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Soplaba el viento, se cimbreaban los arboles, los colores anaranjados y purpureos de la puesta de sol empezaban a dar paso a un cielo de brunido peltre. Me asusto ver que el aire de la noche era exactamente el mismo de ocho anos antes, la ultima vez que me habia aventurado por aquellos lugares sagrados.
Me pregunte si la gente de Griffin Scope seguiria vigilando el lago Charmaine. Pero en realidad no importaba. Elizabeth era demasiado inteligente para eso. Ya he dicho anteriormente que, antes de que mi abuelo comprara la propiedad, habia habido alli un campamento de verano. La palabra en clave de Elizabeth, Dolphin, era el nombre de una de las cabanas, la reservada para dormitorio de los chicos mayores, situada en lo mas profundo del bosque, la que rara vez nos atreviamos a visitar.
El coche de alquiler subio hasta lo que en otro tiempo habia sido la entrada de los servicios del campamento, ahora practicamente inexistente. Apenas era visible desde el camino principal, puesto que la ocultaba la altura de la hierba. Parecia la entrada de una cueva de murcielagos. Seguiamos bloqueando el paso con una cadena para que a nadie se le ocurriera aventurarse hasta alli y habia un letrero que decia: Prohibido el paso. Tanto la cadena como el letrero seguian en su sitio, pero eran visibles los anos de abandono. Pare, desenganche la cadena y la enrolle alrededor del arbol.
Me deslice de nuevo en el asiento del conductor y me dirigi hacia la desoladora entrada del viejo campamento. Los restos eran escasos. Todavia se veian los residuos oxidados y desperdigados de lo que en otro tiempo habian sido fogones y estufas. El suelo estaba cubierto de ollas y pucheros, la mayoria enterrados bajo el polvo de los anos. Sali y aspire el olor limpio de la hierba. Trate de no pensar en mi padre, sino en el claro del bosque, y cuando me atrevi a mirar hacia el lago y vi el fulgor plateado de la luna que brillaba en la superficie rizada volvi a oir la voz del viejo fantasma y me pregunte si no estaria reclamando venganza a gritos.
Empece a subir por el camino practicamente inexistente. Era extrano que Elizabeth hubiera elegido aquel lugar para encontrarnos. Ya he mencionado que a ella no le gustaba jugar en las ruinas de aquel antiguo campamento de verano. A Linda y a mi, en cambio, nos encantaba encontrar sacos de dormir o latas de conserva que acababan de vaciar, nos preguntabamos que vagabundo las habria tirado y si todavia seguiria merodeando por aquellos andurriales. A Elizabeth, mucho mas lista que nosotros dos, no le gustaban ni pizca aquellos juegos. Los lugares desconocidos, la incertidumbre, le daban mucho miedo.
Tardamos diez minutos en llegar. Sorprendentemente, la cabana estaba en muy buen estado. El techo y las paredes seguian en su sitio, aunque los peldanos de madera que accedian a la puerta estaban desvencijados. El letrero con la palabra Dolphin seguia alli, aunque colgaba verticalmente sostenido por un unico clavo. La construccion no habia podido disuadir al musgo, ni a las enredaderas, ni a toda una mezcla de vegetacion de nombre desconocido que se abria camino hacia el interior, abrazaba la cabana, se introducia por las aberturas y ventanas y se apoderaba de ella hasta convertirla en un elemento natural del paisaje.
– Has vuelto -dijo una voz que me sobresalto.
Una voz de hombre.
Reaccione sin pensarmelo dos veces. Salte a un lado, me arroje al suelo, di un par de vueltas, saque la Glock y apunte al hombre con ella. El hombre se limito a levantar las manos. Lo mire sin dejar de apuntarlo con la Glock. No era lo que yo esperaba. Su espesa barba era un nido de gorriones despues del ataque del cuervo. Tenia el cabello largo y enmaranado. Sus ropas, hechas jirones, le servian de camuflaje. Por un momento tuve la impresion de haber vuelto a la ciudad y de encontrarme delante de uno de tantos pordioseros. Pero sus modales no eran los mismos. El hombre estaba muy erguido y muy firme. Y me miraba directamente a los ojos.
– ?Quien diablos es usted? -le pregunte.
– Ha pasado mucho tiempo, David.
– Yo a usted no le conozco.
– No, en realidad no me conoces. Pero yo si -con un gesto de la cabeza indico un camastro detras de mi-. A ti y a tu hermana. Solia miraros mientras jugabais.
– No entiendo nada.
Sonrio. Sus dientes sanos y de un blanco deslumbrante asomaron entre la barba.
– Soy el coco.
Oi graznar a distancia a una familia de gansos que se disponian a aterrizar en la superficie del lago.
– ?Que quiere? -pregunte.
– Absolutamente nada -dijo sonriendo aun-. ?Puedo bajar las manos?
Asenti. Bajo las manos. Yo baje el arma, pero no la solte. Me quede pensando en lo que el hombre acababa de decirme y de preguntarme.
– ?Cuanto tiempo lleva aqui escondido?
– Poco mas o menos… -hizo una especie de calculos moviendo los dedos-… unos treinta anos. -Sonrio al ver la expresion de estupor pintada en mi rostro-. Si, llevo vigilandote desde que eras asi de alto. -Puso la mano a nivel de la rodilla-. Te he visto crecer y… -se callo-. Hace mucho tiempo que no venias por aqui, David.
– ?Y usted quien es?
– Me llamo Jeremiah Renway -dijo.
El nombre no me decia nada.
– Huyo de la ley.
– Entonces, ?por que da la cara ahora?
Se encogio de hombros.
– Supongamos que me alegro de verte.
– No sabe si lo denunciare a las autoridades.
– Me debes un favor.
– ?Que favor?
– Te salve la vida.
El suelo se movio bajo mis pies.
– ?Como?
– ?Quien te saco del agua? -pregunto.
Quede mudo de asombro.
– ?Quien crees que te llevo a rastras hasta la casa? ?Quien crees que aviso a la ambulancia?
Abri la boca, pero de ella no salio palabra alguna.
– ?Y… -su sonrisa se hizo mas amplia-… y quien te figuras que enterro aquellos cadaveres para que nadie pudiera encontrarlos?
Tarde un rato en encontrar la voz.
– ?Por que? -consegui preguntar.
– No lo se muy bien -dijo-. Hace muchisimo tiempo hice una cosa que no estaba bien. Me parecio que esto podia ser una oportunidad de redencion o algo parecido.
– ?Quiere decir que usted vio…?
– Lo vi todo -dijo Renway-. Vi como cogian a tu chica. Vi como te daban con el bate. Vi como le prometian que te sacarian si les decia donde estaba escondida una cosa. Vi como tu chica les daba una llave. Vi como se reian y como la obligaban a entrar en el coche mientras tu todavia estabas en el agua.
Trague saliva.
– ?Viste como los mataban?
Renway volvio a sonreir.
– Ya hemos hablado bastante, hijo. Te esta esperando.
– No comprendo.
– Que te esta esperando -repitio mientras se alejaba-. Junto al arbol.
Sin que mediara aviso, se lanzo como una flecha hacia el bosque, era un ciervo huyendo entre la maleza. Me quede un momento observando como se desvanecia en los matorrales.
El arbol.
Eche a correr. Las ramas me azotaban el rostro. Pero no me importaba. Las piernas me imploraban que les diera un respiro. Pero tampoco les hice caso. Los pulmones protestaban. Pero yo les dije que aguantaran. Cuando,