se inclinaba para saborearla. Su lengua encontro las furiosas y crudas marcas de valor y lamieron las gotas de agua.
Isabella se mordio el labio inferior y cerro los ojos contra las sensaciones que su boca estaba creando mientras perezosamente el seguia el contorno de su espalda hacia sus nalgas. Unas manos le acunaron el trasero, amasaron su carne, despues se curvaron sobre sus caderas para deslizarse hacia arriba por su estrecho torso. Empujo su espalda contra el. Ella podia sentir su dura ereccion presionaron con fuerza contra su piel desnuda, solo sus calzones los separaban.
– Isabella -respiro su nombre suavemente en el hueco de su hombro. Sus dientes le mordisquearon el cuello gentilmente mientras con las manos tomaba el peso de sus pechos, y los pulgares le acariciaban los pezones-. Voy a hacerte mia. No puedo detenerme esta vez-. Le beso el aranazo de la sien. Su lengua se arremolino sobre las heridas punzantes de los hombros, dejando atras un dulce dolor-. Tengo que tenerte.
– Ya soy tuya -susurro ella, sabiendo que era cierto. Su lugar estaba con Nicolai DeMarco.