departamento lo conoceria.
Si ese tipo era policia ella era Beethoven, pero la pregunta le hizo ganar varios puntos. Al verlo de cerca le sorprendio comprobar que apenas era tan alto como ella, y varios centimetros de su estatura se debian a las suelas de los estrafalarios zapatos que llevaba. Era menudo, sin lugar a dudas. Llevaba rimel y brillo de labios, asi como cinco pendientes en una oreja.
– Solo un ciudadano preocupado -repuso por fin, mirando a ambos lados del pasillo.
– ?Y que es lo que le preocupa?
– La injusticia.
– Pues en teoria, ha venido al lugar adecuado.
Liska saco una tarjeta del bolsillo y se la alargo.
– Pero tal vez haya hablado con las personas equivocadas.
– Tal vez.
Dicho aquello, Fosforito se guardo la tarjeta en el bolsillo de la parka y se alejo.
Capitulo 6
Neil Fallon no solo habia abandonado a su padre, sino tambien la ciudad. Kovac condujo hacia el oeste por la ancha autopista 394, que se estrecho a una carretera de dos carriles, luego de uno y por fin de uno sin arcen, el ultimo extremo de una via que bordeaba los dedos de agua del lago Minnetonka. En otras vias de servicio asfaltadas que flanqueaban el lago se alzaban antiguas mansiones que se habian hecho construir los grandes magnates de la madera y los industriales, asi como mansiones nuevas construidas en anos recientes para deportistas profesionales y estrellas del rock. Sin embargo, en la zona del lago donde se encontraba Kovac, las parcelas eran demasiado pequenas para levantar viviendas ostentosas. Habia cabanas casi suspendidas sobre las orillas y semiocultas entre los grandes pinos, en algunos casos casitas de veraneo, en otros, refugios de pesca que deberian haberse demolido una o dos decadas atras, o bien modestas viviendas permanentes.
El hermano de Andy Fallon poseia un variopinto racimo de cabanas agrupadas en una cuna de tierra situada entre el lago y un cruce de caminos. El establecimiento de Fallon, combinacion de bar y tienda de cebos vivos, era el mas cercano a la carretera, un edificio apenas mas espacioso que un garaje para tres coches, con revestimiento verde y ventanas demasiado pequenas que conferia al lugar el aspecto de tener los ojos entornados. En las ventanas brillaban rotulos fluorescentes que anunciaban la venta de cerveza Miller's y Coors, asi como de cebos vivos.
La idea de almorzar se marchito y murio en el estomago vacio de Kovac. Aparco el destartalado Chevrolet Caprice en el pequeno estacionamiento helado, apago el motor y escucho su renqueo. Conducia el mismo coche del parque del departamento desde hacia mas de un ano. En aquel periodo, ningun mecanico habia sido capaz de curarle el hipo o arreglar la calefaccion para que soltara algo mas que un soplo de aire tibio. Habia solicitado otro coche, pero el papeleo habia desaparecido en un agujero negro burocratico, y nadie le devolvia las llamadas. Tal vez su expediente como conductor guardara alguna relacion con aquel silencio, pero preferia creer que le estaban jodiendo vivo, ya que asi tenia la excusa perfecta para estar cabreado.
Una mesa de billar ocupaba gran parte del espacio en el bar. De las paredes revestidas de madera vieja de granero colgaban docenas de fotos de personas, a buen seguro clientes, sosteniendo peces en alto. En la pantalla del televisor colocado sobre la diminuta barra se veian imagenes de un culebron. Detras de la barra, una mujer corpulenta de cabello castano ralo y con un cigarrillo colgado de la comisura de los labios lavaba una jarra de cerveza con un pano sucio. No olvides beber a morro, Kovac. Al otro lado de la barra, una rata de lago con la mitad de la dentadura desaparecida en combate y una mugrienta gorra de beisbol roja ladeada sobre el craneo se sentaba en un taburete.
– Hope nunca le haria una cosa asi a Bo -sentencio hurana la mujer-. Pero si es el amor de su vida, joder.
– Era -corrigio la rata de lago-. A ver si prestas mas atencion, Maureen. Stephano le metio un microchip en el cerebro que la hace malvada. Gina la Malvada, asi es como la llaman ahora.
– Chorradas -espeto Maureen, y la ceniza de su cigarrillo se tino de rojo por un instante.
Kovac carraspeo.
– ?Neil Fallon?
La mujer lo miro de arriba abajo.
– ?Que vendes?
– Malas noticias.
– Esta en la parte trasera.
Menuda amiga.
La mujer le indico la puerta de la cocina con una inclinacion de cabeza.
La cocina era tan abigarrada como una tombola de feria, y apestaba a grasa rancia y trapos sucios. O quiza ese hedor mohoso procedia de pececillos muertos. Kovac mantuvo las manos en los bolsillos y el abrigo bien apretado contra si, intentando no preguntarse donde guardaba Neil los cebos vivos.
Fallon estaba en la entrada sin puerta de un gran cobertizo almacen. Tenia el mismo aspecto que Mike veintitantos anos antes, con la complexion de un toro, rostro carnoso y rubicundo, y cierto rictus amargo en la boca. Se volvio hacia Kovac mientras este cruzaba el patio, se encajo unas gafas de soldador sobre los ojos y siguio trabajando en el esqui de una motonieve. Las chispas salian disparadas del soplete como una exhibicion de fuegos artificiales diminutos y relucientes contra la penumbra del cobertizo.
– ?Neil Fallon? -grito Kovac para hacerse oir por encima del estruendo al tiempo que sacaba la placa y la sostenia en alto, aunque fuera del alcance de las chispas-. Kovac, de la policia de Minneapolis.
Fallon retrocedio un paso, apago el soplete y se subio las gafas. En su rostro no se advertia expresion alguna.
– Ha muerto.
Kovac se detuvo a un metro de la motonieve.
– ?Lo ha llamado alguien?
– No, es que siempre he sabido que enviarian a un policia para decirmelo. Ustedes eran mas su familia que yo.
Se saco un panuelo rojo del bolsillo del mono y se enjugo el rostro sudoroso a pesar de la baja temperatura.
– Bueno, ?que ha pasado? ?El corazon? ?O se emborracho y se cayo de la puta silla?
– No he venido por su padre -aclaro Kovac.
Neil se lo quedo mirando como si le hablara en chino.
– He venido por Andy. Ha muerto. Lo siento.
– Andy.
– Su hermano.
– Joder, ya se que es mi hermano -espeto Fallon.
Con mano insegura, dejo el soplete sobre un banco de trabajo, se quito los guantes y luego arrojo las gafas de soldador lejos de si como si le quemaran. Aterrizaron con un golpe sordo entre un monton de bombonas de gas viejas.
– ?Muerto? -mascullo sin aliento-. ?Como que muerto? ?Como va a estar muerto? No puede estar muerto.
– Por lo visto, se suicido. O quiza fuera un accidente.
– ?Suicidio? Joder…
Respirando con dificultad, se acerco a una taquilla oxidada colocada junto al banco de trabajo, saco una botella medio vacia de whisky Old Crow y bebio dos largos tragos. Acto seguido dejo la botella, se inclino hacia delante, sepulto el rostro entre las manos y solto una larga retahila de juramentos.
– Andy… -Escupio en el suelo-. Suicidio… -Escupio de nuevo-.Joder…