Relevo a Francesca, que parecia muy cansada, habiendo pasado la noche intentando entretener a Lucca. Habia estado intranquilo, tosiendo, algunas veces delirando por la fiebre, otras burlandose de ella y contandole historias. Isabella observo a Francesca plegar las colchas alrededor de su hermano antes de salir inadvertida para obtener un descaso muy necesitado. Isabella se sento con su costura. Su te y desayuno le fueron servidos en la habitacion de su hermano, y la manana paso tranquilamente hasta que Lucca desperto.

El le sonrio, sus ojos oscuros vivos con amor.

– Lo hiciste, Isabella. Salvaste mi vida. Un milagro. ?Pero te he atado a un monstruo? ?Como es el, este don que ha reclamado a mi hermana?

Ella se ruborizo, sintiendo el color subir por su cuello.

– Le conociste. Es maravilloso -Cuando el continuo mirandola fijamente, suspiro. Nunca habia sido capaz de mentirle-. Las historias son ciertas, Lucca. La legenda, los leones, el hombre. Todo es cierto. Pero le amo y deseo estar con el. El intenta protegerme, pero en realidad, no hemos descubierto como derrotar a la maldicion -Se lo barboto todo, hasta el ultimo detalle, aparte del hecho de que ya habia yacido con el don.

El se froto las sienes, sus ojos oscuros reflejaban su confusion interna. Lucca nunca habia malgastado tiempo en arrepentimientos, o circunstancias que no podia cambiar.

– ?Si pudiera arreglar tu escapada, te marcharias?

Ella sacudio la cabeza.

– Nunca.

– Temia que dijeras eso -La admiracion se arrastro hasta su mirada-. Entonces supongo que no tengo mas eleccion que ponerme bien y guardarte la espalda. ?Que hay de Francesca? No puedo imaginarla moviendose furtivamente intentando asesinarte. Me ha mostrado solo bondad.

Isabella le miro penetrantemente. Habia una nota en su voz que no habia oido nunca antes.

– Es una mujer notable, diferente, con extraordinarios dones. Se agradable con ella, Lucca. Veo ese brillo burlon en tus ojos cuando ella esta alrededor.

El sonrio, impenitente.

– Pica tan bellamente cada cebo, ?como puedo resistirme? -Su sonrisa se desvanecio-. Ve con cuidado, Isabella, hasta que este mas fuerte y pueda ayudarte. Si pensamos en esto juntos, deberiamos ser capaces de encontrarle una salida.

– No le abandonare -declaro ella incondicionalmente.

Francesca entro con el mas breve de los toques.

– ?Como estas esta manana, Lucca? Desperte y pense en sentarme contigo si quieres compania. ?Isabella, tienes cosas que quieras hacer?

Isabella vio la rapida sonrisa de bienvenida en la cara de su hermano para la hermana del don. Se puso en pie con un pequeno suspiro. Lucca no tenia tierras, nada que ofrecer si decidiera que queria a Francesca, y ella cargaba el legado DeMarco en la sangre.

– Grazie, Francesca -Beso la coronilla de su hermano-. Creo que se siente mejor, asi que vigila sus burlas. -Echandole el pelo hacia atras, sonrio a Luca-. Comportate.

Lucca le lanzo una sonrisa afectada, caldeando su corazon. Estaba volviendo mas a su viejo ser a cada hora que pasaba.

Isabella se abrio paso a traves del castello, consciente de las dos sombras, los guardias que Nicolai habia ordenado que la vigilaran. Ignoro su presencia, dirigiendose hacia la biblioteca, su unico santuario. Estaba dando vueltas a la cuestion de Francesca y Lucca en la cabeza. Inmersa en la idea, le llevo un tiempo darse cuenta de que los sirvientes que pasaban junto a ella susurraban en grupos. Sus voces eran bajas y agitadas.

Se detuvo en medio del gran salon, temiendo de repente que la batalla con Don Rivellio pudiera haber empezado. Seguramente Nicolai se lo habria dicho, aunque la habia dejado en la cama en las primeras horas.

Preocupada, se volvio hacia el grupo de sirvientes mas cercano, decidida a averiguar que los habia puesto nerviosos.

Los susurros se detuvieron en el momento en que Isabella se aproximo, los sirvientes de repente estaban extraordinariamente ocupados. Incluso Alberita fregaba cumplidoramente una mota imaginaria en la centelleante mesa del comedor formal. Siguio lanzando miradas subrepticias hacia Isabella y apartando despues precipitadamente los ojos.

Molesta, Isabella fue en busca de Betto. Este estaba hablando suavemente con otros dos hombres cerca de una de las entradas del pasaje de servicio. Dejaron de hablar y miraron al suelo en el momento en que la divisaron.

– Betto -dijo ella-. Debo hablar contigo.

No parecio contento pero abandono obedientemente a sus companeros, que escaparon precipitadamente.

– ?Que pasa, signorina?

– Esa es exactamente la cuestion. ?Que pasa? El palazzo es un hervidero de rumores. He estado cuidado del mio fratello y no los he oido, pero obviamente me conciernen.

El hombre se aclaro la garganta.

– Es imposible que yo sepa sobre que estan chismoreando los sirvientes ahora.

Su mirada le atraveso.

– Sera mejor oirlo de ti, Betto. Si es algo preocupante, prefiero oir las noticias de un amigo de confianza.

Los hombros de el se hundieron.

– Mejor que lo oiga de Don DeMarco. Dijo que si usted preguntaba, la llevara a el.

Miro fijamente al sirviente durante un largo rato, tantos pensamientos corriendo por su mente que temia moverse o hablar. Seguramente Nicolai no habia enviado a por otra novia. Los hombres de Rivellio estaban en el valle. Nicolai nunca la traicionaria en un juego de poder. Sabia que estaba ocupado con sus capitanes, preparando la batalla. ?Por que la llamaria solo para repetir rumores?

Siguio a Betto lentamente subiendo las escaleras hasta el ala del don. Ante su orden brusca, ella entro en sus aposentos con trepidacion. Al momento los capitanes se excusaron. Isabella enfrento a Nicolai a traves de la habitacion.

Se miraron el uno al otro largo tiempo. No pudo leer su expresion en absoluto, lo que resultaba ligeramente chocante cuando acababa de pasar la noche entre sus brazos. Cuando el cuerpo de el habia estado enterrado dentro del suyo. Cuando se habian aferrado el uno al otro, susurrando juntos, compartiendo risas, compartiendo planes. Nicolai parecia casi un desconocido, sus ojos ambar duros y frios. No se aproximo a ella, no sonrio en bienvenida.

– ?Que pasa, Nicolai? -Deliberadamente se dirigio a el informalmente, esperando romper con su helada conducta.

– El sirviente, el que te encerro en el almacen, esta muerto -dijo secamente, sin inflexion.

Un estremecimiento bajo por su espalda. Su sangre se convirtio en hielo. Mantuvo la mirada fija en la de el.

– ?Como murio, Nicolai? -Su voz la traiciono, ronca por la emocion.

– Fue encontrado esta manana, asesinado. Habia signos de lucha. Alguien le apunalo numerosas veces. -Su voz estaba todavia desprovista de emocion.

Ella espero, sabiendo que habia mas. El corazon parecia tronarle en los oidos. No podia conciliar al hombre gentil y amoroso con el que habia yacido con alguien capaz de un acto tan brutal. Aunque Nicolai habia participado en muchas batallas, derrotado a muchos enemigos, era un temido y respetado don. Era capaz de ordenar la muerta e igualmente capaz de matar.

– Habia huellas de patas en la nieve alrededor del cuerpo, aunque los leones estan escondidos. No habia signos de aproximacion humana a el, solo el rastro del leon-. No aparto los ojos de la de ella, observandola con la mirada fija de un depredador enfocado en su presa.

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