de modo que lo llame y le pregunte si podia pasar por su casa.

– ?Que hora era?

– Hacia las ocho. Me marche de su casa a las nueve y media.

– ?Comento si esperaba a alguien mas?

– No.

– ?Y cual era su estado de animo cuando usted se marcho?

– Parecia estar bien. Habiamos hablado de todo lo que le preocupaba acerca del caso.

– Pero ayer no vino a trabajar.

– No. Habia solicitado tomarse el lunes libre para hacer compras de Navidad, segun dijo. Si hubiera sabido…

Desvio la mirada y se tomo unos segundos para recobrar la compostura.

– ?Habia dado senales ultimamente de tener algun problema emocional?

Savard lanzo un suspiro, en apariencia absorta en la impresionante belleza de una fotografia en blanco y negro colgada de la pared, en la que se veia un hermoso paisaje invernal.

– A decir verdad, estaba muy callado, como bajo de moral, y habia adelgazado un tanto. Sabia que tenia problemas con uno de sus casos y que tampoco le iba demasiado bien en su vida personal, pero no me parecia que pudiera resultar un peligro para si mismo. A Andy se le daba bien interiorizar los problemas.

– ?Iba al psicologo?

– Que yo sepa no. Ojala hubiera insistido mas para que fuera.

– Entonces, ?se lo sugirio en algun momento?

– Siempre dejo claro a mi gente que el psicologo del departamento esta ahi por algo. Asuntos Internos puede ser un hueso duro de roer; es un trabajo que implica bastante tension.

– Claro, imagino que destruir a otros policias puede tener sus inconvenientes -mascullo Liska mientras tomaba notas.

– Los policias se destruyen a si mismos, sargento -puntualizo Savard en tono gelido-. Nosotros nos limitamos a impedir que destruyan a otras personas. El servicio que prestamos es muy necesario.

– No pretendia insinuar lo contrario.

– Por supuesta que lo pretendia.

Liska se removio en la silla sin lograr sostener la penetrante mirada de los ojos verdes de Savard.

– He perdido a un buen investigador y a un joven al que apreciaba mucho -prosiguio Savard-. ?Cree usted que no me afecta? ?Acaso cree que por las venas de las ratas de Asuntos Internos corre agua helada?

Liska clavo la mirada en su regazo.

– No, senora. Lo siento.

– Ya. Esta ahi sentada preguntandose si me quejare a su teniente.

Liska guardo silencio porque Savard tenia toda la razon. Le preocupaba mas como aquella cagada podia afectar a su carrera que si sus palabras habian ofendido a Savard a nivel personal. Triste pero cierto. Anteponia su carrera a todo cuando no estaba demasiado ocupada metiendo la pata. La fuerza de la costumbre, en ambos casos. La ambicion profesional era una parte de la mentalidad de superviviente que la habia mantenido a flote durante toda su vida. La otra era una tendencia desafortunada que habia frenado su ascenso en mas de una ocasion.

– No se preocupe, sargento -la tranquilizo Savard en tono cansino-. Estoy demasiado curtida.

– ?Cree que Andy Fallon se suicido? -pregunto Liska tras un silencio incomodo.

La frente de Savard se arrugo delicadamente.

– ?Acaso cree usted algo distinto? Tengo entendido que Andy se ahorco.

– Lo encontramos ahorcado, si.

– Dios mio, no creera que fue…

La teniente se interrumpio antes de pronunciar la palabra «asesinado», consciente de que ante ella se sentaba una detective de Homicidios.

– Puede que fuera un accidente -explico Liska-. No podemos descartar la asfixia autoerotica… A decir verdad, en estos momentos no sabemos que ocurrio.

– Un accidente -repitio Savard, bajando la mirada-. Eso tambien seria terrible, pero sin duda menos que cualquiera de las alternativas. Sea como fuere, el ahorcamiento no es un modo facil de morir.

Se llevo la mano al cuello un instante, pero la aparto enseguida.

– No creo que exista un modo facil de morir -opino Liska-. Al menos, el ahorcamiento es rapido; no se tarda mucho en perder el conocimiento, un par de minutos a lo sumo.

Pero de repente se les ocurrio a ambas como podia llegar a ser ese par de minutos. Liska trago saliva.

– ?En que estaba trabajando? ?En ese caso sobre el que hablaron el domingo por la noche? ?De que se trataba?

– No puedo decirselo.

– Estoy investigando una muerte, teniente. ?Y si Andy Fallon no se suicido? ?Y si ha muerto a causa de uno de sus casos?

Espero unos instantes a ver si Savard se desmoronaba, pero comprendio que eso no sucederia en los proximos diez anos.

– Sargento Liska, Andy estaba deprimido -senalo Savard con calma-. Lo encontraron ahorcado. Imagino que en la casa no faltaba nada, ?verdad? Nadie habla de «presunto suicidio» cuando la puerta esta forzada y el equipo de musica ha desaparecido. No veo el crimen por ninguna parte, sargento -prosiguio-. Tan solo veo una tragedia.

– Es una tragedia en cualquier caso -puntualizo Liska-, pero a mi me corresponde dilucidar los detalles. Solo intento hacer mi trabajo, teniente. Querria ver los expedientes y las notas de los casos de Andy.

– Imposible. Esperaremos los resultados de la autopsia

– Es Navidad -le recordo Liska-, y los suicidios se amontonan. Podrian pasar varios dias antes de que le tocara el turno a Fallon.

Savard no pestaneo siquiera.

– Una investigacion de Asuntos Internos es un asunto muy serio, sargento. No quiero que los detalles salgan a la luz a menos que sea absolutamente necesario. Podria resultar perjudicada la carrera de algun policia.

– Creia que ese era su objetivo -espeto Liska al tiempo que se levantaba.

Cerro el cuaderno, se lo guardo en el bolsillo de la chaqueta e hizo una mueca.

– Vaya, otra vez ese tono. Lo siento mucho -se disculpo sin remordimiento alguno-. En fin, cuando le cuente a mi teniente lo impertinente que soy, no olvide mencionar que se niega a cooperar en la investigacion de una muerte, teniente Savard. Puede que el tenga mas suerte y logre convencerla.

Le dedico un saludo burlon y salio del despacho.

La recepcionista ni siquiera levanto la mirada. La puerta del tipo trajeado seguia cerrada. Liska oyo dos voces que discutian, pero no alcanzo a discernir el contenido de la conversacion. En cualquier caso, Fosforito habia acudido por algo relacionado con Andy Fallon, y el caso habia sido asignado a otro.

Salio al pasillo y miro a su alrededor. Estaba desierto, al menos de momento. Con frecuencia, el edificio producia esa impresion pese a que estaba abarrotado de policias, delincuentes, funcionarios y ciudadanos. Liska se dirigio a la fuente situada frente a la sala 126 y espero.

Al cabo de unos tres minutos, la puerta se abrio y por ella salio Fosforito con el rostro de un matiz colorado que no casaba en absoluto con el tono de su parka. Se acerco a la fuente, se mojo las manos y se las paso delicadamente por las mejillas. Respiraba hondo por entre los labios fruncidos en un esfuerzo visible por recobrar la calma.

– Un lugar exasperante, ?eh? -comento Liska.

Fosforito giro sobre sus talones. Tenia los ojos de color verde muy claro, casi traslucido, y en ellos se pintaba una expresion suspicaz.

– Yo tampoco he conseguido lo que queria -confio Liska mientras se acercaba a el-. No tenga reparo en odiarlos. Todo el mundo odia a Asuntos Internos. Yo los odio, y eso que trabajo aqui.

– Razon de mas, ?no? -repuso Fosforito-. Desde luego, a juzgar por lo que he visto, parece un lugar odioso.

– ?Es usted policia? -pregunto Liska con los ojos entornados-. ?De Narcoticos? Porque si fuera de otro

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