manos y rozando hombros como si fuera el Papa repartiendo bendiciones prefabricadas.
– ?Vaya, Kojak, viejo guerrero! -grito para hacerse oir por encima del estruendo antes de estrechar la mano de Sam con extrema firmeza.
Kovak se levanto, y el suelo parecio vacilar bajo sus pies, tal vez por los efectos de su encontronazo con el estante o por la mezcla de analgesicos y alcohol. Con toda seguridad, no se debia a la emocion de acaparar la atencion de Wyatt. Maldito cabron, mira que llamarlo Kojak. Sam odiaba ese mote, y la gente que lo conocia bien solia usarlo para cabrearle.
Uno de los paniaguados se acerco Polaroid en ristre, y el flash estuvo a punto de dejarlo ciego.
– Para el album de recortes -explico el sirviente, un guaperas de treinta y tantos anos, cabello negro reluciente, ojos azul cobalto y el fisico propio para salir en una serie de segunda.
– Tengo entendido que has recibido otro mamporro por la causa -grito Wyatt sin dejar de sonreir-. Maldita sea, Kojak, dejalo ahora que todavia estas a tiempo.
– Me quedan siete anos, colega -repuso Kovak-. No es que los peces gordos del cine se peleen por mi precisamente. Por cierto, felicidades.
– Gracias. El hecho de que el programa se retransmita por la television nacional puede marcar la diferencia.
En tu cuenta bancaria, penso Kovac, aunque se guardo de decirlo. A tomar por el culo. Nunca le habian atraido los trajes de diseno ni hacerse la manicura una vez por semana. No era mas que un poli, y eso era lo que siempre habia querido ser. Ace Wyatt, en cambio, siempre habia tenido las miras puestas en destinos mas grandes, mejores, mas brillantes. Queria alcanzar las esferas mas altas del poder y hacerse con todas y cada una de ellas.
– Me alegro de que hayas podido venir a la fiesta, Sam.
– Ya sabes, soy poli. Dondequiera que haya comida y bebida gratis, ahi voy yo.
La mirada de Wyatt ya buscaba manos mas importantes que estrechar. El guaperas de su sequito llamo su atencion sobre la camara de television, y la sonrisa de Wyatt se intensifico unos cuantos centenares de vatios mas.
Liska se levanto de su silla como impulsada por un resorte y alargo la mano antes de que Wyatt tuviera ocasion de alejarse.
– Capitan Wyatt, soy Nikki Liska, de Homicidios. Es un placer conocerlo; me gusta mucho su programa.
Kovac la miro con las cejas enarcadas.
– Es mi companera, una rubia ambiciosa -la presento.
– Eres un tipo con suerte -comento Wyatt con cierto machismo bonachon.
Los musculos de las mandibulas de Liska se contrajeron como si estuviera tragando algo desagradable.
– Su idea de reforzar los vinculos entre las comunidades y sus departamentos de policia a traves del programa e Internet me parece una innovacion excelente -prosiguio.
Wyatt se regodeo en el elogio.
– America es una cultura multimedia -proclamo en voz alta mientras la reportera de television, una morena ataviada con una llamativa americana roja, se acercaba microfono en mano.
Wyatt se volvio hacia la camara y se inclino hacia la mujer para oir su pregunta.
Kovac miro a Liska con expresion desaprobadora.
– ?Que pasa? A lo mejor me da trabajo como asesora tecnica. Se me daria muy bien -se defendio su companera con una sonrisita traviesa-. Podria ser mi trampolin para salir en peliculas de Mel Gibson.
– Me voy a mear.
Kovac se abrio paso entre la muchedumbre que habia acudido a gorrear el alcohol pagado por Ace Wyatt y a engullir alitas de pollo picantes con tacos de queso rebozado. La mitad de los asistentes ni siquiera conocian a Wyatt ni, por descontado, habian trabajado con el, pero tenian mucho gusto en celebrar su jubilacion. Habrian celebrado con el mismo gusto el cumpleanos del diablo si con ello pudieran disfrutar de barra libre.
Paseo la mirada por el fondo del establecimiento, donde los adornos navidenos que reflejaban la cegadora luz de los focos surtian un efecto surrealista. Era un mar de personas, muchas de las cuales le sonaban, pero pese a ello se sentia tremendamente solo. Vacio. Habia llegado el momento de pillar una cogorza de mil pares de narices o irse a casa.
Liska revoloteaba en las inmediaciones del sequito de Wyatt, intentando congraciarse con el sirviente principal. Wyatt se habia alejado un poco para saludar a una rubia atractiva y de expresion seria que le resultaba vagamente familiar. El capitan le habia apoyado una mano en el hombro y se inclinaba hacia ella para decirle algo al oido. Elwood intentaba acabar el solito con el bufet libre. Tippen se esforzaba por ligarse a una camarera que lo miraba como si acabara de pisar algo muy desagradable.
No repararian en su ausencia hasta que el bar estuviera a punto de cerrar, y aun entonces la anoranza seria mas que pasajera.
?Donde esta Kovac? ?Se ha ido? Pasame los cacahuetes.
Se dirigio hacia la puertas.
– ?Eras el mejor poli del cuerpo, joder! -vocifero de repente un borracho-. ?Y los que no esten de acuerdo que vengan a hablar conmigo! ?Vamos, vamos! ?Daria las dos piernas por Ace Wyatt!
El borracho estaba sentado en una silla de ruedas ladeada sobre los tres escalones que conducian a la sala principal del bar, donde se hallaba Wyatt, y no tenia piernas que dar, pues las suyas habian quedado inutilizadas veinte anos antes. De ellas no quedaba mas que los huesos escualidos y los musculos atrofiados. En cambio, poseia un rostro relleno y colorado, y un torso poderoso como un tonel.
Kovac sacudio la cabeza y avanzo hacia la silla de ruedas en un intento de captar la atencion de su anciano ocupante.
– ?Eh, Mikey! Que nadie te lo discute -dijo. Mike Fallon se lo quedo mirando sin reconocerlo y con los ojos relucientes de lagrimas.
– ?Es un puto heroe, y que nadie se atreva a decir lo contrario! -espeto enojado mientras extendia un brazo en direccion a Wyatt-. ?Quiero a ese hombre! ?Lo quiero como si fuera mi propio hijo!
La voz del anciano se quebro al pronunciar la ultima palabra, y su rostro se contrajo en una mueca de dolor que no guardaba relacion alguna con la cantidad de whisky Old Crow que habia ingerido en las ultimas horas.
Wyatt perdio la sonrisa de anuncio mientras caminaba hacia el. De repente, la mano izquierda de Mike Fallon cayo sobre la rueda de la silla. Kovac dio un salto hacia delante y choco con otro borracho.
La silla cayo por la escalinata, y su ocupante salio despedido. Mike Fallon cayo al suelo como un saco de patatas.
Kovac empujo a un lado al otro borracho y descendio los tres escalones. La muchedumbre habia retrocedido unos pasos por el susto. Wyatt permanecia inmovil a unos tres metros de distancia, mirando a Mike Fallon con el ceno fruncido.
Kovac apoyo una rodilla en el suelo.
– A ver, Mikey, vamos a levantarte. Parece que has vuelto a confundir la cara con el culo.
Alguien enderezo la silla de ruedas. El anciano se tendio de espaldas e hizo un desesperado intento por incorporarse, aunque lo unico que consiguio fue retorcerse como una foca varada mientras las lagrimas le rodaban por las mejillas. Un tipo al que Kovac conocia de Atracos lo asio de una axila mientras el lo asia de la otra, y entre los dos volvieron a sentar a Fallon en la silla.
Los presentes les dieron la espalda, sintiendo verguenza ajena por el anciano. Fallon inclino la cabeza en un ademan de abyecta humillacion, una imagen que Kovac habria deseado no presenciar jamas.
Conocia a Mike Fallon desde el dia en que ingreso en el cuerpo. Por aquel entonces, todos los patrulleros de Minneapolis conocian a Iron Mike y seguian su ejemplo y sus ordenes. Muchos de ellos habian llorado como ninos cuando recibio los disparos que le inutilizaron las piernas. Pero verlo en aquel estado, quebrado en todos los sentidos, rompia el corazon.
Kovac se arrodillo junto a la silla y apoyo una mano en el hombro de Fallon.
– Venga, Mike, vamonos a casa, ?vale? Yo te llevo.
– ?Estas bien, Mike? -inquirio Wyatt con voz forzada cuando por fin se acerco.
Fallon extendio una mano temblorosa hacia el, pero no consiguio reunir valor suficiente para alzar la mirada cuando el capitan se la estrecho.
– Te quiero como a un hermano, Ace, como a un hijo. Mas aun. Sabes, no tengo palabras para…