cerre los ojos y aprete de nuevo el boton. Otro golpe a la espalda… El observatorio ya hacia mucho que lo habia perdido de vista. La tierra azulada alla abajo se iluminaba. Su borde ya oscurecia: se acercaba la corta noche.
A la derecha se encendio una lucecita, seguramente una explosion del cohete portatil de Kramer. No, no voy a disparar mas sin sentido. Estaba completamente desorientado. Y he aqui que en el momento critico de mi desesperacion, vi la Estrella Ketz en el lugar que menos esperaba. En mi alegria, sin darme cuenta, dispare mis cohetes y empece otra vez a dar volteretas. Me entro miedo de verdad. Estos ejercicios de circo no eran para mi… Y de pronto algo me golpeo una pierna, luego el brazo. ?No sera un asteroide…? Si mis vestidos se rompen me convertire instantaneamente en un pedazo de hielo y me asfixiare… Senti un hormigueo por todo el cuerpo. ?Sera posible? ?Puede ser que tenga un agujero en mis vestidos y por alli penetra el frio interplanetario? Senti que me asfixiaba. El brazo derecho esta sujeto por algo. Oigo un golpe en la escafandra y luego la voz apagada de Kramer:
— Por fin le alcanzo. Me ha dado usted trabajo… Yo le creia mas diestro. No dispare mas, por favor. Saltaba usted de un lado a otro como un petardo de pirotecnica. Por poco le pierdo de vista. Podia perderse por completo.
Kramer aparto mi capa blanca, en la cual me habia enredado por completo, y los rayos vivificantes del Sol me calentaron rapidamente. El aparato de oxigeno estaba en buenas condiciones, pero yo casi no respiraba debido a la excitacion. Kramer me tomo por los sobacos, como en mi primera salida al espacio, disparo a la izquierda, a la derecha, hacia atras. Y volamos. Sin embargo, yo no notaba el movimiento, veia solo que «el universo estaba en su lugar». Que la Estrella Ketz parecia que caia hacia abajo y que a nuestro encuentro venia la estrella del observatorio. Su luz se encendia mas y mas viva, como la de una estrella variable.
Pronto pude distinguir el aspecto exterior del observatorio. Era una construccion extraordinaria. Imaginense un tetraedro regular: en el que todas sus caras son triangulos. En los extremos de estas piramides triangulares, hay anexionadas grandes esferas metalicas con infinidad de ventanas redondas. Las esferas estan unidas entre si por tubos. Como supe despues, estos tubos sirven como corredores para pasar de una esfera a otra. En las esferas se han erigido telescopios reflectores. Enormes espejos concavos estan unidos a las esferas con ligeras armazones de aluminio. El tubo telescopico usado en la Tierra no existe en el telescopio «celeste». Aqui no es necesario: no hay atmosfera y por esto no hay dispersion de la luz. Ademas de los gigantescos telescopios, encima de las esferas se elevan otros instrumentos astronomicos relativamente pequenos: espectografos, astrografos y heliografos.
Kramer disminuyo la velocidad del vuelo y cambio de direccion. Nos acercabamos a una de las esferas y nos paramos junto al tubo que las une, pero sin tocarlo. Tal precaucion, como despues me explico Kramer, se debia a que el observatorio no debe experimentar ni el mas leve choque. Mal lo va a pasar el visitante que al abordar empuje el observatorio. Tiurin se pondra colerico y casi seguro dira que le han estropeado la mejor fotografia del estrellado cielo, o que le han arruinado su carrera…
Kramer apreto con cuidado un boton en la pared. La puerta se abrio y penetramos en la camara atmosferica. Cuando el aire la lleno nos despojamos de nuestros trajes y mi acompanante dijo:
— Verdaderamente este vejete ha echado raices en su telescopio. No se separa de el ni para comer. Coloco a su lado balones y potes de los que chupa por medio de un tubito mientras continua sus observaciones. Usted mismo lo vera. Mientras queda hablando con el, yo vuelo hasta el nuevo invernadero. Voy a ver como van los trabajos.
De nuevo se vistio la escafandra. Y yo, abriendo la puerta de entrada al interior del observatorio, me encontre en un corredor iluminado por luz electrica. Las lamparas se encontraban debajo de mis pies: resulta que habia entrado en el observatorio cabeza abajo. Para no romper las lamparas me apresure a agarrarme a las correas de la pared. Tenia las alas plegables, pero no me atrevi a usarlas en el santuario del temible viejo. Asi me lo dibujaba mi imaginacion, despues de las referencias dadas por Kramer y el director.
Habia un silencio sepulcral. El observatorio parecia completamente deshabitado. Tan solo se oia el zumbido de los ventiladores y en algunos lugares un silbido apagado, seguramente proveniente de los aparatos de oxigeno. No sabia hacia donde dirigirme.
— ?Eh! oigan — grite sin alzar mucho la voz y tosi.
Silencio absoluto.
Tosi mas fuerte, luego grite:
— ?Hay alguien aqui?
De una puerta a lo lejos salio la cabeza rizada de un joven negro.
— ?Quien? ?Que? — pregunto.
— ?Esta en casa Fedor Grigorievich Tiurin? ?Recibe? — bromee yo.
En la negra cara brillaron los dientes con una sonrisa.
— Recibe. Yo estaba durmiendo. Siempre duermo cuando en Florida es de noche. Usted me ha despertado a tiempo — dijo el locuaz negro.
— ?Como desde Florida ha venido a parar al cielo? — continue yo.
— En barco, tren, aeroplano, dirigible, cohete.
— Si, pero… ?Por que?
— Porque soy curioso. Aqui hace el mismo calor que en Florida. Yo ayudo al profesor — la palabra «profesor» la pronuncio con respeto—. pues el es como un nino. Si no fuera por mi, se habria muerto de hambre al lado de su ocular. Tengo una mona que se llama «Mikki». Con ella no se aburre uno. Hay libros. Y hay tambien un libro muy grande e interesante: el cielo. El profesor me habla de las estrellas.
«Por lo visto este vejete no es tan temible», pense yo.
— Vuele recto por el corredor hasta la esfera. En ella vera una cuerda que le llevara hasta el profesor Tiurin.
Se oyo el chillido de la mona.
— ?Que? ?No puedes mirar quien hay aqui? ?Con quien hablo? ?Ja, ja! Esta forcejeando en el aire en medio de la habitacion y no puede bajar hasta el suelo. Seguramente le van a salir alas — anadio el negro con convencimiento—. Sin alas aqui se pasa mal.
Vole hasta la pared esferica en la que se terminaba el corredor, abri la puertecita y entre en la esfera. En las paredes habia sujetas maquinas, aparatos, armarios, balones. Desde la puerta de entrada a traves habia tendida una cuerda bastante gruesa. Esta se perdia en una abertura del tabique que dividia la esfera en dos partes. Me tome de la cuerda y empece a avanzar, abajo o arriba, no puedo decirlo. Es necesario despedirse para siempre de las nociones terrestres.
Finalmente pase por el agujero y vi a una persona. Estaba acostada en el aire. De ella, salian delgados cordones de seda atados a las paredes.
«Como una arana en su telarana», pense yo.
— ?John? — pregunto el con una vocecita delgada, para mi inesperada.
— Buenos dias, camarada Tiurin. Soy Artiomov. Vine…
— Si, ya se. El director me hablo. ?A la Luna? Si. Volamos. Excelente idea.
Hablaba sin apartar los ojos del ocular y sin hacer el mas leve movimiento.
— No le invito a sentarse: no hay donde. Bueno, y no hace falta.
Yo trate de acercarme con cuidado al «arana», para ver mejor su cara. Lo primero que vi, fue un gran manojo de espeso pelo blanco como la nieve y un rostro palido con nariz recta. Cuando Tiurin giro un poco su semblante hacia mi, encontre la viva mirada de sus negros ojos con parpados rojizos. Por lo visto, fatigaba mucho su vista.
Tosi.
— ?No tosa hacia mi, va a desordenar mis cosas! — dijo con severidad.
«Ya empezamos — pense yo—. Ni toser se puede.»
Pero, observando atentamente a mi alrededor, comprendi por que no se podia toser.
Tiurin tenia dispersos por el aire libros, papeles, lapices, libretas, el panuelo, su pipa, el paquete de tabaco y otros muchos objetos. Al mas minimo movimiento de aire todo volaria. Sera necesario llamar a John para que le ayude, pues seguramente por si mismo no le sera facil deshacerse de su telarana. Probablemente con esta telarana sostiene su cuerpo inmovil cerca del objetivo del telescopio.
— Tiene un gran diametro su telescopio — dije yo, para empezar la conversacion.