– ?Tengo que creer que tu asesinaste a este hombre, Nicolai? Estabas conmigo la pasada noche -Su garganta estaba hinchada, amenazando con cortarle el aire.

Sus pestanas bajaron para romper el contacto con la mirada de halcon de el. Nicolai no se perdia nada; no tenia forma de ocultarle el mas minimo pensamiento. La leia tan facilmente. Isabella no sabia que pensar. No sabia que estaba intentando decir el. Alzo la barbilla.

– No lo creo, Nicolai. ?Por que le matarias? Podrias haber ordenado su muerte, y nadie te habria culpado.

El se movio entonces, alejandose de ella con un gesto fluido y felino, poder y coordinacion ondeando a traves de su cuerpo. Su pelo oscuro se deslizo por la espalda, una melena salvaje tan indomable como el hombre.

– Despreciaba a ese hombre, Isabella. Le queria muerto. No solo muerto, queria que sufriera primero. -Hizo la admision en una voz baja y compeledora-. Le deje marchar porque tu me lo pediste, no porque estuviera de acuerdo contigo. Quise saltar sobre el y hacerle pedazos en el momento en que fue traido ante mi por lo que te habia hecho. Por las horas de miedo que te causo. Por el peligro en que te puso. Por su cobardia al no volver inmediatamente cuando comprendio lo que habia hecho, si su historia era cierta. Le queria muerto.

– Quererle muerto no significa que tu le mataras, Nicolai.

Se dio la vuelta para enfrentarla, pareciendo peligroso y poderoso.

– No me importa si le mate -dijo, las palabras le cortaron profundamente el corazon a ella-. Me importa que no lo recuerdo. Sali esta manana, y corri. Libere a la bestia para que corriera libre.

Ella se tomo un momento para recomponerse.

– ?Por que ibas a utilizar un cuchillo, Nicolai? Eso no tiene sentido. Si utilizaste un cuchillo, tendrias que recordarlo.

El se encogio de hombros.

– Recuerdo la vispera cuando el estaba de pie en esta habitacion y admitio haberte encerrado en ese almacen, quise empujarle mi estilete a traves de la garganta. -Su mirada encontro la de ella sin flaquear-. No me disculpare por quien soy, Isabella. Y nunca me disculpare por desear destruir a cualquier enemigo que se atreva a intentar apartarte de mi. Nunca me disculpare por mis sentimientos hacia ti. No solo estoy dispuesto a morir por ti, sino que estoy mas que dispuesto a matar por ti. Y no me disculpare por eso tampoco.

– Nunca te lo he pedido -replico ella tranquilamente. Agradecio el entrenamiento de su padre, por la compostura que habia mostrado cuando cada una de las revelaciones de el la habian sacudido hasta su centro mismo-. Si me perdonas, Nicolai, debo atender al mio fratello.

El piso suavemente atravesando el suelo entre ellos, sus pisadas silenciosas, sus ojos ambar ardiendo.

– Aun no, Isabella. No me dejes aun. Quiero mirar tus ojos y ver que he destruido lo que hay entre nosotros.

Ella inclino la cabeza, sus ojos encontrando los de el sin flaquear.

– No creo que puedas destruir nada entre nosotros. Te amo con todo mi corazon. Toda mi alama. Confiesa todo lo que quieras, Nicolai, muestrame tu peor lado, todavia te amare-. Levanto los brazos, cogio su cara entre las manos, y le beso con fuerza. Sus ojos resplandecieron hacia el-. Y que te quede claro, Nicolai DeMarco. Si lo peor ocurriera y la bestia se liberara y me destruyera, nunca lamentare lo que compartimos, lo que somos juntos. Amo cada centimetro de ti. Incluso esa parte de ti que es capaz de destruirme.

Cuando pretendio girarse y alejarse de el, el apreto su agarre y bajo la cabeza para reclamar su boca. El amor fluyo, casi abrumandolo, casi superandole. Le atraveso con la fuerza de una avalancha y la sacudio hasta el mismo centro de su ser.

CAPITULO 19

El golpe en la puerta hizo que el corazon de Isabella palpitara. Fue fuerte, insistente, heraldo de sombrias noticias. Nicolai retuvo la posesion de su muneca pero se giro hacia el sonido, su cara una vez mas una mascara inexpresiva.

Los capitanes Bartolmei y Drannacia se apresuraron a entrar, esbozando rapidos saludos.

– Esta en movimiento, Don DeMarco. Uno de los pajaros ha vuelto y trae noticias - Drannacia miro hacia Isabella y se inclino, disculpandose-. Tememos que las noticas no pueden esperar.

– Grazie -dijo Nicolai y se inclino pausadamente una vez mas para tomar posesion de la boca de Isabella.- No hay necesidad de preocuparse -susurro contra sus labios-. Volvere en breve.

Ella descubrio repentinamente que amaba el lado salvaje de el, lo celebraba. La parte de el que era capaz de defender su valle, derrotar a Rivellio. Esa parte de Nicolai le mantendria a salvo para ella y se lo devolveria.

– Estare muy muy enfadada si recibes mucho mas de un aranazo de ese hombre odioso -le advirtio, manteniendo una sonrisa pegada a su cara apesar del peso en su pecho.

– Y yo estare muy muy enfadado contigo si no estas esperando aqui cuando vuelva. Nada de aventuras, cara mia -La yema de su pulgar se deslizo en una larga caricia sobre la piel sensible de la muneca de ella.

– Yo misma tengo bastante de lo que ocuparme -replico-. Estoy mas que agradecida. Theresa y Violante ya estan aqui. Cuando la gente venga de las granjas y la villaggi, necesitare su ayuda.

Tomo su salida, con el corazon latiendo fuera de ritmo de miedo. Nicolai habia conducido a sus soldados a la victoria muchas veces; tenia que creer que no le ocurriria nada ahora. Mientras cerraba la puerta, oyo la voz de Rolando Bartolmei. Una nota de acusacion capto su atencion, y se demoro para oirle hablar.

– Antes de que entremos en batalla, Don Demarco, permitame preguntar si he hecho algo para ofenderle o hacerle cuestionar mi lealtad.

Hubo un breve silencio. Isabella bien podia imaginar el aspecto de la cara de Nicolai, sus cejas arqueadas, la censura que comunicaba tan silenciosamente.

– ?Por que me preguntas semejante cosa, Rolando?

– Sali a patrullar esta manana, mucho antes de que el sol estuviera alto, y fui seguido. Nunca vi al leon, pero las marcas en la nieve seguia a mi montura donde quiera que iba. No hay leones sueltos en este momento, pero esos rastros se encontraron cerca del cuerpo estaba manana tambien.

Isabella se presiono una mano contra la boca, su aliento quedo atrapado en la garganta. El recuerdo del abrigo destrozado de Rolando Bartolmei se alzo para perseguirla. Espero la respuesta de Nicolai. Esta tardo mucho tiempo en llegar.

– No tengo razon para dudar de tu lealtad, Rolando. Si sabes de alguna razon semejante, sientete libre para confesarmelo ahora, podriamos dejar la cuestion zanjada.

– Yo siempre te he servido lealmente. -Bartolmei sonaba tenso por el ultraje-. Nunca te he dado motivos para dudar de mi.

– Ni yo a ti -devolvio Nicolai suavemente.

Isabella cerro los ojos brevemente, esperando que Rolando pudiera oir la sinceridad en la voz de Nicolai. Se estaba temiendo que no, temiendo que esa pequena oleada de poder que sentia estuviera influenciando las emociones de los hombres. Habia poco que ella pudiera hacer salvo confiar en Nicolai y la lealtad de su gente. Isabella se movio lentamente bajando la larga y curvada escalera. Tenia deberes que atender. Llamo a Sarina y Betto, preparandolos para la invasion por parte de la gente de Don DeMarco que vivia fuera de la seguridad de los muros del castello.

Theresa y Violante estaban en todas partes, Violante, bien entrenada y en su elemento, dirigiendo la preparacion de comida y localizacion de suministros. Theresa trabajando atenta y eficientemente con Isabella y Violante, siguiendo todas las instrucciones para que las cosas fueran como la seda.

Isabella se tomo un corto respiro en el momento en que tuvo oportunidad, apresurandose hasta el dormitorio de su hermano para comprobar su progreso y disculparse con Francesca por dejarla tanto rato sin nadie que la relevara.

Francesca levanto la mirada y gesticulo para silenciar las voces, una pequena sonrisa curvaba su boca.

– Acaba de volverse a dormir. Su tos es todavia muy mala, pero la sanadora estuvo aqui y dijo que parecia mas fuerte. Creo que dormir le ayudara. Ha estado tosiendo tanto que no puede descansar. -Aliso hacia atras la

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