– Empiezo a cansarme, Hester.
– ?Le gustan los perros, Lance?
– ?Como?
– Los perros. No es que a mi me gusten mucho, la verdad. Pero es que ese perro… Shauna, ?tienes la foto?
– Aqui esta -Shauna mostro una fotografia grande de
– ?No le parece una preciosidad, Lance?
Lance Fein se levanto. Krinsky hizo lo mismo. Dimonte no se movio siquiera.
– Hasta aqui podiamos llegar.
– Pues como se vaya -dijo Hester-, le aseguro que ese perro se meara en su carrera como si fuera un extintor.
– ?Se puede saber de que demonios esta hablando?
Hester tendio dos hojas a Fein.
– Ese perro demuestra que Beck no lo hizo. Anoche Beck estaba en Kinko. Entro con el perro. Armo la gorda, dicho sea de paso. Aqui tengo cuatro declaraciones de testigos presenciales aislados que han identificado a Beck de forma indiscutible. Alquilo un ordenador mientras estaba alli. Para ser mas exactos, desde las doce de la noche y cuatro minutos hasta las doce y veintitres, segun registra el cupon de la maquina -y anadio con una sonrisa-: Ahi tienen, amigos, copias para todos.
– ?Y usted se figura que voy a aceptar una cosa asi?
– En absoluto. De todos modos, tenga la bondad de seguirme.
Hester paso una copia a Krinsky y otra a Dimonte. Krinsky la cogio y pregunto si podia llamar por telefono.
– Naturalmente -dijo Crimstein-, pero si no es una llamada local, que la carguen a la cuenta de su departamento -y acompano sus palabras con una amable sonrisa-. Muchas gracias.
Fein leyo la hoja y, a medida que lo hacia, el color de su rostro iba acercandose cada vez mas a la gama de los grises ceniza.
– ?Que? ?Pensando en retrasar un poco la hora de la muerte? -pregunto Hester-. No se corte, pero escuche una cosa. Anoche habia puentes en construccion. Esta cubierto.
Fein estaba que trinaba y mascullo por lo bajo una palabra que rima con Calcuta.
– Y ahora una cosa, Lance -anadio Hester Crimstein con sorna-, creo que tendria que darme las gracias.
– ?Que?
– Piense solamente que yo habria podido machacarle. Usted alli en medio, rodeado de camaras, el magnifico manto de los medios de comunicacion, a punto de anunciar al mundo la sonada detencion del peligroso asesino. Con su mejor corbata, soltaria su discursito sobre la necesidad de mantener limpias las calles, hablaria del enorme esfuerzo desplegado por el equipo para capturar a la bestia aunque de hecho todo el merito fuera de usted, destellarian
Fein le lanzo unas cuantas flechas envenenadas con la mirada.
– Pero ataco a un agente de policia.
– No, Lance, no fue un ataque. Piense un poco, amigo. Vamos a los hechos: usted, Lance Fein, ayudante del fiscal del distrito, saco una conclusion equivocada. Echo toda la caballeria encima de un inocente… y no solo un inocente, sino un medico que prefiere trabajar para los pobres a cambio de una paga misera que enriquecerse trabajando en el lucrativo sector privado. -Hester se sento de nuevo con una sonrisa en los labios-. Esta es buena, dejeme que se lo diga. O sea que, ademas de lanzar a docenas de polis que cuestan un paston a la comunidad, para perseguir a un inocente, todos ellos con el arma en la mano, un agente joven, un hombre como una mula y con ganas de comerse el mundo, lo acorrala en un callejon y empieza a aporrearlo. La escena no tiene ningun espectador o sea que el muchacho decide que el se encargara de pasar cuentas a ese hombre asustado. El pobre doctor Beck, sintiendose perseguido, el pobre viudo, ya que debo anadir que lo es, no hizo otra cosa que defenderse.
– Esto no va a colar.
– Seguro que cuela, Lance. No quisiera parecer inmodesta, pero ?quien carbura mejor, usted o yo? Y espere, porque todavia no sabe de mi elocuencia cuando me pongo a filosofar y a hacer comparaciones entre este caso y el de Richard Jewell o me explayo hablando del celo excesivo de la oficina del fiscal de distrito, cuyo personal estaba tan avido de colgar el muerto al doctor David Beck, heroe de los parias, que llego incluso a colocar falsas pruebas en casa de la victima.
– ?Colocar? -Fein estaba al borde de la apoplejia-. ?Esta loca?
– Vamos, Lance, que todos sabemos que no fue el doctor Beck… Tenemos una coartada indiscutible y el testimonio de cuatro personas. Y antes de que esto termine, conseguiremos mas. Son testimonios independientes, libres de prejuicios, que demuestran que no fue el. Entonces, ?como fueron a parar alli aquellas pruebas? Fue usted, senor Fein, usted y su caballeria. Cuando acabe con usted, Mark Fuhrman parecera el Mahatma Gandhi.
Las manos de Fein se cerraron en punos. Hizo unas cuantas inspiraciones y se recosto en su asiento.
– Si, claro -comenzo lentamente-, eso suponiendo que la coartada se pueda comprobar…
– Se comprobara, no lo dude.
– Pues suponiendo que se pueda comprobar, ?que quiere?
– Me parece una buena pregunta. Usted esta metido en un atolladero, Lance. Si lo detiene, hace el papel de idiota. Si retira la orden de detencion, tambien hace el papel de idiota. Me parece que no le veo salida. -Hester Crimstein se puso de pie y comenzo a pasearse de un lado a otro de la habitacion como quien busca una solucion-. He estudiado el asunto, he estado reflexionando y me parece que he encontrado una manera de minimizar los danos. ?Le importa si se lo cuento?
Fein le dirigio otra mirada feroz.
– Escucho.
– En este asunto usted ha hecho una sola cosa acertada. Solo una, aunque quiza baste. Por lo menos no se ha ido de la lengua con los periodistas, porque supongo que ahora tendria una buena papeleta entre manos si tuviera que explicarles como escapo ese medico a la emboscada policial. Esto es bueno. Ahora se puede atribuir todo lo dicho a filtraciones anonimas. O sea que ahora lo que tiene que hacer usted es lo siguiente. Convoca una conferencia de prensa, les anuncia que todas las filtraciones son falsas y que buscan al doctor Beck porque es el testigo material del caso, nada mas que por eso. Usted no sospecha ni de lejos que el haya podido cometer el crimen (de hecho, esta seguro de que no lo ha cometido), pero sabe que fue una de las ultimas personas que vio a la victima con vida y por eso quiere hablar con el.
– No va a colar.
– Si, colara. Tal vez no al cien por cien, pero yo estare al quite. La llave la tengo yo, Lance. Yo le debo una, Lance, porque mi chico se escapo. Y por eso yo, la enemiga de la oficina del fiscal de distrito, le sacara las castanas del fuego. Contare a los medios que usted coopero con nosotros, que quiso asegurarse de que no se atropellaban los derechos de mi cliente, que el doctor Beck y yo apoyamos incondicionalmente sus investigaciones y que nuestra intencion es colaborar con usted.
Fein se quedo callado.
– Lo dicho, Fein, o trabajo para usted o trabajo contra usted.
– ?A
– De que usted retire todas esas estupidas acusaciones sobre que ha habido agresion y resistencia.
– Ni hablar.
Hester le indico la puerta con un gesto.
– Pues ya le vere en las paginas de humor.
Fein dejo caer ligeramente los hombros. Cuando hablo, lo hizo en voz baja.
– Si accedemos -dijo-, ?su hombre colaborara con nosotros? ?Contestara todas mis preguntas?
– Por favor, Lance, no haga como que esta dispuesto a negociar en las condiciones que sea. Ya le he dicho cual