Laurie45: Bueno, me parece que esta noche estas de mal humor, Wink.

Winky98: Tal vez. A veces pienso que Lorena Bobbitt hizo lo correcto.

Hbreaker: ?Wink va a sacar su cuchilla!

Votive: No creo que tenga intenciones de esperar. Creo que ya paso a otra cosa.

Winky98: Tu mereces que te espere. Lo mereces.

Pasaron unos segundos con la casilla de mensajes vacia. Luego:

Laurie45: Hola, Ccord. Es bueno tenerte de vuelta.

Catherine escribio.

Ccord: Veo que estan hablando de hombres nuevamente.

Laurie45: Si. ?Como es posible que nunca nos cansemos de ese tema?

Votive: Porque ellos nos han hecho dano.

Se produjo otra larga pausa. Catherine aspiro profundo y escribio:

Ccord: Tuve un mal dia.

Laurie45: Cuentanos. ?Que te paso?

Catherine casi podia escuchar el arrullo de las voces femeninas, los amables murmullos tranquilizadores a traves del eter.

Ccord: Hoy tuve un ataque de panico. Estoy aqui, encerrada en mi casa, donde nadie puede tocarme, y todavia me siento mal.

Winky98: No dejes que el gane. No dejes que te convierta en su prisionera.

Ccord: Es demasiado tarde. Soy una prisionera. Porque esta noche me di cuenta de algo terrible.

Winky98: ?De que?

Ccord: El mal no muere. Nunca muere. Solo adopta nuevos rostros, nuevos nombres. Solo porque fuimos tocadas una vez por el no quiere decir que seamos inmunes a una nueva herida. Un rayo puede caer dos veces en el mismo lugar.

Nadie escribio. Nadie respondia.

«No importa cuan cuidadosas que seamos, el mal sabe donde vivimos -penso-. Sabe como encontrarnos».

Una gota de sudor bajo por su espalda.

«Y puedo sentirlo ahora. Acercandose».

Nina Peyton no sale, no ve a nadie. No ha ido a su trabajo en semanas. Hoy llame a su oficina en Brookline, donde trabaja como gerente de ventas, y su companera me dijo que no sabia cuando volveria. Es como una bestia herida, arrinconada en su guarida, demasiado aterrorizada como para dar un paso en la noche. Sabe lo que la noche le tiene preparado, porque ha sido tocada por el mal, y ahora incluso puede sentirlo filtrandose por las paredes de su casa como vapor. Las cortinas estan bien corridas, pero la tela es delgada, y puedo verla moviendose en el interior. Su silueta esta comprimida, los brazos cruzados sobre el pecho, como si su cuerpo quisiera replegarse sobre si mismo. Sus movimientos son bruscos y mecanicos mientras se pasea de un lado al otro.

Ahora controla los cerrojos de las puertas, las perillas de las ventanas, con la ilusion de dejar fuera la oscuridad.

Debe de estar sofocante dentro de esa casita. La noche es como un vapor, y alli no se ven aparatos de aire acondicionado en ninguna ventana. Ha permanecido dentro toda la tarde, con las ventanas cerradas a pesar del calor. La imagino brillante de sudor, despues de sufrir el calor durante todo el dia para internarse en el calor de la noche, desesperada por dejar entrar aire fresco, pero temerosa de que lo que entre sea otra cosa.

Pasa una vez mas por la ventana. Se detiene. Ahora se inclina, enmarcada por un rectangulo de luz. De repente las cortinas se abren y ella extiende el brazo para destrabar la ventana. La abre. Parada alli, toma hambrientas bocanadas de aire fresco. Finalmente se ha rendido al calor.

No hay nada tan excitante para un cazador como el olor de la presa herida. Casi puedo olerlo flotando hacia mi, el aroma de la bestia ensangrentada, de la carne profanada.

Asi como ella aspira el aire nocturno, yo tambien aspiro su olor. Su miedo.

Mi corazon late mas rapido. Meto la mano en mi bolso para acariciar los instrumentos. Incluso el acero es calido a mi tacto.

Ella cierra la ventana con fuerza. Unas pocas bocanadas de aire fueron todo lo que se permitio, y ahora vuelve a la miseria de su sofocante casita.

Tras unos momentos, acepto la desilusion y me alejo, dejandola transpirar toda la noche en ese horno.

Manana, dicen, hara mas calor.

Cinco

– Este individuo es el clasico punzador -dijo el doctor Lawrence Zucker-. Alguien que utiliza un cuchillo para obtener una satisfaccion sexual secundaria o indirecta. El puncerismo es el acto de apunalar o cortar; cualquier penetracion repetida de la piel con un objeto punzante. El cuchillo es un simbolo falico, una sustitucion del organo sexual masculino. En lugar de tener relaciones sexuales normales, nuestro sujeto obtiene su satisfaccion sometiendo a la victima al terror y al dolor. Es el poder lo que lo excita. El poder total sobre la vida y la muerte.

La detective Jane Rizzoli no se asustaba facilmente, pero el doctor Zucker le producia escalofrios. Parecia un John Malkovich palido y voluminoso, y su voz era susurrante, casi femenina. Mientras hablaba movia los dedos con serpentina elegancia. No era policia, sino psicologo criminalista de la Northeastern University, y colaboraba con el Departamento de Policia de Boston. Rizzoli habia trabajado con el una vez en un caso de homicidio, y ya entonces le habia producido escalofrios. No se trataba de su aspecto, sino de la manera en que lograba introducirse en la cabeza del asesino, y el obvio placer que encontraba en ese paseo por la dimension satanica. Disfrutaba del trayecto. Ella casi podia escuchar el timbre de excitacion subliminal en su voz.

Miro alrededor de la sala de conferencias a los otros cuatro detectives, y se pregunto si alguno de ellos tambien se asustaria con este ser extrano, pero todo lo que vio fueron expresiones de cansancio y las sombras declinantes de las cinco de la tarde.

Todos estaban cansados. Ella misma apenas habia dormido cuatro horas la noche anterior. Esta manana se habia levantado antes del amanecer, con la cabeza procesando a toda velocidad un caleidoscopio de voces e imagenes. Habia absorbido tan profundamente el caso de Elena Ortiz en su inconsciente que, en sus suenos, ella y la victima tenian una conversacion, aunque sin sentido. No hubo revelaciones sobrenaturales ni pistas de ultra- tumba, sino meras imagenes generadas por la electricidad de las neuronas. Con todo, Rizzoli lo consideraba un sueno significativo. Le indicaba lo mucho que le importaba este caso. Ser detective en jefe en una investigacion de alto perfil era como caminar por la cuerda floja sin red de proteccion. Si atrapaban al asesino, todos aplaudirian. Si arruinaba las cosas, el mundo entero se limitaria a ver como la aplastaban.

Ahora se enfrentaban a un caso de alto perfil. Dos dias atras un titular del Boston Herald habia aparecido en primera plana: «El cirujano ataca de nuevo». Gracias al Boston Herald, el asesino tenia ahora su apodo, y hasta los policias lo utilizaban. El Cirujano.

Dios, estaba preparada para afrontar el acto de la cuerda floja. Estaba preparada para elevarse o hundirse en funcion de sus propios meritos. Una semana atras, mientras caminaba por el departamento de Elena Ortiz como detective en jefe, supo en un instante que ese seria el caso de su carrera, y estaba ansiosa por demostrarlo.

Las cosas cambiaban rapido.

En el lapso de un dia, su caso se habia inflado tomando las proporciones de una investigacion mucho mas amplia, comandada por Marquette, el teniente de la unidad. El caso de Elena Ortiz habia sido adjuntado al de Diana Sterling y el equipo se habia ampliado a cinco detectives, ademas de Marquette: Rizzoli y su companero Barry Frost, Moore y su corpulento colega Jerry Sleeper, mas un quinto detective, Darren Crowe. Rizzoli era la unica mujer en el equipo; de hecho, era la unica mujer en toda la Unidad de Homicidios, y algunos hombres no

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