circunstancias mas felices, tan solo su aspecto atractivo le hubiera resultado llamativo. Ahora lo que mas le importaba no era su atractivo, ni siquiera su inteligencia, sino lo que habia en su corazon. Era un hombre en quien podia confiar.

Considero sus proximas palabras, y hacia donde podian dirigirla esas palabras. Y decidio que no le importaban un comino las consecuencias.

Docilmente pregunto:

– ?Quieres pasar a tomar un trago?

El no contesto de inmediato, y ella sintio que su cara enrojecia mientras su silencio asumia una significacion intolerable. El luchaba por tomar una decision; el tambien entendia lo que estaba sucediendo entre ellos dos, y no sabia bien que hacer al respecto. Cuando finalmente la miro y dijo «Si, quisiera pasar», ambos sabian que era algo mas que un trago lo que tenian en mente.

Caminaron hasta la puerta de la recepcion y el paso su brazo alrededor de Catherine. Esa mano apoyada casualmente sobre su hombro era algo mas que un gesto de proteccion, pero el calor de su tacto, y la respuesta de ella a este, la hicieron confundirse al pulsar la clave de seguridad. La anticipacion la volvia lenta y torpe. Escaleras arriba, destrabo las cerraduras de la puerta de su departamento con manos temblorosas, y finalmente entraron en la deliciosa atmosfera templada de su casa. Moore solo se detuvo lo suficiente para cerrar la puerta y girar los cerrojos.

Y luego la tomo en sus brazos.

Habia pasado mucho tiempo desde que ella se dejara abrazar. Alguna vez la sola idea de las manos de un hombre sobre su cuerpo la habia llenado de panico. Pero en el abrazo de Moore, el panico era lo ultimo que se le podia cruzar por la cabeza. Respondio a sus besos con una necesidad que los sorprendio a ambos. Privada de amor por tanto tiempo, habia perdido todo sentido de ansia. Unicamente ahora, mientras cada parte de si volvia a la vida, recordo como se sentia el deseo, y sus labios buscaron los de el con la avidez de una mujer hambrienta. Fue ella quien lo arrastro por el pasillo hacia el dormitorio, besandolo por el camino. Fue ella quien le desabrocho la camisa y la hebilla del cinturon. El supo, supo de alguna manera que no podia ser un agresor que la asustara. Que para esto, para su primera vez, ella debia dirigir los movimientos. Pero no pudo disimular su ereccion, y ella la sintio mientras bajaba el cierre, mientras sus pantalones caian al piso.

El dirigio sus manos hacia los botones de su blusa y se detuvo, buscando su mirada. La forma en que lo miro, el sonido de su respiracion agitada, no le dejaron dudas de que era esto lo que ella queria. La blusa se abrio lentamente, y se deslizo sobre sus hombros. El corpino cayo al piso en un susurro. Lo hizo con la mayor delicadeza, no arrancandole sus defensas, sino como una liberacion bienvenida. Una liberacion. Ella cerro los ojos y suspiro de placer mientras el se inclinaba para besarle el pecho. No era un ataque, sino un acto de adoracion.

Y asi, por primera vez en dos anos, Catherine permitio que un hombre le hiciera el amor. No hubo pensamientos sobre Andrew Capra mientras ella y Moore yacian juntos en la cama. No hubo ramalazos de panico ni los temibles recuerdos retornaron mientras se quitaban lo que les quedaba de ropa, mientras el peso de el la apretaba contra el colchon. Lo que otro hombre le habia hecho era un acto tan brutal que no podia conectarse con este momento ni con este cuerpo que la habitaba. La violencia no es sexo, y el sexo no es amor. Amor era lo que ella sentia ahora mientras Moore penetraba en ella, sosteniendo su cara entre las manos, mirandola a los ojos. Habia olvidado el placer que puede ofrecer un hombre, y se perdio en el instante, experimentando un gozo tal que le hizo pensar que lo hacia por primera vez.

Estaba oscuro cuando ella desperto en sus brazos. Lo sintio moverse, y lo escucho preguntarle:

– ?Que hora es?

– Ocho y cuarto.

– ?Dios! -Lanzo una risa de asombro y giro sobre su espalda-. No puedo creer que hayamos dormido toda la tarde. Supongo que me puse al dia con el sueno.

– No has estado durmiendo demasiado, por otra parte.

– ?Quien necesita dormir?

– Hablas como un medico.

– Algo que tenemos en comun -dijo, y su mano recorrio lentamente su cuerpo-. Ambos hemos estado privados por mucho tiempo…

Se quedaron inmoviles por un momento. Luego el pregunto en voz baja:

– ?Como estuvo?

– ?Quieres saber lo buen amante que eres?

– No. Quiero saber como te resulto a ti. El hecho de que te tocara.

Ella sonrio.

– Fue bueno.

– ?No hice nada malo? ?Te asuste?

– Me has hecho sentir segura. Eso es lo que mas necesito. Sentirme segura. Creo que eres el unico hombre que ha logrado entender eso. El unico hombre en el que siento que puedo confiar.

– Algunos hombres son confiables.

– Si, pero, ?quienes? Nunca lo se.

– Nunca lo sabes hasta que se presenta la ocasion. Sera el que aparezca ante tus narices.

– Entonces creo que nunca lo encontrare. He escuchado decir a otras mujeres que apenas le dices a un hombre lo que te paso, apenas utilizas la palabra violacion, los hombres se alejan. Como si fuesemos productos fallados. Los hombres no quieren oir hablar de eso. Prefieren el silencio a la confesion. Pero el silencio se extiende. Lo abarca todo, hasta que no puedes hablar de nada. Todo en la vida se convierte en un tema tabu.

– Nadie puede vivir de esa manera.

– Es la unica forma en que las demas personas pueden tolerar estar cerca de nosotras. Si mantenemos el silencio. Pero incluso aunque no hable de ello, esta alli.

El la beso, y ese acto sencillo fue mas intimo que cualquier acto de amor, porque llegaba tras la confesion.

– ?Te quedaras conmigo esta noche? -susurro.

Sintio su aliento calido sobre su pelo.

– Si me dejas invitarte a cenar.

– Oh, me olvide por completo de la comida.

– Es la diferencia entre hombre y mujer. Un hombre nunca se olvida de comer.

Sonriendo, ella se sento.

– Tu prepara los tragos, entonces. Yo te alimentare.

El mezclo dos martinis, y dieron unos sorbos mientras ella armaba una ensalada y colocaba unos bifes sobre la plancha. «Comida masculina», penso divertida. Carne roja para el nuevo hombre en su vida. El acto de cocinar nunca le habia parecido tan placentero como esta noche, con Moore sonriendo mientras le alcanzaba el salero y el pimentero, su cabeza zumbando con el alcohol. Tampoco podia recordar la ultima vez que la comida le habia sabido tan buena. Era como si acabara de emerger de una botella sellada y experimentara la vibracion de los sabores y olores por primera vez.

Comieron en la mesa de la cocina y tomaron vino. Su cocina, con los azulejos blancos y los aparadores blancos, de repente parecio iluminarse con nuevos colores. El rubi del vino, la crocante lechuga verde, las servilletas de tela azul cuadriculada. Y Moore sentado frente a ella. Alguna vez habia pensado en el como alguien incoloro, como otro de los hombres sin rasgos que pasaban de largo por una calle de la ciudad, meros trazos de pincel sobre una tela plana. Solo ahora lo veia en su totalidad, con la calida aspereza de su piel, la red de arrugas risuenas alrededor de sus ojos. Todas las encantadoras imperfecciones de una cara bien curtida.

«Tenemos toda la noche», penso, y la expectativa de lo que tenian por delante atrajo una sonrisa a sus labios. Se levanto y extendio una mano hacia el.

El doctor Zucker detuvo la cinta de video de la sesion del doctor Polochek y se volvio hacia Moore y Marquette.

– Puede ser un recuerdo falso. Cordell creo una segunda voz que no existe. Vean, ese es el problema con la hipnosis. La memoria es algo fluido. Puede ser alterada y reescrita para encajar con ciertas expectativas. Ella

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