Nicolai rodeo la silla de Isabella, bloqueandole la vista del abyecto criado. Se llevo los dedos de ella a la boca.
– Vuelve a tu dormitorio,
Isabella se estremecio.
– ?Que vas a hacer?
– No te preocupes mas por esto, Isabella. No hay necesidad-. Rozo un beso en su sedosa coronilla.
El sirviente estallo en un torrente de llanto, de suplicas. Isabella se sobresalto. Envolvio los dedos alrededor de la muneca de Nicolai.
– Pero yo soy parte de esto, Nicolai. No lo has oido todo. No estabamos solos en el almacen. Senti la presencia del mal -Susurro las palabras, temiendo permitir que algun otro lo oyera-. No se ha acabado.
Nicolai se giro para mirar al sirviente, sus ojos frios y duros.
– Se acabo. Estoy mirando a un hombre muerto.
Su voz la dejo fria. El sirviente chillo una protesta, encomendandose a la piedad de Isabella, disculpandose profusamente, negando haber sabido lo que estaba haciendo.
– Nicolai, por favor, escuchale bien -dijo, manteniendo la mirada del
– Esto ya no es asunto tuyo -Nicolai estaba mirando sobre la cabeza de ella, su mirada fija sobre el desventurado sirviente, un cazador atisbando a su presa.
– Quiero oirle hablar -Respondio ella, su tono gentil pero insistente. No se atreveria a permitir que la entidad la influenciara o diera mas de una abertura a los hombres.
– ?
– Sabias que ella estaba alli dentro -dijo Nicolai, su voz ronroneaba con una amenaza-. La dejaste para congelarse hasta morir o ser hecha trizas por los gatos feroces.
–
Isabella se giro hacia Nicolai.
– Permiteme hablar contigo a solas. Aqui hay mas trabajando de lo que podemos ver. Por favor confia en mi.
– Llevaoslo -ordeno Nicolai.
Sus dos capitanes parecieron querer protestar, pero hicieron lo que Nicolai ordenaba. Ninguno fue muy amable con el sirviente.
Nicolai comenzo a pasearse.
– No puedes pedirme que deje marchar a este hombre.
– Por favor, Nicolai. Creo que hay verdad en la leyenda de vuestro valle. Creo que cuando la magia se manipulo indebidamente, se volvio algo retorcido, y algo malvado fue liberado aqui. Creo que hace presa de las debilidades humanas. Nuestros fallos, alimenta colera y celos. Alimenta nuestros propios miedos. Ha habido demasiados incidentes, y cada persona cuenta la misma historia. No saben que ocurrio; actuaron de forma ajena a lo que normalmente harian.
Un grunido retumbo profundamente en la garganta de el.
– Quieres que le deje marchar -repitio, sus ojos ambar brillaban con amenaza.
Ella asintio.
– Eso es exactamente lo que quiero que hagas. Creo que hay una entidad suelta, y ella es la responsable, no el hombre.
– Si esta
– Nicolai -respiro su nombre, una gentil persuasora.
El mascullo una imprecacion, con llamas manando de sus ojos.
– Por ti,
Ella cruzo a su lado y se puso de puntillas para presionar un beso en la mandibula decidida.
– Le devolveras su tabajo. Le enviaras a casa. Tu misericordia te ganara su lealtad diez veces.
–
Cuando ella continuo mirandole, suspiro.
– Como desees, Isabella. Dare la orden.
–
CAPITULO 18
Sarina estaba en la habitacion de Lucca, quejandose y cloqueando sobre el. Lucca, que parecia desesperado, gesticulaba hacia Francesca tras la espalda del ama de llaves, claramente esperando que ella le salvara. Isabella sonrio a las otras, la sonrisa afectada de los conspiradores.
– Sarina -dijo Isabella, utilizando su voz mas dulce-. Francesca y yo tenemos un pequeno recado que ejecutar. Por favor cuida del
– Estamos en medio de la noche -siseo Lucca entre dientes-. Ninguna de vosotras deberia ir a ninguna parte sin escolta.
– Estaremos perfectamente a salvo -Le tranquilizo Francesca con una brillante sonrisa-. Nos mantendremos en los pasadizos. Sarina se ocupara excelentemente de ti en nuestra ausencia.
– ?Isabella, te prohibo que corras por ahi! ?Has perdido todo sentido de la decencia? -Otro espasmo de tos le sacudio.
Las tres mujeres se apresuraron a ayudarle, pero fue Francesca contra la que se apoyo, acostumbrado a la firme sensacion de su brazo alrededor de la espalda y el cuadrado de tela que le presionaba en la mano. Debil, se inclino hasta casi doblarse y aferro el brazo de ella para evitar que se moviera.
Cuando los espasmo hubieron pasado, Lucca levanto la mirada hacia Francesca.
– Puedes ver que te necesito aqui conmigo.
– Solo intenta dormir -Replico ella dulcemente, palmeandole el hombro-. Volvere antes de que te des cuenta.
– Deberia hablar con el
Isabella rio suavemente y beso a su hermano en la coronilla.
– Demasiado tarde para preocuparse porque corra por ahi. Llegue a este lugar por mis propios medios. Creo que
Los ojos oscuros de Lucca centellearon, revelando momentaneamente su naturaleza arrogante y orgullosa.
– Si quiere hablar conmigo sobre tu comportamiento, podria desear explicar por que a su propia hermana se le permite estar sin escolta en el dormitorio de un hombre.
– Me encantaria escuchar esa discusion en particular -dijo Francesca mientras tomaba la mano de Isabella-.