?verdad?
La miro fijamente a los ojos, sin apartar la vista, todavia sonriendo. Divirtiendose.
Abby pensaba deprisa. Sabia que queria Ricky. Y tambien sabia que, para conseguirlo, tendria que dejarla hablar. Petrificada, se devano los sesos, pensando, pensando. Pero no se le ocurria nada.
Ricky desaparecio unos momentos. Regreso con la maleta azul grande de Abby y la dejo en el suelo, a plena vista desde la puerta. Se arrodillo, abrio la cremallera y levanto la tapa.
– Que bien hecha esta -dijo, mirando el contenido-. Todo muy cuidado y ordenado. -Su voz se volvio amarga-. Pero supongo que tienes mucha practica en eso de hacer maletas y salir corriendo.
De nuevo, sus ojos grises se clavaron en los de ella. Y Abby vio algo que no habia visto nunca, algo nuevo. Habia oscuridad en ellos: una oscuridad verdadera, como si su alma estuviera muerta.
Ricky comenzo a deshacer la maleta, articulo por articulo. Primero saco un jersey de punto que estaba doblado encima de sus neceseres de aseo y maquillaje. Lo desdoblo sin prisas, lo reviso con cuidado, lo volvio del reves y luego, cuando quedo satisfecho, se lo puso alrededor de los hombros.
Abby tenia muchas ganas de hacer pis, pero estaba decidida a no humillarse delante de el ni a darle la satisfaccion de ver su miedo. Asi que se aguanto y le observo.
Estaba tomandose su tiempo, su lentitud era increible, agonica, casi como si percibiera la necesidad que tenia Abby.
Gracias al reloj de Ricky, vio que habian pasado casi veinte minutos cuando termino de deshacer la maleta tras sacar el ultimo articulo, su secador de viaje, que deslizo por el suelo del pasillo y se estrello contra el zocalo.
Abby intentaba moverse todo el rato. Nada cedia, nada. Las munecas y los tobillos le dolian horrores. Notaba el trasero entumecido y tenia que apretar las rodillas para combatir las ganas de hacer pis.
Sin decir palabra, Ricky empujo la maleta a un lado y se marcho por el pasillo. Abby se moria de sed, pero ese era el menor de sus problemas. Tenia que soltarse. Pero ?como?
Hizo pis. Al menos aun era capaz de hacer eso, no se lo habia tapado con cinta. Entonces se sintio mejor. Estaba exhausta, la cabeza le estallaba, pero ahora podia pensar con un poco mas de claridad.
Si pudiera conseguir que le quitara la cinta, al menos podria hablar con el, intentar razonar con el.
Quizas incluso llegar a un trato.
Ricky era un hombre de negocios.
Pero eso dependeria de lo duro que se mostrara.
Ahora estaba volviendo. Traia un vaso de whisky con hielo en la mano y fumaba un cigarrillo. El olor dulce e intenso la tentaba. Lo habria dado practicamente todo por una calada. Y una copa, de lo que fuera.
Hizo repiquetear los cubitos de hielo y movio las ventanas de la nariz. Avanzo y alargo la mano detras de ella. Abby oyo un ruido metalico, luego comprendio que habia tirado de la cadena y noto las gotitas de agua fria salpicandole el trasero.
– Cerda -dijo-. Tienes que tirar de la cadena cuando vas al bano. A ti te gusta tirar a los otros por el retrete. - Tiro la ceniza al suelo-. Que pisito mas bonito tienes. Desde la calle no lo parece. -Hizo una pausa y reflexiono-. Pero, por otro lado, supongo que mi furgoneta no parece gran cosa desde aqui arriba.
La palabra la golpeo como un punetazo. Furgoneta. ?Esa furgoneta blanca y vieja? ?La que no se habia movido? ?Tan estupida habia sido que no habia pensado en esa posibilidad?
Intento suplicarle con los ojos, pero lo unico que hizo Ricky fue girar la cabeza burlonamente, bebio mas whisky, se fumo el cigarrillo hasta el filtro, lo tiro al suelo y lo piso.
– Muy bien, Abby, tu y yo vamos a tener una pequena charla. Muy sencillo todo. Yo te hago preguntas, tu mueves los ojos a la derecha para contestar «si» y a la izquierda para responder que «no». ?Hay alguna parte que no hayas entendido?
Abby intento decir que no con la cabeza, pero no pudo. Solo podia moverla un poquito a derecha e izquierda.
– No, Abby, no me has escuchado bien. He dicho que movieras los ojos, no la cabeza. ?Quieres ensenarme que lo has captado?
Tras unos momentos de duda, Abby movio los ojos a la derecha.
– ?Buena chica! -dijo Ricky, como si felicitara a un cachorro-. ?Muy buena chica!
Dejo el vaso, saco otro cigarrillo y lo sujeto entre los labios. Luego volvio a coger el vaso, agitando los cubitos de hielo.
– Buen whisky -dijo-. De malta. Caro. Pero supongo que para ti el dinero no es ningun problema, ?verdad?
Se arrodillo, para quedar a la altura de sus ojos, y se inclino hacia delante, hasta que solo les separaron unos centimetros.
– ?Eh? ?El dinero? ?No supone ningun problema para ti?
Abby miro fijamente al frente, temblando de frio.
Luego, Ricky dio una calada a su cigarrillo y le echo el humo a la cara. Le picaron los ojos.
– ?El dinero? -repitio-. No supone ningun problema para ti, ?verdad?
Entonces se levanto.
– La cuestion, Abby, es que no hay mucha gente que sepa que estas aqui. No hay mucha, no, lo que significa que nadie va a echarte de menos. Nadie va a venir a buscarte. -Bebio un poco de whisky-. Bonita ducha. No has escatimado en gastos. Imagino que te gustaria disfrutarla. En fin, soy un hombre justo.
Hizo tintinear los cubitos de hielo con fuerza, mirando el vaso, y por un momento Abby creyo que realmente iba a ofrecerle un trato.
– Esta es mi oferta: o te hago dano hasta que me lo devuelvas todo o simplemente me lo devuelves todo. - Volvio a sonreir-. Me parece que la decision es obvia.
Dio una calada lenta, relajada, a su cigarrillo, como si disfrutara viendola observandolo, sabiendo que seguramente Abby se moria por fumarse uno. Ricky ladeo la cabeza y permitio que un remolino de humo azul escapara de su boca y subiera flotando hacia arriba.
– Tengo una idea -dijo-. Dejare que lo consultes con la almohada.
Entonces cerro la puerta.
54
Octubre de 2007
Roy Grace estaba sentado en su mesa de trabajo en la MIR Uno, soportando a la madre, el padre, el hermano, la hermana, el tio, el nieto, el primo carnal y el sobrino segundo de todas las resacas. Tenia la boca como el fondo de la jaula de un loro y era como si una motosierra desafilara sus dientes en una pua de acero dentro de su cabeza.
Su unico consuelo era que Glenn Branson, sentado en diagonal delante de el, parecia estar igual. ?Que diablos les habia pasado anoche?
Habian ido al Black Lion a tomar algo rapido, porque Glenn queria hablarle de su matrimonio. Se habian marchado tambaleandose alrededor de medianoche, despues de beber ?cuantos whiskies, cervezas, botellas de Rioja? Grace no queria ni pensarlo. Apenas recordaba haber vuelto a casa en taxi ni que Glenn lo acompanara porque su mujer le habia dicho que no queria que volviera a casa en ese estado.
Despues, bebieron mas whisky y Glenn comenzo a mirar sus CD y a criticar su musica, como hacia siempre.
Glenn seguia alli esta manana, en la habitacion de invitados, quejandose de un dolor de cabeza atroz y diciendole a Grace que pensaba muy seriamente acabar con todo.
– Son las 8.30 del martes 23 de octubre -Grace leyo sus notas para la reunion.
Su libro de estrategias policiales, y sus notas, mecanografiadas hacia media hora por su ayudante de apoyo a la gestion, descansaban delante de el, junto con una taza de cafe. Estaba al maximo de paracetamoles, que no le hacian efecto, y masticaba chicle de menta para enmascarar su aliento, que estaba seguro de que debia de apestar a alcohol. Habia dejado el coche en el pub anoche y decidio que ir caminando a recogerlo, mas tarde, le sentaria bien.