confianza. No necesito aclararte lo inapropiado que es esto. Mira, ambos hemos visto suceder esto a otros policias. Nunca funciona. Tampoco funcionara ahora. Ahora mismo ella te necesita, y resulta que tu estas a mano. Ustedes se calientan y se ponen pesados por un par de semanas, por un mes. Luego ambos despiertan una manana y ?bam!, todo termino. Y ella saldra herida o tu saldras herido. Y todos lamentaran que haya sucedido.

Marquette hizo una pausa, a la espera de su respuesta. Moore no tenia ninguna.

– Dejando de lado las cuestiones personales -continuo Marquette-, esto complica la investigacion. Y es un jodido papelon para toda la unidad. -Agito bruscamente su brazo en direccion a la puerta-. Ve a Savannah. Y mantente alejado de una puta vez de Cordell.

– Tengo que explicarle a ella que…

– Ni siquiera la llames. Nos ocuparemos de que reciba el mensaje. Asignare a Crowe en tu lugar.

– No a Crowe -dijo Moore tajante.

– ?A quien, entonces?

– A Frost. -Moore suspiro-. Que sea Frost.

– Esta bien, Frost. Ahora ve a tomar el avion. Todo lo que necesitas para que las cosas se aplaquen es salir de la ciudad. Seguramente estas furioso conmigo ahora. Pero sabes que lo unico que te estoy pidiendo es que hagas lo correcto.

Moore lo sabia, y le resultaba doloroso que se lo enfrentara a un espejo de su propio comportamiento. Lo que veia en ese espejo era a Santo Tomas el caido, impelido por sus propios deseos. Y la verdad lo llenaba de furor, porque no podia luchar contra ella. No lo podia negar. Se las arreglo para sostener su silencio hasta salir de la oficina de Marquette, pero cuando vio a Rizzoli sentada a su escritorio, no pudo contener su ira por mas tiempo.

– Felicitaciones -dijo-. Has conseguido lo que querias. Se siente bien hacer correr sangre, ?no?

– ?Te parece?

– Le contaste a Marquette.

– Ah, si, si lo hice, no sere el primer policia que delata a su companero.

Era una salida punzante, que obtuvo el efecto deseado. En un silencio glacial se dio vuelta y se alejo.

Al salir del edificio, se detuvo bajo la galeria techada, desolado ante la idea de no ver a Catherine esa noche. Sin embargo, Marquette tenia razon; asi era como debia ser. Como deberia haber sido desde el principio: una cuidadosa distancia entre ambos, ignorando las fuerzas de atraccion. Pero ella se sentia vulnerable, y el, con bastante necedad, se habia dejado atraer por eso. Tras anos de caminar por la via estrecha y recta, se encontraba nuevamente en un terreno poco familiar, un lugar perturbador dominado no por la logica, sino por la pasion. No se sentia comodo en este nuevo mundo. Y tampoco sabia como encontrar la salida.

Catherine permanecio en el auto reuniendo valor para entrar en el One Schroeder Plaza. Toda esa tarde, a traves de una sucesion de citas clinicas, habia pronunciado las acostumbradas bromas mientras examinaba pacientes, consultaba a sus colegas y lidiaba con las enojosas pero insignificantes situaciones que surgian en el curso de un dia de trabajo en su vida. Pero sus sonrisas habian sido huecas, y detras de su mascara cordial acechaba una grieta por la que se colaba la desesperacion. Moore no le devolvia los llamados, y no sabia por que. Apenas una noche juntos y ya algo andaba mal entre los dos. Por fin bajo del auto y camino hasta las oficinas del Departamento de Policia de Boston.

Aunque ya habia estado una vez alli para la sesion con el doctor Polochek, el edificio le seguia dando la impresion de una fortaleza prohibida a la que ella no pertenecia. Esa impresion fue subrayada por un oficial vestido de civil que la miro desde detras del mostrador de recepcion.

– ?Puedo ayudarla? -pregunto sin cordialidad ni antipatia.

– Busco al detective Thomas Moore, de Homicidios.

– Dejeme llamar arriba. ?Su nombre, por favor?

– Catherine Cordell.

Mientras hacia el llamado, ella espero en la recepcion, sintiendo como la avasallaban tanto el marmol pulido como todos esos hombres uniformados o de civil que al pasar le lanzaban miradas curiosas. Este era el universo de Moore, y ella era una extrana alli, aventurandose en un lugar donde hombres recios la observaban y las armas brillaban en sus fundas. De pronto supo que habia cometido un error, que nunca deberia haber ido hasta alli, y comenzo a caminar hacia la salida. Justo cuando cruzaba la puerta, una voz la llamo.

– ?Doctora Cordell?

Ella se dio vuelta y reconocio al rubio de sonrisa suave y cara agradable que acababa de salir del ascensor. Era el detective Frost.

– ?Por que no subimos? -le dijo.

– Vengo a ver a Moore.

– Si, lo se. Por eso vine a recibirla. -Se dirigio hacia el ascensor-. ?Subimos?

En el segundo piso la condujo hacia el pasillo, a la Unidad de Homicidios. Ella no habia estado antes en este sector, y le sorprendio lo mucho que se parecia a cualquier oficina ajetreada, con sus computadoras y escritorios agrupados. El le senalo una silla y ella se sento. Sus ojos eran afables. El podia sentir su incomodidad en ese lugar extrano, y trato de que se relajara.

– ?Una taza de cafe? -pregunto.

– No, gracias.

– ?Puedo traerle alguna otra cosa? ?Una gaseosa? ?Un vaso de agua?

– Estoy bien.

El tambien tomo asiento.

– Entonces. ?De que queria hablar, doctora Cordell?

– Esperaba ver al detective Moore. Pase toda la manana en el quirofano, y pense que tal vez habia estado tratando de localizarme…

– En realidad… -Frost se detuvo, sin poder disimular su mirada de inquietud-. Le deje un mensaje a su secretaria alrededor del mediodia. De ahora en adelante, tendra que tratar conmigo sus preocupaciones. No con el detective Moore.

– Si, recibi el mensaje. Solo queria saber… -Se trago las lagrimas-. Queria saber el porque de este cambio.

– Es para… eh… ajustar la investigacion.

– ?Que quiere decir?

– Necesitamos que Moore se concentre en otros aspectos del caso.

– ?Quien lo decidio?

Frost se veia cada vez mas incomodo.

– En realidad no lo se, doctora Cordell.

– ?Fue Moore?

Hubo otra pausa.

– No.

– Entonces no es que el no quiera verme mas.

– Estoy seguro de que no es ese el caso.

No sabia si le decia la verdad o sencillamente trataba de calmarla. Noto que dos detectives del gabinete cercano la observaban, y se ruborizo con un repentino furor. ?Acaso todos menos ella sabian la verdad? ?Era lastima lo que veia en sus ojos? A lo largo de toda la manana habia paladeado los recuerdos de la noche pasada. Habia esperado el llamado de Moore, anhelando oir su voz y confirmar que el pensaba en ella. Pero no habia llamado.

Y por la tarde le habian pasado el mensaje de Frost de que en el futuro debia dirigir a el sus inquietudes.

Todo lo que pudo hacer fue mantener la cabeza en alto y contener las lagrimas mientras preguntaba:

– ?Hay alguna razon por la que no pueda hablar con el?

– Temo que no esta en la ciudad en este momento. Se marcho esta tarde.

– Ya veo. -Entendio, sin que se lo aclarara, que eso era todo lo que podia revelarle. No pregunto a donde habia partido Moore ni tampoco como localizarlo. Ya se habia expuesto lo suficiente al acercarse hasta alli, y ahora el orgullo la dominaba. En estos ultimos dos anos, la poderosa energia del orgullo habia constituido su

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