ser menos que sus amigos gansteres. Entonces, una noche que estaba con el, atrapo una arana en la banera, le quemo las patas con un encendedor y luego la abandono, viva dentro de un tarro de cristal, para que muriera de sed o hambre.

Comprender que era muy capaz de hacerle lo mismo a ella la empujo a luchar contra las ataduras con una urgencia nueva y repentina. El panico era cada vez mas intenso.

«Concentrate. Piensa. Recuerda que solo es un ataque de panico. No te estas muriendo. No estas fuera de tu cuerpo. Pronuncia las palabras.»

Inspiro, espiro, inspiro, espiro. «Hola -penso en las palabras-. Me llamo Abby Dawson. Estoy bien. Solo es una reaccion quimica chunga. Estoy bien, estoy en mi cuerpo, no estoy muerta, se me pasara.»

Intento centrarse en cada una de las ataduras, empezando por la que tenia alrededor de la frente. El cuello le dolia cada vez mas porque tenia la cabeza demasiado echada para atras. Pero por mucho que lo intentara, no podia moverla ni un centimetro en ninguna direccion.

Luego probo con las manos, que estaban atadas a sus muslos. Tenia los dedos abiertos y envueltos tambien en cinta, lo que hacia imposible coger nada. Trato de mover las piernas, pero las tenia unidas tan fuerte que parecia como si estuvieran enyesadas. Nada cedia. Nada se aflojaba.

?Donde habia aprendido a atar asi? ?Simplemente se las habia arreglado sobre la marcha, sonriendo mientras trabajaba?

Oh, si, seguro que habia sonreido.

Y no podia culparle.

De repente, se hallo deseando con todas sus fuerzas no haber accedido a todo aquello. No era lo bastante fuerte, comprendio, ni lo bastante lista. ?Como diablos habia pensado que podia salir bien? ?Como habia podido ser tan estupida?

Un ruido metalico interrumpio sus pensamientos, luego oyo el chirrido de la suela de goma de una zapatilla y luego una sombra cruzo la puerta. Ricky estaba mirandola, con una bolsa de plastico grande del ASDA en una mano y una taza de cafe en la otra. Olia el aroma. Dios santo, que bueno.

– Espero que hayas dormido bien, Abby. Te quiero fresca para hoy. ?Has descansado?

Abby emitio un quejido.

– Si, siento lo de la cinta. Pero las paredes de este sitio no son muy gruesas. No puedo correr riesgos, estoy seguro de que lo comprendes. Vaya… ?Tal vez la cama estaba un poco dura? Aun asi, es muy buena para la espalda, esa postura. Bien recta. ?Alguna vez te han contado la importancia de adoptar una buena postura?

Ella no dijo nada.

– ?No? Vaya. Supongo que la palabra «buena» no figura en tu vocabulario. -Dejo la bolsa de plastico en el suelo. Se oyo un ruido fuerte, seguido de un golpeteo de objetos metalicos dentro-. He traido algunas cosas. En realidad no he torturado nunca a nadie. He visto como se hace en las peliculas, claro. He leido sobre el tema. -Se le tenso la garganta-. Solo quiero que entiendas, Abby, que no quiero hacerte dano. Lo unico que tienes que hacer es decirme donde esta. Ya sabes, lo que me quitaste. Toda mi pasta, vaya.

Abby no dijo nada. Estaba temblando.

Ricky cogio la bolsa y la sacudio, con un repiqueteo fuerte y metalico.

– Tengo todo tipo de cosas aqui dentro, pero la mayoria son bastante primitivas. Tengo un taladro que podria perforarte las rotulas. Tengo un paquete de alfileres y un martillo pequeno. Podria clavartelos dentro de las unas. Tengo unos alicates para los dientes. O podriamos ser un poco mas culturales.

Se metio la mano en el bolsillo y saco un iPod negro. Entonces lo sostuvo delante de los ojos de Abby.

– Musica -dijo-. Escucha un poco.

Le puso los auriculares, comprobo la pantalla y presiono el simbolo de encendido. Entonces subio el volumen.

Abby escucho una cancion que reconocio, pero a la que no pudo poner titulo de inmediato.

– «Fool for love» -la ayudo Ricky-. Loco de amor. En realidad, podria referirse a mi, ?no crees?

Abby lo miro, el terror la volvia casi incoherente, no estaba segura de que reaccion esperaba Ricky. E intentaba no dejarle ver lo asustada que estaba.

– Me gusta este disco -dijo-. ?Y a ti? Recuerda, ojos a la derecha es un «si», a la izquierda, un «no».

Movio los ojos hacia la derecha.

– Bien, ?ahora nos entendemos! Bueno, ?esta aqui o en otra parte? A ver si puedo simplificar la pregunta. ?Esta aqui, en este piso?

Movio los ojos hacia la izquierda.

– De acuerdo. En otra parte. ?En Brighton?

Movio los ojos hacia la derecha.

– ?En una caja de seguridad?

De nuevo, movio los ojos hacia la derecha.

Ricky metio la mano izquierda en el bolsillo de sus vaqueros y saco una llave pequena y fina.

– ?Es esta la llave?

Dijo que si con los ojos.

El sonrio.

– Bien. Ahora lo unico que debemos establecer es el banco y la direccion. ?Es el NatWest?

Ojos a la izquierda.

– ?El Lloyds TSB?

Ojos a la izquierda.

– ?El HSBC?

Sus ojos se movieron hacia la izquierda. Y tambien dijo que no a Barclays.

– De acuerdo, creo que ya lo entiendo -dijo, y se alejo de la puerta. Poco despues, regreso con un tomo de las Paginas Amarillas, abierto por el indice de las empresas de servicios de seguridad. Las repaso con el dedo, deteniendose y obteniendo una negacion con cada nombre. Entonces llego a Southern Deposit Security.

Abby movio los ojos hacia la derecha.

Ricky estudio el nombre y la direccion, como si los memorizara, y luego cerro el directorio.

– De acuerdo, bien. Lo unico que necesitamos ahora es establecer algunos detalles mas. ?La cuenta esta a nombre de Abby Dawson?

Ojos a la izquierda.

– ?Katherine Jennings?

Movio los ojos a la derecha.

El sonrio, ahora parecia mucho mas contento.

Entonces Abby lo miro fijamente, intentando hacer una senal. Pero no estaba interesado.

– Sayonara, baby! -dijo con alegria-. Es de una de mis peliculas preferidas. ?Te acuerdas? -Ricky la miro con intensidad.

Movio los ojos hacia la derecha. Se acordaba. Conocia la pelicula, la frase. La decia Arnie Schwarzenegger en Terminator. Sabia lo que significaba.

?Hasta la vista!

58

Octubre de 2007

Despues de la reunion informativa, Roy Grace se retiro al refugio tranquilo de su despacho y dedico unos momentos a mirar por la ventana, al otro lado de la carretera, al aparcamiento del ASDA y al edificio horrendo del supermercado, que obstaculizaba una vista esplendida de todo el municipio de Brighton y Hove que tanto amaba. Al menos podia ver algo de cielo y, por primera vez en varios dias, habia trozos azules con rayos de sol que se filtraban a traves de las nubes.

Sosteniendo con las dos manos la taza de cafe que Eleanor acababa de traerle, bajo la mirada a las bandejas de plastico que contenian sus preciadas colecciones: tres docenas de mecheros antiguos que todavia no habia

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