– Agente -dijo Nick mirando a Booker-. Saque a este hombre de mi escena del crimen.
Elijan Banks le habia frotado con sal cada una de sus heridas, empezando por la publicacion de una foto del momento en que la subian a un helicoptero, doce anos antes, despues de sobrevivir a duras penas de su salto al rio Gallatin. Lo que para ella habia sido una experiencia aterradora, humillante y destructiva, a el le habia hecho merecedor de un premio en algun innoble concurso periodistico. Peor aun, la foto fue publicada en los grandes periodicos de todo el pais.
No soportaba a ese hombre. Sin embargo, a veces sospechaba que no lo detestaba porque llevara a cabo su trabajo de la manera mas repugnante posible, sino porque con solo verlo le recordaba el dia mas horrible de su vida, que el habia inmortalizado en una instantanea.
El sol se habia puesto tras las cumbres del Gallatin.
Miranda estaba entumecida, pero la repentina zambullida en esas aguas heladas le recordo que tenia frio. Mucho frio.
Sharon estaba muerta. El le habia disparado en la espalda. Y ahora iba tras ella.
?Corre, Miranda, corre!
Rodo monte abajo hasta que pudo cogerse de un pequeno arbol. El rio estaba ahora mas cerca. El ruido de los rapidos se percibia como un zumbido ininterrumpido que dejaba un eco en el flanco de la quebrada.
?Donde estaba el? ?Estaba cerca? ?La tenia en la mira de su rifle?
No se atrevia a mirar atras. Si lo veia, temia quedarse paralizada, como un ciervo encandilado por los faros de un coche. Y a el no le importaria que se detuviera. La mataria y dejaria su cuerpo alli tirado para que se lo comieran las bestias carroneras, picoteada por buitres, carne de pumas…
?No! ?Basta!
Sharon.
No queria dejar atras a Sharon, pero Sharon estaba muerta, y el asesino la habria matado tambien a ella si se hubiera quedado a su lado.
Cuando le quito las cadenas que la mantenian clavada al suelo, penso que sin duda la mataria. Estaba muy debil. El les traia agua y pan duro para comer, las alimentaba despues de violarlas. Primero a Sharon.
Luego a ella.
?Basta!
Pero no podia parar. El cumulo de imagenes la perseguia mientras corria, tropezando en su carrera monte abajo, siguiendo la llamada del rio.
Si sobrevivia, volveria a donde estaba Sharon. Tenia que volver. No podia abandonarla a la intemperie, en medio del bosque. Sharon se merecia mas que eso.
Era su mejor amiga.
De pronto, la pendiente se hizo mas pronunciada. Miranda intento parar, pero el impulso que llevaba la empujo hacia delante. Cayo de rodillas y comenzo a rodar. El rio y la humedad, el rugido del agua. Y luego empezo a caer… y caer…
Fue una pura cuestion de suerte que acabara en el agua y no sobre las rocas. Sentia frio mientras corria montana abajo. Nada la habia preparado para el agua helada del rio. Toco las rocas y el fondo arenoso.
Estaba a punto de ahogarse.
Despues de todo lo que habia vivido, iba a ahogarse en el rio, el rio que, segun le habia dicho a Sharon, debia llevarlas a la salvacion.
Haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban, se impulso hacia arriba desde el fondo y la corriente la lanzo violentamente hacia delante, como a una muneca de trapo.
Alcanzo la superficie, busco aire. Se dejo flotar, dejando que el agua la transportara corriente abajo, luchando para evitar que la engulleran los violentos rapidos.
Acercate a la orilla. Te bastara con llegar a la orilla opuesta, lejos de el, y asirte a algo. A cualquier cosa.
Un recodo del rio le dio una oportunidad. Se cogio de las raices de unos arboles que le aranaron la cara. Sus manos resbalaron, y las raices quedaron atras.
Estaba tan debil. Quiza morir ahi seria lo mejor. No queria recordar. ?Cuanto tiempo las habia tenido cautivas? Al menos seis dias. ?Siete? ?Ocho? Habia perdido la nocion del tiempo, de los dias y las noches.
?Quien los llevaria hasta donde Sharon?
Choco contra una roca y grito de dolor, pero enseguida se percato de que ya no se movia. La corriente seguia queriendo empujarla, llevarsela rio abajo. Pero ella se cogio con fuerza de la roca y, finalmente, pudo ver donde estaba.
A un metro a su izquierda vio un alamo caido con una parte del tronco en el agua. Las ramas actuaban como recogedores de deshechos y convertian la orilla en un dique natural.
A un metro de la orilla.
Habia corrido kilometros por el bosque, bajando el monte y la habia arrastrado el rio. Ahora podia moverse un metro mas.
Tenia que hacerlo. Por Sharon.
Miranda respiro hondo y reunio sus fuerzas. Se inclino hacia el dique. Uno, dos.
Tres.
Pataleo y ahogo el grito que quiso escapar de su garganta al creer que habia perdido el asidero en las ramas.
Lo consiguio. Choco contra el dique y no lo solto. Lentamente, salio del rio. Tan lentamente que creia que moriria de hipotermia. En la luz muriente del dia tenia la piel de color azul. Quizas era azul.
No supo cuanto tardo en salir del agua.
Dos horas despues, la encontro el equipo de rescate.
Miranda se seco la cara humedecida por las lagrimas, recriminandose por dejar que le afectara la frivola actitud del reportero, por hacerla recordar el dia en que ella vivio y Sharon murio.
– Miranda, ?quieres hablar? -le pregunto Quinn.
Casi habia olvidado que le seguia los pasos.
– No.
Por Rebecca, Miranda estaba dispuesta a soportar la compania de Quinn. Los muertos se merecian justicia y, por mucho que le pesara, tenia que reconocer que Quinn era un tipo muy eficiente en su trabajo.
– ?Te encuentras bien? -le pregunto, con tono preocupado.
– Estoy bien. -Miranda tuvo que recordarse que a el no le importaba.
Hubo un tiempo en que si le importaba. Al menos eso creia ella.
No recordaba en que momento el respeto y el aprecio que le tenia por su actitud decidida se convirtieron en sentimiento amoroso. No habia sucedido de la noche a la manana.
El la escuchaba sin tratar de tranquilizarla. Al contrario, la estimulaba y, a pesar de que pasaban los dias sin que dieran con el asesino de Sharon, Miranda tenia la sensacion de haber logrado algo.
Tuvo que pasar un mes despues de que retiraran a Quinn de la investigacion por falta de pistas y sin que el pudiera hacer nada mas, para que Miranda empezara a sospechar que albergaba sentimientos romanticos hacia el agente del FBI. En realidad, no se habia dado cuenta de que lo anoraba hasta que el aparecio por la hosteria. Era un sabado por la manana y habian pasado tres meses desde el secuestro.
– Hola.
Nada la habria sorprendido mas que ver a Quinn Peterson entrar en el salon donde estaba ella sentada a solas, mirando por la ventana hacia el gigantesco canon mas abajo.