Nadie reparo en su presencia cuando entro en las oficinas del departamento. Tal vez se quedara a pasar la noche, penso mientras guardaba el bolso en el cajon. Tal vez durmiera bajo la mesa, como los indigentes que buscaban cobijo en portales y pasadizos cuando todo cerraba.

Encendio el ordenador, se volvio para quitarse el abrigo… y vio a Derek Rubel en el extremo mas alejado del cubiculo, empunando un arma.

– Cuentame la historia. Desde el principio.

En la estancia reinaba un silencio tal que Savard lo percibia como una presion contra los timpanos.

Wyatt estaba sentado a su mesa, con la mirada clavada en ella y en el arma. Savard habia colocado una grabadora sobre la mesa. Estaban en casa de el, a solas. Wyatt se habia casado una vez en los anos transcurridos desde el asesinato de Bill Thorne, pero el matrimonio no habia durado.

– Cuentame la historia -insistio-. No malgastes la cinta.

– Amanda… ?por que haces esto? -pregunto Wyatt con expresion dolida.

– Andy Fallon ha muerto. Mike Fallon ha muerto.

– No los mate yo -aseguro Wyatt.

– Todos estos anos -susurro ella-. Todos estos anos no he podido hablar… por madre, por lo que hizo aquella noche. Ese hombre ya estaba muerto, no pude salvarlo. Crei que podria compensar el mal de algun modo…

Durante largo tiempo se habia permitido creer que esa era penitencia suficiente, impedir a otros policias malos que hicieran dano a la gente, al tiempo que guardaba el secreto sucio de su familia, de la familia de policias a la que su padre habia pertenecido. Habia dedicado su vida a desentranar los secretos de los policias de Minneapolis, a impedir que se salieran con la suya como Bill Thorne en su momento, como Ace Wyatt.

Wyatt habia hecho su propia penitencia, pero daba igual. Su padre seguia muerto… salvo en sus pesadillas. Weagle seguia muerto… salvo en sus pesadillas. Ahora Andy… y Mike Fallon…

– No puedo seguir viviendo con todos esos cadaveres sobre mi conciencia -musito con voz temblorosa mientras agitaba el arma ante el-. Cuentame la historia ahora.

– Amanda…

Su voz le crispaba los nervios; aquel tono condescendiente, paternalista. Desvio el arma cinco centimetros hacia la derecha y disparo a la pared tras la cabeza de Wyatt.

– ?He dicho que me cuentes la historia! -grito.

Wyatt palidecio y acto seguido se puso livido. Tenia el rostro empapado en sudor, y el hedor amoriscado de la orina impregnaba el aire.

– No… puedo… soportarlo… mas -mascullo Amanda entre dientes.

Una parte de su cerebro reconocia que su comportamiento era irracional. Pero eso formaba parte del problema, ?no? Llevaba demasiado tiempo siendo demasiado racional, demasiado practica, procurando reprimir el horror, el miedo, el conocimiento de que lo que habia ocurrido estaba mal y de que ella podria haberle puesto fin.

– Empezare por ti -propuso.

Pronuncio su nombre, la fecha y el lugar para que constaran en la grabacion, como si se tratara de un interrogatorio. A continuacion cito el asunto de que se trataba y la fecha del incidente. Wyatt se limito a seguir mirandola.

– Amaba a tu madre -dijo por fin-. Lo que hice lo hice por ella, para protegerla. Lo sabes muy bien, Amanda.

– Ahora se protege a si misma -murmuro Amanda con los ojos inundados de lagrimas-. Nadie puede hacerle dano. No puedo permitir que muera mas gente sin hacer nada al respecto. Me hice policia para impedir esa clase de cosas, ?lo entiendes? Soy lo que soy por causa de aquella noche. Me hice policia para hacer de policia a otros policias, para que lo que paso aquella noche no se repitiera… pero se repitio.

– Yo no los mate, Amanda. No mate a Andy ni a Mike…

– Si los mataste, ?es que no lo entiendes? Cuenta la historia.

– Se suicidaron -insistio Wyatt, aunque sin conviccion, pues no podia ni mentirse a si mismo.

Las lagrimas le rodaban por las mejillas, y estaba temblando. Miro la grabadora, a buen seguro preguntandose si Amanda querria grabar la conversacion porque tenia intencion de matarlo en cuanto terminara.

– Bill Thorne era el hombre mas cruel que habia conocido en mi vida -empezo con voz temblorosa-. Atormentaba a tu madre, Amanda, lo sabes muy bien. Lo que ella hacia nunca era lo bastante bueno para el. Siempre desahogaba su furia en ella, la pegaba… Pero nunca te pego a ti, ?verdad, Amanda?

– No -musito ella, tambien temblando-. Nunca me pego. Pero lo sabia. Veia lo que le hacia y lo odiaba por ello. Queria que alguien lo detuviera, pero nadie lo hacia… porque mi padre era policia. Tu viste lo que le hacia, los ojos morados, los cardenales… Lo viste, como los demas policias. Pero todo el mundo hacia la vista gorda, y eso nunca lo entendi. En el caso de los demas… pero tu… Ella te queria. ?Como pudiste permitir que aquello siguiera?

– Tu madre no queria…

– Ni se te ocurra darme esa excusa, la excusa de que ella no queria pasar por semejante humillacion ni causar problemas. Era una mujer maltratada.

Wyatt desvio la vista, avergonzado.

– Porque era policia -prosiguio Amanda-. Dejaste que las cosas llegaran al extremo que llegaron aquella noche porque no eras capaz de denunciar a un cabron hijo de puta como Bill Thorne.

Wyatt no respondio, porque no existia respuesta posible.

– Y aquella noche…

– Tu madre me llamo para decirme que algo andaba mal. Estaba histerica. Bill Thorne habia vuelto a casa de forma inesperada, borracho. Bill bebia a menudo estando de servicio; no le importaban mas reglas que las suyas… -Se interrumpio un instante, procurando dominar las emociones que el incidente evocaba-. La violo y le dio una paliza. Evelyn no podia soportarlo mas -prosiguio mientras las lagrimas le caian por las mejillas con mas rapidez-. Encontro un arma y disparo a Bill dos veces en el pecho. Luego me llamo. No podia permitir que la castigaran por lo que Bill le habia hecho ni confiar en que los tribunales se pusieran de su parte. ?Y si se descubria que teniamos una aventura? El fiscal podria haberlo alegado como movil, y tu madre podria haber acabado en la carcel.

– Asi que encontraste a Weagle…

– Estaba en el barrio, en la calle delante de tu casa cuando llegue. No sabia que habia visto u oido.

Wyatt sepulto el rostro entre las manos y empezo a sollozar.

– Consegui que entrara en la casa y… le dispare… con el treinta y ocho de Bill. Dios mio… Entonces llego Mike… y ahi estaba yo, con el cadaver. Me entro el panico y…

– Dios mio -dijo Kovac al tiempo que abria la puerta del despacho y miraba horrorizado a Wyatt, que siguio llorando sin levantar la cabeza-. Tu disparaste a Mike.

Liska estaba paralizada. Mil posibilidades le surcaron la mente en un santiamen. Abalanzarse sobre el, gritar, arrojarle algo, intentar ponerse a cubierto. Gracias a Dios que habia llamado a los chicos para decirles que los queria.

– Suelte el arma, Rubel -dijo en un tono notable y absurdamente sereno.

– Zorra.

Llevaba las gafas de espejo, de modo que no le veia los ojos. Mal asunto.

– Mas le vale rendirse ahora -siguio Liska-. Nadie le hara dano. Somos su familia.

– No era asunto suyo, joder.

– Mato a un hombre -le recordo Liska-. Eso siempre es asunto mio.

A espaldas de Rubel, Liska vio a Barry Castleton acercarse muy despacio, empunando un arma, los ojos abiertos como platos.

– Suelte el arma -repitio-. No saldra de este edificio, Derek.

– ?Y a mi que? -replico el-. Eso ya lo sabia al entrar. Soy hombre muerto, no tengo nada que perder. Mejor morir ahora, y ademas, de regalo, me la llevo a usted por delante, puta.

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