portaequipajes en el albergue, y acabo llegando al pueblo despues de caminar casi tres horas contra el viento. Pregunto por todas partes para saber si vivia en el pueblo una senora mayor con ese nombre y que habia sido profesora en la escuela primaria. Todos dijeron que no. Habia una escuela, pero alli daba clases un hombre; su mujer tuvo un nino y el volvio a casa.

– ?Hay alguien mas en la escuela? -pregunto.

– Hace mas de dos anos que no se dan clases. El equipo de produccion ha transformado el aula en deposito. ?Esta llena de patatas! -preciso un campesino.

Tenia que ir a ver al secretario de la celula del Partido de este equipo de produccion para informarse.

– ?Quiere ver al secretario joven o al viejo?

El explico que estaba buscando a la persona que se ocupaba de los asuntos del pueblo; si habia dos hombres, preferia al mayor, porque probablemente podria darle mas informacion. Lo condujeron a casa de un anciano. Este mordisqueaba una pipa, que tenia la boquilla de bambu y la cazoleta de cobre, mientras tejia un cesto de mimbre. Sin esperar que acabara de exponer el objeto de su visita, el viejo refunfuno:

– No me ocupo de eso, yo no me ocupo de nada.

Tuvo que explicar que habia venido especialmente de la capital para hacer esa investigacion, lo que hizo que el anciano se tomara algo mas en serio su presencia y dejara de tejer el cesto. Apretando la pipa en la mano, entorno los ojos y descubrio sus dientes negruzcos mientras escuchaba las explicaciones.

– Ah, si, hay una persona con esas caracteristicas, la mujer de Lao Liang. Fue profesora de escuela, pero se jubilo anticipadamente por enfermedad. Alguien vino a hacer una investigacion sobre ella; pero como su marido tenia un pequeno teatro de sombras chinescas y pertenecia a la categoria de los campesinos pobres, no hubo ningun problema.

El preciso que si estaba buscando a esa mujer era para saber algo de otra persona, no de ella, el problema no tenia nada que ver con la pareja. El viejo lo condujo entonces a una casa a las afueras del pueblo. Antes de entrar, grito:

– ?Vienen a verte, senora de Lao Liang!

Nadie respondio. El viejo empujo la puerta, pero no habia nadie en el interior; entonces, se volvio hacia los ninos que les seguian desde el pueblo.

– Id a buscarla, decidle que un camarada que viene de Beijing la esta esperando.

Los ninos salieron corriendo y gritando mientras que el viejo se alejaba.

Las paredes eran totalmente negras y la sala estaba casi vacia, tan solo habia dos bancos y una mesa cuadrada tan negra como las paredes. La cocina, donde estaba el horno, comunicaba con esa sala, pero no habia ningun fuego encendido. Se sento, helado de frio. Fuera, el cielo estaba gris, la intensidad del viento habia disminuido. Estuvo alli solo durante bastante tiempo, golpeo los pies contra el suelo para calentarlos.

Penso en su situacion. Estaba esperando en aquel lugar perdido a la antigua esposa de un alto funcionario destituido. ?Como habria ido a parar esa mujer a aquel lugar? ?Como se convirtio en la mujer de un campesino pobre, que se dedicaba al teatro de sombras chinescas? ?Y que tenia que ver el con todo eso? Tan solo queria retrasar el regreso a la capital.

Al cabo de unas dos horas llego una mujer de edad avanzada. Al verlo sentado en el interior, dudo durante un instante antes de franquear el umbral. Se detuvo, pero acabo entrando. Llevaba un panuelo gris sobre la cabeza, una chaqueta acolchada tambien de color gris, un viejo pantalon ancho ajustado a los tobillos, sandalias de algodon llenas de mugre. Realmente parecia una verdadera campesina. ?Esa mujer era la heroina revolucionaria que habia estudiado en la universidad y transmitia informaciones secretas? El se levanto y le pregunto si era la persona que estaba buscando.

– No, no, aqui no hay nadie con ese nombre -contesto, moviendo la mano.

Extranado, insistio:

– Su nombre es…

Repitio el nombre.

– Yo me llamo Liang, como mi marido.

– ?Su marido se dedica al teatro de sombras chinescas? -pregunto el.

– Ahora ya es mayor, hace tiempo que no canta.

– ?Esta aqui? -inquirio con prudencia.

– Ha salido. Pero ?a quien esta.buscando?…-replico la senora, mientras se quitaba el panuelo y lo posaba sobre la mesa.

– ?Hace mas de cuarenta anos usted vivia en Sichuan? ?Conocia a un tal…? -y pronuncio el nombre del alto funcionario.

Los ojos de la anciana se iluminaron, pero sus parpados fatigados cayeron rapidamente, su mirada ya no era la de una campesina ignorante.

– ?Usted tuvo un hijo con el! -Solto esa frase para que ella reaccionara.

– Hace tiempo que murio -dijo la mujer apoyandose en la mesa para tomar asiento en el banco.

La habia encontrado, era realmente ella, penso; primero tenia que conseguir su confianza:

– Usted ha trabajado mucho para el Partido, es una antigua revolucionaria…

– No he hecho nada, tan solo he servido a mi marido y he tenido un nino -lo interrumpio la mujer.

– En aquella epoca su marido era secretario del comite de zona especial del Partido en la clandestinidad, ?no lo sabia?

– Yo no era miembro del Partido.

– Pero su marido, su marido de entonces, se dedicaba a las actividades secretas del Partido, ?como puede ignorarlo?

– No lo sabia -afirmo de forma categorica.

– Fue usted quien protegio su huida, y, gracias a una sena, permitio que huyera su contacto y que no lo detuvieran. ?Realmente es una mujer con mucho valor!

– Yo no se nada, no he hecho nada -negaba ella.

– ?Quiere que le de detalles para refrescarle la memoria? Vivia en la primera planta, un abanico de junco colgaba de la ventana que daba a la calle. Usted se aproximo a la ventana, con su hijo en brazos, y descolgo el abanico…

El esperaba que ella asintiera.

– No recuerdo nada de eso.

La anciana cerro los ojos e intentaba no prestarle atencion.

– Hay pruebas de las personas concernidas, documentos escritos. Su marido, su ex marido, salio por la terraza de detras de la casa, tenemos su confesion escrita; usted ha contribuido mucho a la revolucion - continuaba provocandola.

La mujer resoplo ligeramente, sonreia con cierta dulzura.

– Usted protegio la huida de su marido, pero la detuvieron unos agentes secretos en una emboscada. -Lanzo un hondo suspiro, una argucia mas del investigador.

– Si lo sabe todo, ?sobre que esta investigando? -dijo la mujer, abriendo de nuevo los ojos y dirigiendose a el con una voz segura.

– No se preocupe -explico el-, esta investigacion no le concierne, ni a usted ni a su ex marido, usted protegio su huida y no lo detuvieron, los documentos estan muy claros en ese sentido. Buscamos aclarar unas cosas sobre otro miembro del Partido clandestino a quien encarcelaron poco despues. No tiene nada que ver con usted, pero lo encerraron en la misma carcel. ?Como consiguio salir? Segun su propia confesion, fue la organizacion del Partido quien lo rescato; ?sabe algo de eso?

– Ya le he dicho que yo no era miembro del Partido, no me pregunte sobre eso.

– Le pregunto sobre lo que ocurrio en la carcel. Por ejemplo, ?que habia que hacer para salir?

– ?Les ha preguntado a los guardias de la prision? ?Vaya a preguntar a los del Guomindang! Yo soy una mujer, estaba encerrada en esa prision con mi hijo, todavia le daba el pecho.

Ella se habia enfurecido, golpeo la mesa con rabia, como una vieja campesina que se deja llevar por su emocion.

El tambien podia dejarse llevar por su emocion. En aquella epoca la forma de investigar era como un interrogatorio, y la relacion que se establecia entre el investigador y la persona a quien interrogaba era como la del juez con el acusado o, incluso, como la del carcelero con el criminal. Sin embargo, intento mantener la calma

Вы читаете El Libro De Un Hombre Solo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×