habia visto escribir a alguien, comenzo a anotar los numeros.
En cuanto termino, Abby corrio hacia la puerta de entrada del edificio, la abrio y entro en el sombrio vestibulo comunitario. Era extrano volver a estar aqui; nada parecia haber cambiado. El linoleo del suelo, que tenia pinta de estar alli desde que se construyo el edificio, lucia inmaculado, como siempre, y la correspondencia y quiza tambien los mismos folletos de pizzas, comida china, tailandesa e india abarrotaban varios de los mismos casilleros metalicos. Percibio una peste intensa a abrillantador y verduras hervidas.
Miro el buzon de su madre para ver si lo habian vaciado y vio consternada varios sobres atascados, como si no quedara mas espacio dentro. Uno de ellos, que casi estaba colgando, era un recordatorio para renovar la licencia de television por satelite.
El correo era uno de los momentos estelares del dia para su madre. Era una fanatica de los concursos, estaba suscrita a varias revistas que los contenian, y siempre se le habian dado muy bien. Diversos regalos de la infancia de Abby e incluso vacaciones habian salido de concursos que habia ganado y ahora la mitad de las cosas que poseia su madre eran premios.
?Por que no habia recogido el correo, entonces?
Con el corazon en la boca, Abby recorrio deprisa el pasillo hasta la puerta del piso de su madre al final del edificio. Oia el sonido de un televisor en otro apartamento arriba en algun lugar. Llamo a la puerta, luego abrio con su llave sin esperar respuesta.
– ?Hola, mama!
Oyo unas voces. El parte meteorologico.
Alzo la voz.
– ?Mama!
Dios mio, que extrano era. Hacia mas de dos anos que no estaba aqui. Era muy consciente de la impresion que se llevaria su madre, pero ahora no podia preocuparse por eso.
– ?Abby? -La voz de su madre parecia totalmente asombrada.
Corrio adentro, atravesando el pequeno vestibulo hasta e salon, sin apenas notar el olor a cerrado y humedad. Su madre estaba en el sofa, flaca como un palillo, el pelo lacio y mas gris de lo que recordaba. Llevaba una bata de flores y unas zapatillas con pompones. Sobre las rodillas tenia una bandeja con rosas dibujadas que Abby recordaba de su infancia. Encima habia una lata de arroz con leche.
En el suelo enmoquetado habia esparcidas hojas con concursos arrancadas de periodicos y revistas, y en el televisor Sony de pantalla ancha, que Abby recordo que su madre habia ganado, estaban puestas las noticias del tiempo del mediodia. El aparato descansaba encima de un mueble-bar metalico, otro premio.
La bandeja cayo al suelo cuando su madre se sobresalto, parecia que hubiera visto un fantasma.
Abby cruzo la habitacion corriendo y echo los brazos al cuello de su madre.
– Te quiero, madre -dijo-. Te quiero muchisimo.
Mary Dawson siempre habia sido una mujer menuda, pero ahora aun lo parecia mas de lo que recordaba, como si hubiera encogido durante estos dos ultimos anos. Aunque seguia teniendo un rostro hermoso, con unos ojos azul claro preciosos, estaba mas arrugada que la ultima vez que la habia visto. La abrazo con fuerza, las lagrimas rodaron por su cara y mojaron el pelo de su madre, que olia a sucio, pero olia a su madre.
Despues de que su padre falleciera de cancer de prostata, una muerte horrible pero rapida gracias a Dios, Abby albergo la esperanza de que su madre encontrara a alguien. Pero cuando le diagnosticaran la enfermedad, esa esperanza se desvanecio.
– ?Que sucede, Abby? -le pregunto su madre, y anadio, con un brillo repentino en los ojos-: ?Vamos a salir en Sorpresa, sorpresa? ?Por eso estas aqui?
Abby se rio. Luego, estrechandola con fuerza, se dio cuenta de que hacia muchisimo tiempo que no se reia.
– Creo que ya no lo emiten.
– Abby, en ese programa no dan premios, carino.
Volvio a reirse.
– ?Te he echado de menos, mama!
– Yo tambien te he echado de menos, carino, todo el rato. ?Por que no me dijiste que volvias de Australia? ?Cuando has llegado? ?Si hubiera sabido que venias, me habria arreglado!
De repente, recordando la hora, Abby miro su reloj. Habian pasado tres minutos. Dio un salto.
– ?Enseguida vuelvo!
Salio corriendo, mirando la calle con cautela arriba y abajo. Luego se acerco al taxi y abrio la puerta del copiloto.
– Tardare unos minutos mas, pero las instrucciones son las mismas. Llameme si le ve.
– Si aparece, senorita, ?le dare una paliza de muerte!
– ?Usted llameme y punto!
Abby regreso con su madre.
– Mama, ahora no puedo explicartelo. Quiero llamar a un cerrajero y cambiar la cerradura de la puerta y ponerte una cadena de seguridad y una mirilla. Quiero intentar hacerlo hoy.
– ?Que pasa, Abby? ?Que es todo esto?
Abby se dirigio al telefono, descolgo el auricular y le dio la vuelta. No sabia que aspecto tenia un microfono oculto, pero no vio nada debajo. Luego examino el aparato y tampoco vio nada extrano. Pero ?que sabia ella?
– ?Tienes otro telefono? -pregunto.
– Estas metida en un lio, ?verdad? ?Que pasa? Soy tu madre, ?cuentamelo!
Abby se arrodillo y recogio la bandeja, luego fue a la cocina a buscar un trapo para limpiar el arroz con leche derramado.
– Voy a comprarte un telefono nuevo, un movil. Por favor, no utilices este nunca mas.
Mientras comenzaba a arreglar el desastre de la alfombra, se dio cuenta de que era la vieja alfombra que tenian en el salon de su casa en Hollingbury. Era de un rojo intenso, con un borde ancho de rosas entretejidas en verde, ocre y marron y estaba tan raida que en algunos puntos tenia trozos totalmente pelados. Pero era reconfortante verla, la devolvio a su infancia.
– ?Que ocurre, Abby?
– Nada.
Su madre nego con la cabeza.
– Puede que este enferma, pero no soy estupida. Estas asustada. Si no puedes contarselo a tu madre, ?a quien se lo contaras?
– Por favor, haz lo que te digo. ?Tienes las Paginas Amarillas?
– En el cajon del centro de la mitad inferior -contesto su madre, senalando una comoda de nogal.
– Te lo explicare todo mas tarde, pero ahora no tengo tiempo, ?de acuerdo?
Fue a buscar el listin. Estaba unos anos desfasado, pero seguramente no importaria, decidio mientras lo abria y pasaba las paginas hasta que encontro el apartado de «Cerrajeros».
Realizo la llamada y luego le dijo a su madre que aquella tarde se pasaria alguien de la cerrajeria Eastbourne.
– ?Estas en un lio, Abby?
Ella nego con la cabeza, no queria alarmarla demasiado.
– Creo que alguien me esta acosando… Alguien que queria que saliera con el y que esta intentando llegar a mi a traves de ti, eso es todo.
Su madre le lanzo una mirada larga, como para demostrar que no se creia del todo la historia.
– ?Todavia estas con ese hombre, Dave?
Abby devolvio el trapo al fregadero de la cocina, luego regreso y le dio un beso a su madre.
– Si.
– No me parecio un buen chico cuando hable con el por telefono.
– Ha sido amable conmigo.
– Tu padre… era un buen hombre. No era ambicioso, pero era buena persona. Era un hombre sabio.
– Ya lo se.
– ?Recuerdas lo que decia? Se reia de mi porque jugaba a esos concursos y me decia que la vida no se trataba de conseguir lo que uno queria, sino de querer lo que uno tiene. -Miro a su hija-. ?Tu quieres lo que tienes?