Aquello gustaria a Alison Vosper, penso. Siempre le gustaba esa frase: «Tenemos un sospechoso». A su vez, le hacia quedar bien con su superior, el inspector jefe. Y si su superior estaba contento, ella estaba contenta.

Y si estaba contenta, solia dejar en paz a Grace.

55

11 de septiembre de 2001

Despues de darse una ducha que se llevo el polvo gris de su pelo y le ayudo a atenuar un poco la borrachera, Ronnie se tumbo como nuevo sobre la colcha de chenilla rosa con las dos quemaduras de cigarrillos. Su habitacion de treinta dolares la noche no alcanzaba para una cabecera, asi que se apoyo en la pared desnuda y se puso a ver las noticias en la pantalla borrosa del viejo televisor mientras se fumaba un pitillo.

Vio los dos aviones chocando contra las Torres Gemelas una y otra vez. El Pentagono en llamas. El rostro solemne del alcalde Giuliani alabando a la policia de Nueva York y a los bomberos. El rostro solemne del presidente Bush declarando su guerra contra el terrorismo. Los rostros solemnes de todos los fantasmas grises.

Las bombillas debiles de bajo voltaje anadian melancolia a la habitacion. Habia corrido las deslucidas cortinas sobre la vista del callejon que daba a la pared de la siguiente casa. En estos momentos, el mundo que habia mas alla de su pequeno cuarto parecia solemne y triste.

Sin embargo, a pesar del dolor de cabeza atroz que tenia por culpa del vodka, no estaba triste. Estaba impactado por todo lo que habia visto hoy, si, por todo lo que habia ocurrido con sus planes. Pero aqui, en esta habitacion, se sentia seguro. Sumergido en sus pensamientos, comprendia que se le habia brindado la oportunidad de su vida.

Tambien se percato de que habia olvidado mas cosas en la habitacion del W. Los billetes de avion, ademas del pasaporte, y algunos calzoncillos. Pero no estaba preocupado, sino contento.

Miro su telefono movil para comprobar por milesima vez que estuviera apagado. Le suscitaba paranoia pensar que, por alguna razon, se hubiera vuelto a encender por voluntad propia y que la voz de Lorraine apareciera de repente al otro lado, gritando de alegria o, lo que era mas probable, insultandole por no haberla llamado.

Vio que algo cruzaba deprisa la moqueta: era una cucaracha marron oscuro, de un centimetro y medio de largo. Sabia que las cucarachas eran de las pocas criaturas que podian sobrevivir a una guerra nuclear. Habian evolucionado hasta alcanzar la perfeccion; la supervivencia del mejor preparado.

Si, bueno, el tambien estaba bastante preparado. Y ahora que su plan comenzaba a tomar forma, sabia exactamente cual iba a ser su primer paso.

Fue hasta la papelera y saco la bolsa de plastico que la protegia. Luego cogio la carpeta roja de su maletin y la metio dentro, ya que imaginaba que era improbable que lo atracaran por el contenido de una bolsa de plastico. Era muy consciente del riesgo que habia corrido arrastrando el trolley y el maletin hasta aqui. Se quedo quieto y escucho. La noticia que mas le interesaba aparecia ahora en la television. Otra vez la informacion de que todos los vuelos civiles con origen y destino Estados Unidos habian sido cancelados indefinidamente.

Perfecto.

Se puso la chaqueta y salio de la habitacion.

Eran las 18.45. Comenzaba a anochecer, pero todavia habia mucha luz mientras caminaba balanceando la bolsa de plastico, volviendo sobre sus pasos hacia la concurrida calle principal donde estaba el paso elevado del metro.

Todavia no habia comido nada desde el desayuno, pero no tenia hambre. Antes debia encargarse de algo.

Aliviado, vio que La ciudad del buzon aun estaba abierta. Cruzo la calle y entro. A su derecha, estaban las cajas de seguridad metalicas que ocupaban toda la pared. Al fondo, el mismo hombre de pelo largo que habia visto antes estaba ocupado navegando por Internet. Detras habia dos cabinas telefonicas vacias. A la izquierda de Ronnie, tres personas hacian cola en el mostrador. El primero, un hombre que llevaba un sombrero blanco y un peto, mostro una libreta de ahorros de aspecto extrano y recibio un fajo de billetes. Detras de el, habia una anciana de rostro adusto que llevaba una falda vaquera y, en tercer lugar, esperaba una chica nerviosa, de melena pelirroja, que no dejaba de mirar a su alrededor con ojos perplejos y vidriosos, retorciendose las manos cada pocos momentos.

Ronnie se unio a la cola tras ella. Cinco minutos despues, e] hombre de pelo entrecano que atendia el mostrador le dio una llave fina como una cuchilla de afeitar y un papel a cambio de cincuenta dolares.

– La 31 -dijo en un ingles gutural, y sacudio un dedo-. Una semana. Usted volver. Si no, abro caja y me lo quedo. ?Entendido?

Ronnie asintio con la cabeza y miro el papel. La fecha y la hora exacta figuraban impresos en el, ademas de la fecha de vencimiento.

– Drogas no.

– Entendido.

El hombre le lanzo una mirada larga y triste y suavizo el tono de repente.

– ?Esta bien?

– Si, estoy bien.

El hombre asintio.

– Una locura. Una locura de dia. ?Por que hacen esto? Es una locura, ?verdad?

– Una locura.

Ronnie se alejo, encontro su caja de seguridad y la abrio. Era mas profunda de lo que habia imaginado. Introdujo el paquete, luego miro a su alrededor para asegurarse de que nadie lo observaba, cerro la puertecita y giro la llave. De repente penso en algo y volvio al mostrador. Despues de pagar treinta minutos de conexion a Internet, se sento en un ordenador y entro en Hotmail.

Cinco minutos despues, ya estaba todo organizado. Tenia un nombre nuevo y una direccion de correo electronico nueva. Era el principio de su nueva vida.

Y entonces se percato de que estaba hambriento. Salio de la tienda y empezo a buscar un sitio donde comer una hamburguesa, patatas fritas y pepinillo. Por algun motivo, de repente sintio que mataria por un pepinillo. Y por cebolla frita. Y ketchup. Todo. Y una Coca-Cola.

El champan ya vendria despues.

56

Octubre de 2007

– Adelante -dijo Alison Vosper, contestando a la persona que habia llamado a su puerta.

Cassian Pewe habia elegido cuidadosamente su vestuario para esta reunion. Su traje azul mas elegante, su mejor camisa blanca y su corbata preferida, azul claro con dibujos geometricos blancos. Y se habia echado tanta Eternity de Calvin Klein que parecia haberse marinado en ella.

Siempre se notaba cuando conectabas con alguien y Pewe sabia que habia conectado con la subdirectora desde que se conocieron. Fue en enero, en una conferencia de la policia metropolitana sobre contraterrorismo y amenazas islamicas en las ciudades britanicas. Habia percibido mas que un estremecimiento de sexualidad entre ellos. Estaba bastante seguro de que la razon por la que habia insistido tan proactivamente y con tanto entusiasmo en que lo trasladaran al Departamento de Investigacion Criminal de Sussex -y defendido su ascenso a comisario- era porque tenia en mente actividades extracurriculares.

Era bastante comprensible, naturalmente. Sabia lo atractivo que le consideraban las mujeres. Y durante toda su carrera hasta la fecha siempre se habia centrado en las mujeres que tenian poder dentro del cuerpo de policia. No todas eran dociles; de hecho, algunas eran tan duras como sus homologos masculinos, incluso mas. Pero un porcentaje razonable eran mujeres normales, inteligentes y fuertes, pero vulnerables emocionalmente. Solo habia que tocar las teclas adecuadas.

Por eso le sorprendio la frialdad con que le recibio la subdirectora cuando entro en su despacho.

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