Abby se sonrojo. Luego le dio otro beso a su madre en las dos mejillas.

– Estoy a punto. Volvere con un telefono nuevo dentro de una hora. ?Esperas a alguien hoy?

Su madre lo penso un momento.

– No.

– Tu amiga, la vecina de arriba que pasa a verte a veces…

– ?Doris?

– ?Crees que podria venir y quedarse contigo hasta que yo vuelva?

– Puede que este enferma, pero no soy una invalida -dijo su madre.

– Es por si viene el.

De nuevo, su madre le lanzo una mirada larga.

– ?No crees que deberias contarme toda la historia?

– Despues, te lo prometo. ?En que apartamento vive?

– En el numero 4, en el primer piso.

Abby salio deprisa y subio las escaleras corriendo. Llego al pasillo del primer piso, encontro el apartamento y llamo al timbre.

Al cabo de unos momentos, oyo el ruido metalico y torpe de una cadena de seguridad y deseo que su madre tambien tuviera una. Entonces una mujer de pelo blanco abrio la puerta unos centimetros. Tenia unas facciones distinguidas que quedaban parcialmente ocultas por unas gafas de sol del tamano y forma de unas mascaras de buceo. Llevaba un elegante vestido de punto de dos piezas.

– Hola -dijo con acento muy pijo.

– Soy Abby Dawson, la hija de Mary.

– ?La hija de Mary! Habla muchisimo de ti. Pensaba que seguias en Australia. -Abrio mas la puerta y la miro mas atentamente, acercando la cara hasta casi unos centimetros de la de Abby-. Disculpame. Tengo degeneracion macular… Solo veo bien por el rabillo del ojo.

– Lo siento -dijo Abby-. Pobrecita. -Abby sintio que debia ser mas comprensiva, pero estaba inquieta por seguir adelante-. Mire, me preguntaba si podria hacerme un favor. Tengo que salir una hora y… Es una historia larga, pero tengo un ex novio que me esta haciendo la vida imposible y me preocupa que pueda aparecer y hacer dano a mi madre. ?Podria usted quedarse con ella hasta que vuelva?

– Por supuesto. ?Prefieres que suba ella aqui?

– Bueno, si, pero esta esperando al cerrajero.

– De acuerdo, no te preocupes. Bajo dentro de un par de minutos. Ire a por mi baston. -Luego, su voz ensombrecida por una amenaza alegre, anadio-: Si ese chico aparece, ?lo lamentara!

Abby bajo corriendo y entro en el piso de su madre. Le explico lo que estaba pasando y luego le dijo:

– No abras la puerta a nadie hasta que vuelva.

Entonces salio a la calle y subio al taxi.

– Necesito encontrar una tienda de moviles -le dijo al conductor. Luego reviso su bolsillo. Tenia ochenta dolares mas en metalico. Deberia bastar.

Aparcado prudentemente a la derecha detras de una auto-caravana en la calle que cruzaba, Ricky espero a que se alejaran, luego encendio el motor y los siguio, a mucha distancia. Sentia curiosidad por ver adonde se dirigia Abby.

Al mismo tiempo, manteniendo la mano firme en el Intercept GSM 3060 que habia colocado en el asiento del copiloto junto a el, reprodujo la llamada a la cerrajeria Eastbourne y memorizo el numero. Se alegro de llevar el aparato con el, no habia querido arriesgarse a dejar un equipo tan valioso en la furgoneta.

Llamo al cerrajero y cancelo educadamente la cita, explicando que la senora, su madre, habia olvidado que tenia hora en el hospital esta tarde. Llamaria despues y concertaria otra cita para manana.

Luego, llamo a la madre de Abby, se presento como el jefe de la cerrajeria Eastbourne y se deshizo en disculpas por el retraso. Sus empleados estaban atendiendo una emergencia. Alguien iria en cuanto fuera posible, pero tal vez no pudiera ser hasta media tarde, como muy pronto. Si no, pasarian manana a primera hora. Esperaba que no fuera un inconveniente. Ella le dijo que no se preocupara.

El taxista era estupido y conducia muy despacio, lo que le facilito seguirles a una distancia segura. Los colores turquesa fuerte y blanco y el cartel del techo le facilitaban las cosas a Ricky. Al cabo de diez minutos, comenzo a conducir todavia mas despacio por una concurrida calle comercial y las luces de los frenos se encendieron varias veces antes de detenerse por fin delante de una tienda de moviles. Ricky ocupo bruscamente una plaza de aparcamiento y observo a Abby entrar corriendo en la tienda.

Luego apago el motor, saco una barrita de Mars de su bolsillo -de repente tenia un hambre voraz- y se dispuso comodamente a esperar.

73

Octubre de 2007

Algo preocupaba al inspector Stephen Curry cuando volvio a su despacho despues de la reunion con la policia municipal, que se habia alargado mucho mas de lo esperado.

Esta tambien se habia convertido en un almuerzo durante el que, entre sandwich y sandwich, trataron una gran variedad de temas, desde dos campamentos ilegales que causaban problemas en Hollingbury y Woodingdean a la elaboracion de un informe de inteligencia sobre las ultimas bandas de adolescentes y una plaga de palizas asociadas con ellos. Estos incidentes violentos estaban convirtiendose en un problema cada vez mas grave, ya que los jovenes grababan las agresiones en video y luego las colgaban como trofeos en redes sociales como Bebo y MySpace. Algunos de los peores ataques se habian producido en colegios, habian aparecido en el Argus y habian tenido un gran impacto en los ninos y preocupado a los padres.

Eran casi las 14.30 y tenia una tonelada de trabajo que hacer. Hoy debia salir mas temprano de lo normal, era su aniversario de boda y le habia dado a Tracy su palabra (su palabra garantizada) de que no llegaria tarde a casa.

Se sento a su mesa y repaso en el ordenador los registros de todos los incidentes que habian tenido lugar en su zona durante las ultimas horas, pero ahora mismo no habia nada que requiriera su atencion. Todas las llamadas de emergencia habian sido respondidas sin retrasos y no habia ningun incidente critico importante que pudiera minar los recursos. Solo constaba la coleccion habitual de delitos menores.

Entonces, recordando la llamada de Roy Grace, abrio su libreta y leyo el nombre «Katherine Jennings» y la direccion que habia anotado. Acababa de ver entrar a uno de los sargentos del primer turno del equipo de la policia municipal, John Morley, asi que descolgo el telefono y le pidio que enviara a alguien a ver a la mujer.

Morley sujeto el auricular con el hombro, cogio un boligrafo y con la mano izquierda marco la pagina del expediente de un delito que estaba repasando relativo a un preso detenido en el turno de noche. Luego dio la vuelta a un trozo pequeno de papel que habia sobre su mesa y en el que antes habia escrito la matricula de un vehiculo, y apunto el nombre y la direccion de la mujer.

El sargento era joven e inteligente y el peinado moderno y el chaleco antipunaladas le daban un aspecto mas duro de lo que era en realidad. Pero, como todos sus companeros, estaba estresado porque trabajaba demasiado debido a la falta de personal.

– Podria haber numerosas razones por las que se mostrara angustiada con ese capullo de Spinella. A mi tambien me angustia.

– ?Dimelo a mi! -coincidio con el Curry.

Al cabo de unos minutos, Morley se disponia a pasar los detalles a su libreta cuando el telefono volvio a sonar. Era una operadora del centro de recursos que le pidio que se hiciera cargo de una emergencia de grado uno: una nina de ocho anos que habia desaparecido. Se habia esfumado del colegio esta tarde y no estaba con su familia.

Al cabo de unos momentos, se armo un lio padre. Morley aviso primero por radio al inspector de guardia y luego grito las instrucciones a su equipo de agentes y policias de barrio que patrullaban por la ciudad. Mientras se encargaba de todo aquello, corrio al fondo de la sala abarrotada, en la que habia media docena de escritorios

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