verdad.

– Esa declaracion le fue arrancada a fuerza de persuasion por el detective Singer.

– ?Crees que el la indujo a contar esa historia?

– Piensa la presion bajo la cual estaba Singer. Cuatro asesinatos. Todos clamando por un arresto. Y encontro una hermosa y prolija solucion: el asesino esta muerto, disparado por su pretendida victima. Catherine cerro el caso por el, aun si puso en boca de ella sus propias palabras. -Moore hizo una pausa-. Necesitamos saber que sucedio realmente esa noche en Savannah.

– Ella es la unica que estuvo alli. Y alega no recordar nada.

Moore levanto la vista cuando Catherine volvio a aparecer en la habitacion.

– No todavia.

Catorce

– ?Esta seguro de que la doctora Cordell quiere hacer esto? -pregunto Alex Polochek.

– Ella esta aqui esperandolo -dijo Moore.

– ?No la introdujo en el tema? Porque la hipnosis no funcionara si el sujeto se resiste. Ella tiene que ser completamente cooperativa, de otro modo sera una perdida de tiempo.

«Una perdida de tiempo» era la forma en que Rizzoli ya habia denominado esta sesion, y su opinion era compartida por mas que unos pocos detectives de la unidad. Consideraban la hipnosis como un numero de variedades, como el acto de un maestro de ceremonias de las Vegas o de un mago de salon. En un tiempo Moore habia estado de acuerdo con ellos.

El caso de Meghan Florence habia cambiado su actitud al respecto.

El 31 de octubre de 1998, Meghan, de diez anos, caminaba a su casa desde el colegio cuando un auto freno junto a ella. Fue la ultima vez que se la vio con vida.

El unico testigo del secuestro era un nino de doce anos que estaba parado cerca. A pesar de que el auto aparecio a plena luz del dia y de que el podia describir su forma y color, no podia recordar la placa. Semanas mas tarde, sin que el caso avanzara, los padres de la nina insistieron en contratar a un hipnoterapeuta para entrevistar al nino. Como todos los caminos en la investigacion habian sido agotados, la policia acepto de mala gana.

Moore estuvo presente durante la sesion. Observo como Alex Polochek inducia amablemente al nino a un trance hipnotico, y escucho con asombro mientras el nino recitaba tranquilamente el numero de placa.

El cuerpo de Meghan Florence fue hallado dos dias mas tarde, enterrado en el patio trasero del secuestrador.

Moore esperaba que la magia que Polochek habia puesto en marcha con el nino pudiera repetirse una vez mas con Catherine Cordel.

Dos hombres esperaban ahora fuera del consultorio, mirando a traves del vidrio espejado a Catherine y a Rizzoli, sentadas del otro lado de la ventana. Catherine se veia inquieta. Se movia en la silla y miraba hacia la ventana, como si advirtiera que estaba siendo observada. Una taza de te permanecia intacta sobre la mesita junto a ella.

– Este sera un recuerdo doloroso de revivir -dijo Moore-. Ella tal vez quiera cooperar, pero no le resultara agradable. En el momento del ataque, ella todavia estaba bajo la influencia del Rohypnol.

– ?Un recuerdo de hace dos anos distorsionado por la droga? Ademas tu dices que no es puro.

– Un detective de Savannah debe de haber sembrado unas cuantas sugerencias a traves del interrogatorio.

– Sabes que no hago milagros. Y nada de lo que consigamos en esta sesion sera admitido como evidencia. Esto invalidara cualquier testimonio ulterior que preste durante el juicio.

– Lo se.

– ?A pesar de todo eso quieres seguir adelante?

– Si.

Moore abrio la puerta y los dos hombres entraron en el consultorio.

– Catherine -dijo Moore-, este es el hombre del que te hable, Alex Polochek. Trabaja como hipnotizador forense para el Departamento de Policia de Boston.

Mientras ella y Polochek se daban la mano, Catherine solto una risa nerviosa.

– Lo siento -dijo-. Supongo que no estaba muy segura de lo que debia esperar.

– Penso que tendria una capa negra y una varita magica -dijo Polochek.

– Es una imagen ridicula, pero si, eso pense.

– Y en cambio se encuentra con un gordito calvo.

Una vez mas ella rio, relajando un poco su postura.

– ?Nunca ha sido hipnotizada? -pregunto.

– No. Francamente, no creo que pueda ser hipnotizada.

– ?Por que piensa eso?

– Porque en realidad no creo en eso.

– Sin embargo, accedio a que haga la prueba.

– El detective Moore penso que debia hacerlo.

Polochek se sento en una silla frente a ella.

– Doctora Cordell, no tiene que creer en la hipnosis para que esta sesion resulte de utilidad. Pero tiene que desear que funcione. Tiene que confiar en mi. Y tiene que estar dispuesta a relajarse y dejarse llevar. A dejarme guiarla hacia un estado alterado. Es muy parecido al pasaje que se experimenta antes de quedarse dormida por la noche. Usted no estara dormida. Le prometo que sera consciente de lo que pase a su alrededor. Pero estara tan relajada que tendra la posibilidad de alcanzar partes de su memoria a las que por lo general no se tiene acceso. Es como destrabar un fichero que esta alli, en su cerebro, y tener finalmente la posibilidad de abrir los cajones para sacar las fichas.

– Esa es la parte que no creo. Que la hipnosis pueda hacerme recordar.

– No la hara recordar. Le permitira recordar.

– Esta bien, permitame recordar. Me da la sensacion de que es improbable que esto pueda ayudarme a traer un recuerdo que no puedo alcanzar por mi cuenta.

Polochek asintio.

– Si, tiene razon en mostrarse esceptica. No parece probable, ?verdad? Pero le dare un ejemplo de como la memoria puede ser bloqueada. Se llama Ley de Efecto Revertido. Cuanto mas se concentre en recordar algo, menos probabilidades tendra de recordarlo. Estoy seguro de que usted misma lo ha experimentado. Todos lo hemos hecho. Por ejemplo, ve a una famosa actriz en la pantalla del televisor, y sabe su nombre. Pero no puede traerlo a la memoria. Eso la vuelve loca. Pasa una hora devanandose los sesos para recordar el nombre. Se pregunta si no tiene Alzheimer prematuro. Digame que le ha sucedido alguna vez.

– Todo el tiempo. -Catherine sonreia ahora. Estaba claro que Polochek le caia bien, y que se sentia comoda con el. Un buen comienzo.

– Finalmente, termina por recordar el nombre de la actriz, ?no es asi? -dijo.

– Si.

– ?Y cuando suele suceder eso?

– Cuando dejo de pensar tan arduamente. Cuando me relajo y pienso en otra cosa. O cuando me acuesto en la cama y estoy a punto de dormirme.

– Exacto. Es cuando se relaja, cuando su mente deja de acosar desesperadamente ese fichero. Entonces, magicamente, el cajon se abre y la ficha aparece. ?Eso hace que el concepto de hipnosis le parezca mas plausible?

Ella asintio.

– Bien, eso es lo que vamos a hacer. Ayudarla a relajarse. Permitir que alcance ese fichero.

– No estoy segura de poder relajarme lo suficiente.

Вы читаете El cirujano
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату