fuerza terminare con mi vida.

Ella grito, una sorprendida protesta, pero los brazos de el se apretaron a su alrededor, aplastandola contra el, aplastando sus objeciones.

– Estoy colocando mi confianza y fe en ti, toda ella, en que tu modo es el camino correcto para nosotros, pero tu tienes que permitirme esta salida. Tienes que prometer, darme tu palabra de honor, de que criaras a nuestros hijos para amar este valle, a los leones, su legado. No me arrepentire, Isabella. Tu vida, nuestra vida juntos, vale la pena.

Ella le deslizo los brazos alrededor de la cintura, temiendo hablar, temiendo decir algo equivocado. ?Que podia decir? Oia la finalidad en su voz. Ella tenia que guiarlos a traves de los oscuros pasajes hacia la luz. Tenia que haber una forma. Estaba segura de que la clave yacia dentro de ella. Y se negaba a perderle.

– He estado tan solo, apartado de la vida, sin saber realmente por que estaba tan vacio. Tu llenas todos esos espacios vacios, cara mia. Duermo contigo entre mis brazos y no tengo pesadillas. Abro los ojos y anhelo cada hora, para oir tu risa, para observarte moverte por mi casa. Tu sonrisa me roba el aliento.

Levanto la mirada hacia el, el amor brillando en sus ojos, completa aceptacion. Nicolai la beso de nuevo, permitiendo que la fiebre se alzara, permitiendo a su apasionada y posesiva naturaleza pasar a primer plano.

Deseaba mirarla alli con la luz del fuego acariciando su cuerpo. Sus manos bajaron rapidamente el vestido, dejandolo yaciendo en un espumoso charco sobre el suelo. No queria nada en su camino, ni la mas fina barrera. Cuando estuvo desnuda, solo la caida de su pelo burlandole, se movio para colocarse a alguna distancia de ella.

Isabella estaba de pie ante el fuego, su pelo brillando con luces azules. Las sombras acariciaban sus pechos, su estomago, sus piernas. Observo la expresion de el, vio la floreciente lujuria mezclada con su amor. Vio los calzones crecer mas ajustados, tensos, la tela estirandose para acomodarle. Era excitante estar enteramente desnuda ante el mientras el estaba completamente vestido. Sus pezones eran duros picos de deseo y su cuerpo dolia con un calor rizado que reconocio.

Nicolai camino a su alrededor, sin tocarla, solo mirando, bebiendo de ella, devorandola con su ardiente mirada. Gesticulo hacia la cama mientras cruzaba hacia la botella de vino colocada en la mesita de noche.

– Ve a tenderte. -Su voz era ronca, un testamento de su ereccion. Se sirvio un vaso de vino y se sento en la silla junto al fuego.

Isabella camino por la habitacion, consciente de los ojos de el siguiendola, consciente del balanceo de sus caderas, de sus pechos. Se recosto hacia atras, sintiendose mas sensual que nunca en su vida. No la habia tocado, pero cada parte de su cuerpo estaba viva y pulsante de deseo.

– Dobla las rodillas y separa los muslos para que pueda verte, Isabella.

Ella observo su cara, el hambre tallada tan profundamente alli. Estaba dandole placer, y eso era tan excitante para ella como lo era para el. Lentamente le obedecio, permitiendo que la luz vacilante brillara entre sus piernas, revelando la refulgente invitacion.

Nicolai tomo un lento sorbo de vino, permitiendo que este goteara por su garganta. Era tan hermosa, tan todo para el.

– Siente tus pechos, Isabella. Quiero que conozcas tu cuerpo como lo conozco yo. Lo perfecto que es. Desliza tu mano hacia abajo por tu estomago y empuja tus dedos profundamente dentro de ti misma.

Esperaba una timida protesta, pero Isabella tenia valor, y deseaba su placer tanto como el propio. Acuno el peso de sus pechos en las palmas de las manos, sus pulgares se deslizaron sobre los pezones. Se quedo sin aliento, atascado en su garganta.

El aliento de Nicolai se quedo atascado en la suya. Su cuerpo se apreto hasta el pundo del dolor. Su mirada estaba pegada a las manos de ella, a la belleza de sus pechos llenos y firmes derramandose de las palmas. Observo como los dedos se deslizaban lentamente sobre sus curvas, acariciando su estomago, la curva de su cadera, despues enmaranandose en los apretados rizos de su monticulo. Los pulmones casi le explotaron cuando los dedos desaparecieron dentro de su cuerpo, como con frecuencia habian hecho los de el.

Su cara se volvio hacia la de el, enrojecida por la pasion, el placer aumentando su belleza. La observo hasta que su aliento se convirtio en cortos jadeos y su cuerpo se estremecio, hasta que ya no pudo soportar estar separado de ella. Se puso en pie, dejo su copa de vino, y empezo a quitarse la ropa.

Isabella se recosto y le observo. Parecia un dios magnifico, con la luz del fuego acariciando los duros angulos y planos de su cuerpo, con su ereccion empujando grande e insistente hacia ella. Nicolai extendio la mano, cogio su muneca, y le succiono los dedos en la caliente y humeda caverna de su boca. El cuerpo entero de ella se tenso.

– Nicolai -dijo suavemente, casi reverentemente.

El se arrodillo sobre la cama entre sus piernas abiertas.

– No hay otra como tu, Isabella -Lo decia en serio tambien. Su cabeza estaba rugiendo, su mente estaba entumecida por el deseo. Su cuerpo era un dolor feroz que parecia como si nunca fuera a poder ser apaciguada. Estaba enorme, grueso, duro y latente por la urgencia. Le cogio las caderas y empujo duro, enterrandose profundamente con una estocada desesperada. La cosa mas importante en su vida era tomarla, poseerla, amarla por distraccion.

Mientras bombeaba sus caderas con fuerza, guiando las nalgas de ella con las manos, observo su cara, observando el juego de la luz del fuego vacilante sobre sus pechos. Observo sus cuerpos unirse en perfecta armonia. Su vaina era caliente, apretada y encajaba como si hubiera sido hecha para el. Ella alzaba las caderas para tomarle todo, ansiando cada centimetro, sin avergonzarse por demostrar que le deseaba como el la deseaba a ella.

Se perdio en ella, profundo y caliente, llevandola mas y mas alto. Sintio el cuerpo femenino apretarse, ondear, tensarse alrededor de el. Ella grito, le hundio los dedos en los brazos cuando rebaso el borde. Nicolai mantuvo la mirada pegada a la de ella, mujer a hombre, hombre a mujer, incluso cuando su cuerpo se sintio primitivo con una lujuria que nunca habia experimentado. Empujo con fuerza, estocada tras estocada, manteniendo su placer tan alto que ella lloraba, gritando su nombre, suplicandole.

Cuando llego su alivio, se derramo en ella, vaciandose completamente. Se derrumbo sobre ella, besando sus pechos, succionando sus pezones en la boca para que el cuerpo de ella continuara tenso y girando fuera de control. Yacieron juntos, corazones palpitando, respirando con dificultad.

Cuando descubrio que podia moverse, rodo a un lado, liberandola de su peso, empujandola sobre el estomago. Nicolai le paso los dedos por la curva de la espalda.

– ?Sabes lo hermosa que eres para mi? Pienso en ti todo el tiempo, como eres, asi. Tan dispuesta a dejarme amarte de cualquier forma que desee. Tu confianza cuando te tengo toda para mi.

– Siempre me das tanto placer, Nicolai -dijo suavemente. Las manos de el le estaban amasando las nalgas, los muslos, acariciando la parte baja de su espalda. Adoraba cada nueva leccion que el le daba en su dormitorio. Se sentia perezosa y contenta, tan saciada como era posible estar, aunque cuando el inclino la cabeza para besarle el costado de un pecho, su pelo derramandose por el cuerpo de ella, se estremecio en reaccion.

El oyo la nota adormilada en su voz. Jugueteaba con sus sentidos, aumentando su placer incluso mas. Ella casi estaba ronroneando de satisfaccion. Nicolai se coloco mas cerca, su mano acunandole el pecho, su pulgar deslizandose sobre el pezon.

– Duerme, amore mia, por ahora. Necesitaras descanso. No he terminado esta noche. -Y sabia que asi era. El cuerpo de ella era calido y suave. Su confianza en el, su aceptacion, su completa entrega de si misma en sus manos, se le habia vuelto tan necesario como respirar.

Isabella vago hasta el sueno con una sonrisa curvando su boca. Desperto dos veces durante la noche cuando los labios de el se movieron eroticamente sobre su cuerpo, sus manos explorando, memorizandola intimamente, su cuerpo tomando el de ella. No importaba como la poseia, rapido y duro o lento y tierno, se asegurada de que ella encontraba esa ultima rafaga de placer y despues la besaba de nuevo hasta dormirse.

Su cuerpo estaba deliciosamente magullado cuando desperto en las primeras horas de la manana. Se sentia bien utilizada, feliz. Nicolai se habia desvanecido, sin perturbarla, y los primeros rayos de luz estaban justo empezando a deslizarse a traves de los colores de su ventana. Isabella se tomo su tiempo para vestirse, tocando con frecuencia la almohada donde la cabeza de el habia descansado. Sus cuerpos habian permanecido entrelazados a lo largo de toda la noche. Sabia que esto era correcto, como debia ser. Su lugar estaba con Nicolai. Compartian algo profundo e intimo y bien valia la pena luchar por ello.

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