breve, pero calurosa. Ella apreto mi mano con afecto y dijo:
— Sea prudente, cuidese…
Estas palabras sencillas me hicieron feliz.
A la manana siguiente Tiurin, bastante animado, entro en el cohete. John, se despidio de el completamente afligido. Parecia que fuera a llorar de un momento a otro.
— ?Usted responde del profesor! — me grito al ir a cerrarse la puerta del cohete.
Resulta que volamos hacia la Luna no directamente, sino por la espiral, alrededor de la Tierra. Y no se sabe cuanto va a durar el viaje. En nuestro cohete pueden alojarse veinte personas. Y nosotros solo somos seis: tres componentes de la expedicion cientifica, el capitan, el piloto y el mecanico. Todo el espacio libre de la nave esta ocupado por viveres de reserva, materias explosivas y oxigeno liquido. Y en la parte superior del cohete va sujeto una especie de vagon con ruedas, destinado a servir para los viajes por la superficie lunar. Como aqui no existe la resistencia del aire, el «automovil lunar» no disminuira la velocidad de vuelo de nuestro cohete.
Muy pronto el cohete abandono el hospitalario cohetodromo de la Estrella Ketz. Y en seguida Tiurin se sintio mal. El caso era que, en cuanto aumento la velocidad y las explosiones se hicieron mas seguidas, el peso del cuerpo cambiaba. Y yo comprendi a Tiurin: se puede uno acostumbrar a la gravedad, a la ausencia de peso, pero acostumbrarse a que de repente el cuerpo deje de pesar, y de pronto pese como el plomo, es imposible.
Menos mal que teniamos suficientes reservas de alimentos y combustible, lo cual daba la posibilidad de no apresurarse y las explosiones eran moderadas. El sonido de ellas se transmitia unicamente por las paredes del cohete. A estos ruidos se podia uno acostumbrar, como al zumbido de motores, o al tic tac del reloj. ?Pero no al aumento de peso!
Tiurin suspiraba, gemia. La sangre se le subia a la cabeza y su semblante se tornaba purpureo, casi azul, o se retiraba el color y su cara se tornaba palida, amarilla.
Solo nuestro geologo Sokolovsky, alegre y fuerte, con grandes bigotes lo soportaba bien y siempre estaba de buen humor.
Cuando volvio nuestro cuerpo al estado de imponderabilidad, el astronomo empezo a hablar en voz alta, costumbre que habia adquirido en su vida solitaria. Hablaba sin coherencia: comunicaba datos astronomicos de interes, desconocidos por los astronomos terrestres, o pronunciaba sentencias «filosoficas».
— ?Por que es tan interesante el cine? Porque en el vemos movimiento…
Luego empezaba a gemir y retorcerse, para despues hablar de nuevo.
Yo miraba por la ventanilla. A medida que nos alejabamos de la Tierra, esta parecia mas pequena. Nuestro dia se hacia mas largo, las noches mas cortas. En realidad esto no eran noches, sino eclipses solares.
En cambio con la Luna sucedian cosas chocantes.
Si nuestro cohete se encontraba en el punto opuesto de la orbita de la Luna, esta aparecia pequena, mucho mas pequena de como se ve desde la Tierra, y si nos acercabamos hacia la Luna por la orbita, esta se hacia enorme.
Finalmente, llego el momento en que la maxima dimension de la Luna se igualo con la de la Tierra. Nuestro capitan, que mas de una vez habia hecho el viaje a la orbita lunar, nos dijo:
— Les felicito. Hemos superado las cuatro quintas partes de la distancia que nos separa de la Luna. Hemos sobrepasado cuarenta y ocho radios terrestres. Para nuestros viajes interplanetarios dentro del Sistema Solar, el radio terrestre — 6.378,4 kilometros— sirve de unidad de medida. Es una especie de milla para los navegantes interplanetarios — aclaro.
Ahora el tamano de la Luna variaba durante el dia, que era el tiempo de la orbita del cohete alrededor de la Tierra. La mitad del dia la Luna «engordaba», se hacia mas grande, y la otra mitad «enflaquecia». Pero estos dias empezaron a ser de mayor duracion que los terrestres.
El dia claro, sin nubes y resplandeciente aumentaba sin cesar.
El capitan dice que la atraccion de la Luna se deja sentir mas y mas fuerte y altera la ruta del cohete. La velocidad del mismo aumenta o disminuye como resultado de los fuertes abrazos de nuestro satelite terrestre. La Luna no quiere dejarnos salir de su campo de atraccion. Si no fuera por la fuerza de resistencia que suponen nuestros aparatos de explosion, ella nos haria prisioneros para la eternidad. ?Cuanto mas peligrosos seran los grandes planetas del Sistema Solar…!
En las primeras horas del vuelo, el capitan dejaba los mandos para que automaticamente el cohete volara por la ruta senalada. Esto no era peligroso. Pero despues, pocas veces lo dejo, a pesar de estar mecanizados y automatizados.
Ibamos alrededor de la Tierra, aproximadamente por la misma orbita que la Luna, y por eso el viaje alrededor de la Tierra lo efectuamos con el mismo tiempo que la Luna — cerca de treinta dias terrestres—. Nuestra noche, o sea el eclipse solar, se hizo tan rara, como los eclipses lunares en la Tierra. El cohete iba acercandose a la Luna igualando su velocidad a la de ella. Nuestra nave alcanzo la misma distancia de la Tierra que la Luna. El espacio que separaba al cohete de la Luna se hizo invariable.
Parecia que la Luna, la Tierra y el cohete estaban inmoviles, y que solo la boveda celeste se moviera continuamente.
— Muy pronto construiremos colonias aqui — rompio el silencio Sokolovsky.
— No, no, senor mio, no tan pronto — contesto Tiurin—, antes es necesario encontrar materiales aqui. No los vamos a traer de la Tierra. Al contrario, nosotros debemos enviar a la Tierra algunos regalos «celestes». Ya hemos enviado toda una coleccion de meteoritos. Todo un enjambre de leonidos.
Y Tiurin sonrio satisfecho.
— Es verdad — dijo Sokolovsky—. Necesitamos mucho hierro, niquel, acero y cuarzo para la construccion de nuestros alojamientos.
— ?Y de donde van a sacar estos minerales? — pregunte yo. La palabra «mineral» hizo reir a Sokolovsky.
— No son minerales, sino «aereos» estos materiales — dijo—. Los meteoritos son nuestros «minerales». No en balde yo corria tras ellos.
— La explotacion de meteoritos la organice yo. ?Esto fue mi idea! — rectifico Tiurin.
— No discuto esto, profesor — dijo Sokolovsky—. La idea fue suya y la ejecucion mia. Por ejemplo, ahora he enviado a Evgenev a una nueva exploracion.
El nombre de «Evgenev» hizo rememorar en mi todo el camino que me habia llevado aqui. ?Quien lo iba a decir? ?Como lo personal habia pasado a ultimo plano ante las extraordinarias impresiones recibidas aqui!
— ?Usted seguramente no sabia que encontramos todo un enjambre de pequenos meteoritos no muy lejos de la Estrella Ketz? — me dijo Sokolovsky—. Mas arriba se encontraron mas grandes. Al analizarlos se hallo hierro, niquel, silice, alumina, oxido de calcio, feldespato, hierro cromado, oxidos de hierro, grafito y otras materias. En una palabra, todo lo necesario para la construccion y ademas oxigeno para los vegetales y el agua. Poseyendo la energia solar podemos transformar estos materiales y recibir todo lo que necesitamos, incluso lapices. El oxigeno y el agua, claro esta, no se hallan aqui en estado ya preparado, sino en estado «ligado», pero para los quimicos esto no es problema.
— Estudie segun sus datos los movimientos de estos restos de cuerpos celestes — intervino Tiurin—, y he llegado a interesantes conclusiones. Parte de estos meteoritos vino desde lejos, pero la mayoria giraban alrededor de la Tierra, en la misma orbita que la Estrella Ketz…
— Sobre esto, profesor, fui yo quien le llame la atencion — dijo Sokolovsky.
— ?Si, claro! Pero las conclusiones las hice yo.
— No discutamos — anadio Sokolovsky reconciliador.
— No discuto. Yo solo quiero exactitud. No en balde soy cientifico — replico Tiurin levantandose incluso del sillon, pero en seguida se dejo caer y empezo a quejarse.
— Meller tiene razon — dijo—. Me he debilitado por completo en los anos que he pasado en el mundo de la imponderabilidad. Hace falta cambiar de regimen.
— La Luna sera un buen entrenamiento — rio el geologo.
— Si… Bueno, yo queria hablar sobre mi hipotesis — continuo Tiurin—. Son tantos los meteoritos que giran alrededor de la Tierra que nos obliga a pensar que deben ser los restos de un pequeno satelite de la Tierra desaparecido, una segunda Luna. Esta seria una Luna muy pequena. Cuando calculemos exactamente la cantidad y masa de estos meteoros, podremos restaurar las medidas que tenia este satelite, asi como los paleontologos restauran los huesos de los animales desaparecidos. ?Una pequena Luna! Aunque esta seguramente lucia no