dentro de una bolsa de plastico. Un sandwich dietetico de langosta y rucula y una manzana. Poco a poco, dia a dia, iba cediendo a la presion que Cleo ejercia sobre el para que mejorara su dieta. Aunque tampoco se sentia distinto. Justo cuando metio la mano en la bolsa, sono el telefono.

Era Bill Warner, que ahora estaba al mando del Departamento de Investigacion Criminal del aeropuerto de Gatwick.

Eran amigos desde hacia suficiente tiempo como para dejarse de cumplidos, asi que el inspector de Gatwick fue directamente al grano.

– Roy, ?has puesto una alerta sobre una mujer, Abby Dawson, tambien conocida como Katherine Jennings?

– Si.

– Estamos seguros de que acaba de facturar en un vuelo de Easyjet a Niza que sale a las 15.45. Hemos comprobado la imagen que aparece de ella en la camara de seguridad y coincide con las fotografias que has hecho circular.

Eran unas fotos que habian sacado de las camaras de seguridad de la sala de interrogatorios. Siendo estrictos, segun los terminos de la Ley de proteccion de datos, Grace no deberia haberlas utilizado sin el consentimiento de la mujer. Pero no le importaba.

– ?Genial! -dijo-. ?Es genial, joder!

– ?Que quieres que hagamos?

– Solo tenedla vigilada, Bill. Es vital que no sepa que la estan siguiendo. Quiero que suba a ese vuelo, pero voy a necesitar que algunos agentes vayan con ella, y refuerzos en Niza. ?Puedes averiguar si el vuelo esta completo y si podriamos subir a dos agentes? Si esta lleno, tal vez podrias convencerlos para que echen a un par de pasajeros.

– Dejalo en mis manos. Ya te puedo confirmar de antemano que el avion solo va medio lleno. Me pondre en contacto con la policia francesa. Imagino que lo que nos interesa es con quien podria reunirse.

– Exacto. Gracias, Bill. Mantenme informado.

Grace lanzo un punetazo al aire de alegria, luego llamo a Glenn Branson.

123

Noviembre de 2007

– ?Y cuando volvere a verte? Dime. ?Cuando?

– ?Pronto!

Ella se tumbo encima de el, su piel desnuda y sudada por el esfuerzo en el calor de la manana. Su pene exhausto estaba recostado entre el vello pubico de ella, que apoyo sus pechos redondos y pequenos en su pecho y poso sus ojos en los ojos de el, unos ojos marrones, llenos de risas y travesuras. Y dureza. Seguro.

Era espabilada, astuta. Era una buena pieza.

Una buena pieza muy rica.

Y le gustaba esta maldita humedad. Este calor empalagoso que a el le hacia sudar sin parar. Ella insistia en hacer el amor con las puertas de la terraza de su casa bien abiertas y en la habitacion habria unos cien grados. Y ahora estaba aporreandole el pecho con sus punos diminutos.

– ?Cuando? ?Cuando?

El aparto su pelo negro azabache de la cara y beso sus labios pequenos y rosados. Era muy hermosa y tenia un cuerpo fantastico. Durante su mes de encierro en Pattaya Beach, mientras esperaba a que Abby le mandara la senal de que estaba en camino, habia aprendido a apreciar a las tailandesas esbeltas.

?Uau! Habia tenido muchisima suerte con esta. ?Algo totalmente inesperado! Porque tenia todo lo que habia sonado siempre, pero con mucho mas. ?Unos veinticinco millones de dolares mas! Punto arriba punto abajo, dependiendo de la cotizacion del baht tailandes.

La habia conocido en una tienda de sellos de Bangkok y se habian puesto a charlar. Resultaba que su marido tenia una cadena de discotecas, que ella heredo cuando murio en un accidente de buceo; un turista con una moto de agua le corto la cabeza de cuajo. Ella intentaba vender su importante coleccion de sellos y Ronnie la habia aconsejado, impedido que la estafaran y conseguido que triplicara lo que al principio le habian dicho que valian.

Y se la habia estado tirando una o dos veces al dia desde entonces.

Esto suponia un problema, aunque tampoco tanto. Ya habia comenzado a cansarse de Abby. No sabria decir exactamente cuando habia empezado a suceder. Tal vez fuera por su manera de comportarse despues de su mision con Ricky, o por su aspecto. Como si, despues de las dos primeras veces indudablemente, hubiera disfrutado de verdad.

Y el se habia percatado de lo que Abby era capaz.

Era una mujer sin limites. Haria cualquier cosa por ser rica y solo estaba utilizandolo, seguro, como trampolin para conseguirlo.

Por suerte, el iba un paso por delante. Ya le habian jodido dos veces antes. El agua no le habia funcionado; algo habia salido mal con el maldito desague en Brighton. Y ?quien diablos habria predicho que en Melbourne la sequia continuaria?

Afortunadamente, habia muchos barcos en Koh Samui. Y eran baratos. Y el Mar de la China Meridional era profundo.

Diez millas mar adentro seria imposible que ningun cadaver acabara de nuevo en la orilla. Ya tenia el barco amarrado y esperando. A Abby le encantaria. Era una pasada. Y estaba tirado. Relativamente. En fin, para acumular habia que especular.

Beso a Phara.

– Dentro de muy poco -dijo-. Te lo prometo.

124

Noviembre de 2007

Cuando se alejo del mostrador de facturacion de Easyjet, en lugar de seguir los carteles de Salidas, Abby se dirigio otra vez al vestibulo principal y entro en el bano.

Despues de encerrarse en un cubiculo, saco el sobre acolchado de la bolsa de plastico, lo rasgo para abrirlo y vacio el contenido: una bolsa de celofan con varios sellos, algunos sueltos, otros en hojas.

La mayoria de las hojas solo eran replicas de las que Ricky habia querido recuperar tan desesperadamente, pero varias de las otras y diversos sellos sueltos eran autenticos y parecian lo bastante antiguos como para emocionar a alguien que no supiera nada de filatelia.

Tambien extrajo el recibo de la Filatelica South-East, adonde habia acudido dos semanas atras. Era por valor de ciento cuarenta y dos libras. Seguramente mas de lo que necesitaba gastar, estrictamente hablando, pero el surtido era impresionante a ojos del gran publico y no se habia equivocado al situar al sargento Branson en esa categoria.

Rompio los sellos y el recibo, los echo por el retrete y tiro de la cadena. Luego se quito los vaqueros, las botas y la chaqueta de lana. No iba a necesitarlos a donde iba. Saco de la bolsa una peluca rubia larga, cortada y peinada como solia llevar ella el pelo y se la coloco, ajustandosela con torpeza con la ayuda del espejo de maquillaje. Luego se puso un vestido de tirantes que se habia comprado hacia un par de dias y la chaqueta de hilo color crema que conjuntaba tan bien, junto con un par de sandalias blancas bastante bonitas. Completo su nueva imagen con unas gafas de sol Marc Jacobs.

Apretujo la ropa que se habia quitado en la bolsa de plastico, luego salio del cubiculo, se ajusto el pelo en el espejo, tiro el sobre acolchado a la basura y miro su reloj. Eran las 13.35. Iba a buen ritmo.

Вы читаете Las Huellas Del Hombre Muerto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату