Miranda miro las huellas e imagino a Rebecca desnuda, temblando de frio y panico. Y de esperanza. Porque sin esperanza, no habria intentado escapar.
Miranda cerro los ojos. Si estuviera sola en ese momento, habria retrocedido en el tiempo y recordado las veces que se cayo ella. Cada vez se decia que no podia seguir. Cada vez volvia a levantarse porque tenia la esperanza de salvarse.
– Miranda -dijo Quinn, con voz queda.
Abrio los ojos enseguida. De todas las personas imaginables, Quinn no debia ser testigo de como ella revivia el pasado. Sabia demasiadas cosas acerca de ella, de lo que habia vivido. Con el tiempo, llego a creer que por eso la habia expulsado de la Academia. Quinn temia que perdiera la chaveta en medio de una operacion y pusiera en peligro al equipo y a si misma, si de pronto se quedaba atrapada en una de sus pesadillas.
Tenia que guardarse sus temores.
– Estaba lloviendo -siguio Miranda, antes de que Quinn interrumpiera su reflexion-, y el tenia que seguirla por detras. El ruido de la tormenta le dificultaria oirla, asi que no se alejaria mucho de ella. -A diferencia de cuando las perseguia a Sharon y a ella, penso. En esa ocasion el corria en una trayectoria paralela a la suya.
– Es probable que tengas razon -dijo Quinn, mirandola con una expresion rara.
Ella no quiso ver en esa expresion nada bueno ni malo, y volvio su atencion al mapa. Trazo una pequena marca roja ahi donde Rebecca habia caido.
– Mira este terreno -dijo, y se notaba excitada, a pesar de la presencia de Quinn.
Quinn miro por encima de su hombro y ella trato de no respirar junto a ese olor demasiado masculino que todavia le era familiar.
– ?Este punto? Esto es una montana.
– Si, pero aqui -dijo ella, senalando-, hay un claro. Esta zona fue talada hace muchos anos, pero volvieron a plantar. Hara unos ocho o diez anos. Estos arboles todavia son pequenos. Este sendero desemboca en el claro, asi que creo que venia desde aqui. Pero dio vueltas y vueltas y no corrio en linea recta. Estaba demasiado asustada, y no pensaba con claridad. -Sacudio la cabeza, queriendo librarse mentalmente del miedo de Rebecca-. Pero nosotros podemos coger un atajo y llegar al claro en menos de treinta minutos.
– No -dijo Quinn, sacudiendo la cabeza-. Nos quedamos en el camino que siguio Rebecca. Estamos buscando pruebas.
Ella apreto los punos, frustrada, y se giro para encararlo.
– Podemos volver por el camino que tomo ella, pero estoy convencida de que cruzo el claro. Por eso el sabia donde estaba. Con la lluvia y la escasa visibilidad, no podia arriesgarse a darle demasiada ventaja. Y el terreno habria sido mas un obstaculo para ella que para el, puesto que iba descalza.
La emocion de Miranda iba en aumento a medida que todo se aclaraba en su cabeza.
– No corrio mucho rato. No podia. El no se habria arriesgado a ello, porque estaba oscureciendo y la lluvia arreciaba. Lo cual significa que la barraca esta cerca. ?Tiene que estar cerca!
Quinn se la quedo mirando un rato largo. ?Acaso se mostraria contrario a su hipotesis? Miranda no podia creerlo. Conocia esas tierras como la palma de su mano; sabia como pensaba el Carnicero. Sabia que vivia para la caza mas que para la violacion. Sin embargo, a ninguna de ellas les habia dado una gran ventaja. Dos minutos. Les habia dicho a Sharon y a ella. Dos minutos, y se convirtieron en presas a abatir.
Estaba a punto de exigirle a Quinn que demostrara que su plan era mejor. Confiaba en su propia experiencia y formacion para fundamentar su punto de vista. Y el dijo:
– De acuerdo.
Antes de que cambiara de parecer, ella sonrio.
– Sigueme -dijo. Se aparto del estrecho sendero y corto a traves de arboles y malezas.
Por experiencia, Quinn sabia que era probable que Miranda tuviera razon. Era un razonamiento valido y confirmaba que, al menos en lo que se referia a la busqueda, ella seria mas una ayuda que un estorbo.
El aire estaba mas frio, humedo y oscuro en medio del bosque. El olor a humedad que manaba de la tierra despues de la tormenta hizo pensar a Quinn en la vida y la muerte, como si el bosque hubiera renacido, lavado por la lluvia.
Si encontraban la cabana donde el Carnicero habia encerrado a Rebecca, puede que encontraran pistas que los condujeran hasta el. Durante anos habia sido muy escurridizo; no se podia deducir que siguiera un patron en sus secuestros, pero si que actuaba en primavera. Abril, mayo y junio.
Doce anos antes no habian detectado un patron de comportamiento. Cuando Miranda y Sharon fueron raptadas, el mes del ano no tuvo una relevancia especial. Sin embargo, en su investigacion del secuestro de las hermanas Denver, la companera de Quinn, Colleen Thorne, se dio cuenta de que el dato de que actuaba en la primavera era evidente. Todas las victimas del Carnicero habian desaparecido en primavera.
Habian consultado con Hans Vigo, el principal experto del FBI en perfiles psicologicos, y este declaro que la estacion tenia una importancia especial para el asesino, o que algo en su trabajo o vida personal le impedia matar el resto del ano.
Quiza fuera simplemente una cuestion de conveniencia. La temporada de caza en Montana se abria sobre todo en los meses de otono. En primavera seria menos probable un encuentro accidental con alguien porque los cazadores autorizados no salian en busca de presas. Sin embargo, la clave de la psicologia de este asesino en concreto, dijo Vigo, era que necesitaba ejercer un control total. Cuando Quinn pregunto por que renunciaba a ese control dando a las victimas tiempo para escapar, Vigo le recordo que las mujeres no controlaban en absoluto su situacion. Estaban desnudas, heridas, debilitadas por una dieta a base de pan y agua, y la ventaja de dos minutos no era mas que una treta. Podia alcanzarlas con facilidad, guardando una distancia suficiente para que la victima pensara que podia escapar y, cuando se cansaba de la caceria, entraba a matar.
Eso queria decir que de pequeno el asesino habria estado sometido a un padre o madre dominante y maltratador. Los malos tratos eran a la vez fisicos y mentales, y si el se resistia, el castigo por su desobediencia era severo. Era probable que en algun momento de la infancia lo hubieran encerrado, quizas en un cuarto pequeno, o que lo hubieran maniatado.
Tendria un empleo donde no mantendria demasiado contacto con las personas. Superficialmente, funcionaria con normalidad y no habria senales del severo trastorno que sufria, pero no le iria bien en situaciones en que tuviera que estar en contacto constante con personas.
El Carnicero no controlaria demasiado la orientacion de su profesion, pero eso seria sobre todo culpa suya. Se veria relegado a trabajos de menor categoria debido a su incapacidad para relacionarse con las personas en un contexto cotidiano. Quiza tuviera una tarea repetitiva, en una fabrica, donde se repetian las tareas, lo cual le provocaria una gran frustracion, puesto que aquel hombre poseia una inteligencia superior a la media. Era posible que trabajara al aire libre, por ejemplo, en la construccion, moviendose de obra en obra sin establecer vinculos estrechos con los companeros de trabajo.
Nunca habian encontrado un sospechoso. Cada vez que desaparecia una estudiante de la Universidad de Montana State, interrogaban a sus novios, ex novios y profesores de facultad, para luego descartarlos como sospechosos. El asesino era un hombre dotado de una fuerza fisica superior a la normal, una gran paciencia y un conocimiento exhaustivo del territorio entre Bozeman y la frontera norte del Parque Nacional de Yellowstone. Sabia donde se encontraba cada cabana en el bosque, cada barraca abandonada, todos los lugares donde podria tener cautivas a una o dos mujeres durante una semana para torturarlas y violarlas cuando le viniera en gana.
Ninguno de los hombres que habian interrogado mostraban ese perfil.
Quinn admiraba a Miranda por su manera de procesar mentalmente la informacion. Y, desde luego, nunca habia dudado de su inteligencia. Lo suyo era una combinacion de sentido comun, conocimientos e intuicion que, la mayoria de las veces, la orientaba en la direccion correcta.
Se mordio la lengua. No queria reconocer que aun sentia algo por Miranda. Joder, si pensaba en ella sin parar. En sus momentos mas flojos, entre la medianoche y el amanecer, era cuando su decision de no pensar en ella flaqueaba y entonces la recordaba como era, su sabor, como le sonreia cuando el la estrechaba.
No sabia cuando se habia enamorado de ella. Cuando la visito aquel primer sabado despues de que la investigacion sobre el Carnicero se suspendiera por falta de pruebas, sabia que volveria a Montana cada vez que tuviera un momento libre. Pasaba con ella al menos un fin de semana al mes. No la presionaba, no podia hacerlo,