mas importancia al desarrollo de los organismos en impulsos, en mutaciones. La intermitencia de las magnitudes magneticas fue demostrada por Weiss; la intermitencia de las radiaciones por Blanck; la intermitencia de las caracteristicas termicas por Konovalov. El cosmos es eterno, infinito, pero todos los movimientos en el cosmos son intermitentes. Los sistemas solares nacen, se desarrollan, envejecen y mueren. Se originan nuevos sistemas diferentes. Tienen fin y principio y, por lo tanto, tienen proporcion de medida. Lo mismo sucede en el mundo organico… ?Usted me comprende? ?Sigue usted el hilo de mis ideas…?

Por fortuna, asomo de nuevo en el agujero la cabeza del negro con la mona.

— Camarada Artiomov. Kramer le espera en la camara atmosferica — dijo el negro.

Apresure mi despedida con el profesor y sali de aquel rincon de aranas.

Tengo que confesar que Tiurin me obligo a pensar en su filosofia. «La felicidad en el movimiento»… ?Pero que cuadro tan desalentador ofrece a simple vista el creador de la filosofia del movimiento! Perdido en el oscuro espacio del cielo, rodeado de telaranas, inmovil, colgando meses, anos… Pero el es feliz, esto es indudable. La falta de movimiento del cuerpo lo compensa con el intensivo movimiento de ideas, de celulas cerebrales.

XII — Tiurin se entrena

Kramer me esperaba sin quitarse la escafandra; por lo visto tenia prisa. Rapidamente me puse la mia. Mi acompanante disminuyo la presion atmosferica y abrio la puerta al exterior. Sujetandome fuerte ante si, se separo de la pared del observatorio con precaucion, y con un movimiento de lado ayudandose con suaves disparos, giro hacia la Estrella Ketz. Luego hizo algunos disparos mas fuertes y salimos lanzados a gran velocidad. Ahora Kramer habria podido dejarme suelto pero, por lo visto, no tenia confianza en mi «arte de vuelo» y me sostenia desde atras por el codo.

Mirando como se acercaba la Estrella Ketz, observe que esta giraba a bastante velocidad sobre su eje. Evidentemente, la reparacion del invernadero habia terminado y ahora se creaba artificialmente una mayor fuerza de gravedad.

No es tarea facil agarrarse a las palas de un molino de viento en marcha. Pero Kramer se las arreglo de maravilla. Empezo a dar vueltas alrededor del cilindro en direccion a su giro. Igualando de este modo nuestra velocidad con la del cilindro se asio de la agarradera.

No habia terminado de desvestirme, cuando Meller me llamo a su despacho.

No se en cuanto se habia aumentado la gravedad en la Estrella. Seguramente que no habia ni una decima de la terrestre. Pero yo note en seguida la conocida sensacion de tension de los musculos. Era grato «pisar» con los pies «el suelo», hallar de nuevo que existe suelo y techo.

Entre animado en el despacho de Meller.

— Buenos dias — me saludo ella—. He llamado a Tiurin. Va a llegar de un momento a otro. ?Como lo ha encontrado usted?

— Es una persona original — respondi—, sin embargo, yo esperaba encontrar…

— No queria decir esto — me interrumpio Meller—. ?Que aspecto tiene? Yo pregunto como medico.

— Muy palido. Con la cara un poco hinchada…

— Se comprende. Lleva un regimen de vida imposible. Hay en el observatorio un pequeno jardin, una sala para gimnasia con aparatos para el entrenamiento de los musculos; pero el menosprecia por completo su salud. Le confieso que he sido yo quien ha persuadido al director de mandar a Tiurin a la Luna. Y en adelante exigire que cambie por completo de regimen, pues de otro modo muy pronto perderiamos a este hombre excepcional.

Se presento Tiurin. Bajo la viva luz del ambulatorio aparecia aun mas enfermizo. Ademas los musculos de las piernas habian perdido por completo el habito del movimiento y es posible que en parte se hubieran atrofiado. Le era dificil estar de pie. Sus rodillas se plegaban, las piernas le temblaban, e impotente, agitaba los brazos. Si se le hubiera devuelto a la Tierra en este estado, seguramente se habria sentido como una ballena arrojada a la playa por las olas.

— ?Mire hasta que punto ha llegado! — empezo Meller en tono de reproche—. Parece hecho de jalea.

La pequena y energica mujer renia al viejo cientifico como a un chico travieso. Finalmente lo envio al masajista, ordenando que despues del masaje se presentara de nuevo a reconocimiento.

Cuando Tiurin salio. Meller se dirigio a mi:

— Usted es biologo y me comprendera. Tiurin es una excepcion. Todos nos sentimos muy bien. Sin embargo, esta ligereza de la «vida celeste» me preocupa en sumo grado. Usted no siente o casi no siente su cuerpo. Pero, ?cuales seran las consecuencias? Ketz es una estrella joven. Sus mas viejos habitantes llevan no mas de tres anos en condiciones de imponderabilidad, ?que pasara dentro de diez anos? ?Como repercutira tal adaptacion al ambiente en las condiciones generales del organismo? Finalmente… ?Como se desarrollaran nuestros recien nacidos? ?Y los hijos de nuestros hijos? Es muy posible que los huesos de nuestros descendientes sean mas cartilaginosos, mas gelatinosos. Los musculos se atrofiaran, indudablemente. Esto es lo primero que mas me preocupa como persona responsable de la salud de nuestra colonia celeste. Lo segundo, son los rayos cosmicos. A pesar de la envoltura que, en parte, detiene estos rayos, de todas maneras nosotros recibimos aqui muchos mas que en la Tierra. Hasta ahora yo no veo consecuencias nocivas. Pero es que tenemos aun muy poco material para las observaciones. En las moscas drosofilas aqui se observa una acentuada mutacion, ademas muchas nacen con genes volatiles y no tienen descendencia. ?Que sucedera si los rayos producen este mismo efecto en las personas que viven en la Estrella Ketz? ?Y si les nacen hijos monstruos o muertos…? Al fin y al cabo todo esta en nuestras manos. Podemos eliminar todas las consecuencias perjudiciales. Podemos originar artificialmente cualquier fuerza de gravedad, si hace falta, mayor incluso que en la Tierra. Podemos tambien aislarnos de los rayos cosmicos. Pero debemos hacer infinidad de experimentos para poder fijar las condiciones optimas… Ya ve cuanto trabajo tenemos para los biologos.

— Si, trabajo no falta — conteste, muy interesado por las palabras de Meller—. Este trabajo es necesario no solo para las colonias celestes, sino tambien para la Tierra. ?Como se abren los horizontes del saber sobre la naturaleza viva y muerta! Yo estoy entusiasmado porque la casualidad me haya traido aqui.

— Tanto mejor. Necesitamos trabajadores entusiastas — dijo Meller.

El recuerdo de «la casualidad me ha traido aqui», me llevo a pensar en Tonia. Cautivado por las nuevas impresiones, me habia incluso olvidado de ella. ?Como esta y como va su busqueda?

Me despedi de Meller y sali volando al corredor. Alli se oian alegres risas, voces, canciones y el particular zumbido de las alas; a pesar de haber ya un poco de gravedad, la juventud actuaba como de costumbre con las alas. Les gustaba dar saltos volando unos metros, como peces voladores. Algunos se ejercitaban en andar pisando el suelo. ?Cuantas caras jovenes, alegres y bronceadas! ?Cuantas diversiones y travesuras!: he aqui que un grupo de chicas se las han ingeniado para jugar a «la pelota», haciendo servir de pelota a una de ellas, una pequena regordeta. Esta chillaba mientras «volaba» de unas manos a otras.

Todos se sentian alegres y despreocupados. Por lo visto no les cansaba el trabajo en este mundo de «poco peso». Pasando por un lado, cerca de la pared, pude llegar hasta la habitacion de Tonia. Ella estaba sentada en una ligera silla de aluminio. Al parecer habian ya traido muebles del almacen.

A traves de la ventana, en el negro cielo se veia un enorme resplandor; era el circulo de la Tierra «en la noche». La luz del resplandor coloreaba la cara y manos de Tonia. Estaba pensativa.

Quise alegrarla. Llegue hasta ella y dije riendome:

— Bueno, ?cuanto pesa usted ahora?

Y sin pensarlo mucho, la tome por los hombros y la levante facilmente. Probablemente se me contagio la alegria de los jovenes que acababa de ver.

Ella se aparto en silencio.

— ?Por que esta triste? — pregunte, sintiendome violento.

— Nada…, estaba pensando en mama.

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