Echo una mirada. Tendida sobre la cama habia una mujer de unos cincuenta anos. Los ojos vacios miraban directamente a Rowan, atrapados en el terror. Unas moscas pequenas volaban en torno a su cabeza. Tenia un unico orificio de bala en la frente.
La almohada estaba manchada de un color rojo oscuro. Sangre seca. Aquella mujer estaba despierta cuando la mataron. Adivinaba su destino, y sus ojos reflejaban aquel terror. Cuando Rowan desvio la mirada, ya sabia quien era la mujer. Ella y John habian visto su foto en las noticias mientras pernoctaban en la casa de seguridad en Cambria. La mujer venia del hospital despues de visitar a su primera nieta, recien nacida en algun lugar de Arizona, cuando desaparecio. Rowan no habia pensado en ello en aquel momento, pero como cualquier agente avezado del FBI, tomo nota mental de la foto.
Arizona, en el camino de Texas a California.
Grito con todas sus fuerzas.
Al otro lado de la puerta, Bobby se echo a reir.
Capitulo 27
Adam sonaba.
Conducia el camion de Barry. Se detenia en el puesto de flores y el hombre adinerado ya estaba ahi. Pero ahora lo veia como en la foto. La foto que le habia ensenado John. Pelo rubio, ojos azules. Pero no eran unos ojos agradables. Eran frios. Azules y frios.
– Te gustan los lirios.
Adam nego con la cabeza.
– No, no. Detesta los lirios. La ultima vez rompio el jarron.
– Confia en mi.
– No. Yo quiero comprar rosas. Rosas blancas.
Y eso hacia. Pero en el momento de ir a aparcar en la entrada de la casa de Rowan, ya no conducia el camion de Barry y ya no tenia rosas blancas.
Estaba en el coche de Rowan y tenia lirios. Los escondio detras de la espalda para que ella no los viera.
– No puedo creer que nunca hayas visto una puesta de sol en el mar -decia Rowan, mientras abria la puerta. Adam la siguio hasta el balcon y, al principio, estaba un poco asustado. El mar parecia condenadamente grande. El no sabia nadar.
– ?Quieres unas galletas?
El decia que si con una sonrisa y Rowan volvia al interior.
Adam miraba el oceano, temeroso y, a la vez, asombrado ante aquella inmensidad. Jamas habia visto algo asi. Lo habia visto en las peliculas, desde luego, pero nada parecido a eso. Estaba sentado en la cima del mundo, y aquello le daba una sensacion de poder.
Algo lo encandilo, como un destello. Se volvio hacia la direccion de donde venia. La casa vecina a la de Rowan. Miro hacia la ventana de la segunda planta, y las cortinas se agitaron.
Y entonces lo vio. El hombre adinerado.
Rowan paso varios minutos hecha un ovillo en un rincon antes de recuperar la compostura. El impacto sufrido tras ver a la abuela muerta empezaba a disiparse, y ahora sintio la magnitud de la locura enfermiza de los crimenes de Bobby.
Alguien tenia que luchar por las victimas.
?A cuantos inocentes habia matado Bobby, solo porque queria atormentarla a ella? ?Solo porque ella era la unica superviviente?
– Te matare, Bobby MacIntosh -dijo en voz alta, y su unico testigo era la mujer muerta.
Busco cualquier cosa que pudiera usar como arma. Cualquier cosa. Pero no habia nada. Bobby habia dejado la habitacion vacia. Ni siquiera quedaba gel de ducha en el cuarto de bano, ni una hoja de afeitar en la ranura entre dos tablas, ni un colgador de alambre en el armario. Nada.
Tendria que depender de su propia fuerza y de su entrenamiento. Se situo detras de la puerta y pego el oido. Espero.
John descargo un punetazo en la mesa de la sala de reuniones del FBI. Era pasada la medianoche y no tenian ni una sola pista.
Un loco se habia apoderado de Rowan y estaba en alguna parte, pero John no tenia ni idea de por donde comenzar a investigar. Era como si hubieran desaparecido de la faz de la tierra.
Peter O'Brien estaba sentado ante una mesa, en actitud discreta y silenciosa. John casi habia olvidado que estaba en la sala hasta que lo oyo hablar.
– Rowan es fuerte. No se dara por vencida.
– La ha estado atormentando. Enviandole pruebas de sus crimenes. Recuerdos -dijo, con voz amarga.
– Pero ella no se vino abajo. -Peter hizo una pausa-. Hace cuatro anos, cuando dejo el FBI, pensaba que se estaba volviendo loca, como nuestro padre, y que la soledad era la unica manera de conservar la cordura. Intente explicarle que ella era mas fuerte de lo que creia, y que reconocer que necesitaba estar un tiempo lejos era una prueba de que estaba mas sana que mucha gente. -Peter sacudio la cabeza-. Rowan no me entendio.
John le lanzo una mirada.
– Creo que ahora lo entiende. Pero MacIntosh es un asesino violento. Inteligente. Listo. -Se hundio en una silla y se inclino hacia delante con gesto de impotencia. Se dio con la cabeza en la superficie pulida de la mesa de reuniones, intentando ver donde habia fallado.
– Deberia haberla llevado conmigo -dijo John-. Tendria que haber sabido que no se quedaria quieta.
– A Rowan no le gusta que otros libren sus batallas en su lugar -asevero Peter, con un gesto de asentimiento-. Pero no duda a la hora de librar las batallas de otros.
John se echo hacia atras en la silla y lo miro.
– ?Que sabia en ese momento? ?Sabia que su hermano era tan retorcido?
Peter fruncio el ceno y cerro los ojos.
– Bobby sentia verdadero placer atormentando a las mujeres de la casa. Y a mi tambien, pero sobre todo a las chicas. A nuestra madre la llamaba puta. La acusaba de acostarse con los vecinos, con el jefe de Papa, con cualquiera. Ella se ponia a llorar, pero nunca le daba un correctivo. Nunca lo castigaba. Probablemente no podia…
»Mi madre nos queria, pero adoraba a nuestro padre -continuo Peter, y guardo silencio-. Papa le pegaba. Yo solo lo vi un par de veces, pero fui testigo de las consecuencias en muchas ocasiones. Siempre estaba muy arrepentido despues de pegarle, y ella nunca hablaba de ello.
»Sin embargo, una vez oi a Bobby gritar a Papa y decirle que dejara de pedir perdon. Le dijo que ella se lo merecia. Papa le pego, y Bobby se fue por unos dias. Aunque mi madre estaba preocupada por el, fue como si la casa hubiera quedado despejada de una nube negra. Todos respirabamos mas tranquilos. Pero luego volvio. Y todo fue a peor.
Peter abrio los ojos y miro a John.
– He tenido que dar consejos a mujeres que sufren maltrato. Les he explicado que el hecho de que su marido sea el jefe del hogar no les da derecho a hacerles dano. He ayudado a muchas mujeres a dejar a sus maridos y buscar ayuda. Detesto romper una familia, pero se que si esas mujeres no se van, podrian acabar como mi madre. Muertas. Y huerfanos sus hijos inocentes. O peor. Cuando se van, lo hacen por sus hijos. No por ellas mismas. Por algun motivo, en lo mas profundo, creen que ellas se merecen el maltrato. O que su marido cambiara. O creen que el arrepentimiento de su marido es sincero.
»Durante todos los anos y con todas las familias a las que he apoyado, muchas en situaciones de maltrato, solo un marido se ha arrepentido y ha superado su violencia -dijo Peter, suspirando, con voz cansada-. Las estadisticas no son muy halaguenas.