aunque tambien podria rebatir la cuestion alegando que gran parte de la vida se organiza de acuerdo con este principio. El problema era que vivir en los grises tenia unas repercusiones, no ya solo las teoricas que impregnan el espiritu, sino tambien las solidas y fisicas que presuponen la imprevisible destruccion que dejan tras de si aquellas opciones. Hube de preguntarme que habria ocurrido si hubiera dicho la verdad desde el primer momento. Y me invadio un miedo inmenso.

– Esta muy callado, doc.

– Si -conteste.

Brutus me dejo delante del piso que Linda y Shauna tenian en Riverside Drive.

– Estaremos en la esquina -dijo Tyrese-. Si me necesita, ya sabe mi numero.

– De acuerdo.

– ?Lleva la Glock?

– Si.

Tyrese me puso la mano en el hombro.

– Ya lo sabe, doc, o ellos o usted -dijo-. No hay mas que apretar el gatillo.

Alli no habia grises.

Sali del coche. Todo un desfile de mamas y nineras se paseaban de aqui para alla empujando sofisticados cochecitos de nino: los plegables y los extensibles, los que se mecen y los que hacen sonar canciones, los que se inclinan hacia atras y los que se inclinan hacia delante, los que llevan mas de un nino y los que transportan todo un arsenal de panales, gasas, potitos, tarros de zumo (para el hermanito mayor), ropa de recambio, biberones y hasta botiquines. Los conocia gracias a la practica profesional (estar en la asistencia sanitaria publica no es obice para comprarse un cochecito de lujo marca Peg Perego) y comprobe que encontrar este espectaculo de anodina normalidad cohabitando en el mismo reino donde acababa de vivir aquella espantosa experiencia era para mi una especie de elixir.

Me dirigi hacia el edificio. Linda y Shauna se me acercaron corriendo. Linda llego primero. Me arropo en sus brazos. La abrace a mi vez. Fue una sensacion agradable.

– ?Estas bien? -me pregunto.

– Estoy bien -dije.

Que se lo asegurase no impidio a Linda repetir varias veces la misma pregunta ni formularla de diferentes maneras. Shauna esperaba a unos pasos de distancia. La sorprendi mirandonos por encima del hombro de mi hermana. Se enjugaba las lagrimas de los ojos. Le sonrei.

En el ascensor siguieron los besos y abrazos. Shauna estaba algo menos efusiva que de costumbre, como si quisiera mantenerse al margen de la escena. Una persona ajena habria pensado que su actitud era logica y que queria conceder un espacio a los dos hermanos para que pudieran intercambiar tiernas muestras de afecto. Pero esa persona no habria diferenciado a Shauna de Cher. Shauna era una mujer totalmente consecuente. Era antojadiza, exigente, divertida, generosa y leal muy por encima de la logica. No se ponia nunca antifaces ni hacia nunca comedias. Si tu diccionario tenia una seccion de antonimos y buscabas en ella la frase «modesto como una violeta», su exuberante imagen te habria devuelto la mirada. Shauna desbordaba vida. No la habrias hecho volverse atras ni a bastonazos.

Empece a sentir un cosquilleo en mi interior.

Al llegar al apartamento, Linda y Shauna intercambiaron una mirada y Linda me solto.

– Shauna quiere hablar a solas contigo -dijo-. Estare en la cocina. ?Quieres un bocadillo?

– Gracias -dije.

Linda me beso y me dio un ultimo pescozon, como si quisiera asegurarse de que todavia seguia alli, de que no me habia esfumado. Despues salio apresuradamente de la habitacion. Mire a Shauna. Seguia manteniendose distante. Levante las manos en un gesto inquisitivo.

– ?Por que te escapaste? -me pregunto.

– Habia recibido otro mensaje electronico -dije.

– ?En la misma cuenta Bigfoot?

– Si.

– ?Por que llego tan tarde?

– Se servia de un codigo -respondi-. Me costo un poco descubrirlo.

– ?Que clase de codigo?

Le conte lo de dona Murcielago y lo de los Caniches Sexuales de la Adolescencia.

Cuando termine, dijo:

– ?Por eso te serviste del ordenador de Kinko? ?Lo descifraste mientras paseabas a Chloe?

– Si.

– ?Que decia exactamente el mensaje?

No tenia ni idea de los motivos que impulsaban a Shauna a hacerme todas aquellas preguntas. Aparte de lo dicho sobre ella, debo anadir que no era una persona detallista, creia que los detalles no servian para otra cosa que para enturbiar y confundir la imagen.

– Queria que nos encontrasemos en Washington Square Park a las cinco de la tarde de ayer -dije-. Me advirtio que me seguirian. Y tambien me dijo que, pasase lo que pasase, me queria.

– ?Y por esto huiste corriendo? -pregunto-. ?Para llegar puntualmente a la cita?

Asenti.

– Hester me dijo que no fijarian la fianza como minimo hasta media noche o mas.

– ?Llegaste a tiempo al parque?

– Si.

Shauna avanzo un paso hacia mi.

– ?Y que?

– Pues que no aparecio.

– Pese a lo cual sigues convencido de que fue Elizabeth quien te envio el mensaje, ?verdad?

– No tengo otra explicacion -dije.

Sonrio al oir mis palabras.

– ?Que pasa? -pregunte.

– ?Te acuerdas de mi amiga Wendy Petino?

– Si, una modelo companera tuya -conteste-, mas rara que un perro verde.

Shauna sonrio ante la comparacion.

– Una vez me llevo a cenar con su… -dibujo con los dedos unas comillas en el aire- guru espiritual. Me dijo que el hombre leia los pensamientos y adivinaba el futuro y todas esas cosas y que la ayudaba a comunicarse con su madre, que se habia suicidado cuando ella tenia seis anos.

La deje seguir sin interrumpir con la frase que habria sido logica en ese caso: «?Se puede saber que tiene esto que ver conmigo?». Pero me di cuenta de que Shauna estaba haciendo tiempo y de que acabaria por ir al grano.

– O sea que terminamos de cenar. El camarero nos sirvio el cafe. Y el guru de Wendy, creo que se llamaba algo asi como Omay, me miro con los ojos brillantes e inquisitivos que tiene esa clase de gente, ya sabes, y empezo a decirme que presentia… utilizo esa misma palabra… presentia que yo era esceptica y que le abriese mi corazon. Tu ya me conoces. Le dije que todo aquello no eran mas que paparruchas y que estaba hasta las narices de que sacara los cuartos a mi amiga. Omay no se enfado lo mas minimo, lo que acabo de sacarme de quicio. Lo que hizo fue darme una tarjeta y decirme que escribiera en ella cualquier cosa, lo que quisiera, algo que tuviera algun significado para mi, una fecha, las iniciales de mi pareja, lo que se me antojase. Mire la tarjeta. Me parecio una tarjeta blanca normal, pese a lo cual le pregunte si en lugar de aquella podia utilizar una mia. Me dijo que no habia ningun inconveniente. Saque una tarjeta comercial y la puse sobre la mesa. Entonces me dio una pluma, pero decidi tambien que usaria la mia, por si tenia alguna trampa o alguna cosa rara. Pero tampoco le parecio mal. Escribi tu nombre. Simplemente, Beck. Cogio la tarjeta. Yo le vigilaba la mano por si hacia algun cambio o alguna triquinuela, pero se limito a pasar la tarjeta a Wendy. Le dijo que la sostuviera. Y el entretanto me cogio la mano, cerro los ojos y comenzo a agitarse como si acabara de darle un ataque. Te juro que senti correr algo dentro de mi. Y de pronto Omay abrio los ojos y dijo: «?Quien es Beck?».

Shauna se sento en el sofa y yo a su lado.

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