interminables de los telefonos moviles. Vio una hilera de personas, muchas con uniforme y casco, que entraba en un grupo de tiendas de campana. Otras hacian cola en los puestos hechos con mesas de caballetes. Aqui tambien habia olores nuevos, a pollo asado y hamburguesas.

Aturdido, se encontro de repente haciendo cola, despues de pasar por un puesto donde alguien le habia dado un botellin de agua. En el siguiente puesto recibio una mascarilla. Luego entro en una tienda de campana, donde un tipo sonriente de pelo largo con aspecto de hippy trasnochado le entrego un casco azul, una linterna y unas pilas de recambio.

Tras guardarse la gorra de beisbol en el bolsillo, Ronnie se puso la mascarilla y luego el casco. Paso por otro puesto, donde rechazo los calcetines, la ropa interior y las botas de trabajo que le ofrecieron y salio por la entrada trasera. Luego, siguio a la fila de gente por delante de la estructura ennegrecida de un edificio. Un agente del departamento de policia de Nueva York que llevaba un casco y un chaleco antipunaladas azul mugriento paso montado en un tractor verde, arrastrando lo que parecian bolsas de plastico para cadaveres.

Mas alla de un arbol frondoso quemado, Ronnie vio un pajaro sobrevolando una estructura. Era la pared enorme de un edificio que se elevaba torcida en un angulo inestable, como la torre inclinada de Pisa. No quedaba ni un cristal en las ventanas, que por lo demas estaban intactas, y los cuarenta o cincuenta pisos de oficinas que debian verse a su lado habian desaparecido, se habian derrumbado.

Ronnie camino tambaleandose sobre los techos de los coches patrulla aplastados y luego por el vientre de un coche de bomberos medio enterrado. De vez en cuando sonaba un telefono movil en algun lugar debajo de los cascotes. Equipos pequenos de personas cavaban freneticamente y gritaban. Habia adiestradores de perros repartidos aqui y alli, con pastores alemanes, labradores, rottweilers y otras razas que no reconocio tirando de sus correas, olisqueando.

Siguio avanzando, dejando atras una silla giratoria cubierta de polvo, con una chaqueta de mujer igual de polvorienta colgada del respaldo. Del asiento pendia el cable del auricular de un telefono.

Vio algo que brillaba. Miro con mas detenimiento y vio que era una alianza. Cerca habia un reloj de muneca aplastado. Cadenas de personas iban sacando escombros, pasandolos a quien tenian detras. Se hizo a un lado, observando, asimilando todo aquello, intentando comprender la pauta de lo que estaba ocurriendo. Al final, se dio cuenta de que no habia ninguna: solo habia personas con uniforme por los lados, sosteniendo bolsas de basura negras enormes a los que la gente llevaba las cosas que encontraba.

Delante de el vio lo que al principio le parecio una figura de cera rota. Luego se dio cuenta, con repugnancia, que se trataba de una mano humana seccionada. Noto que el desayuno le subia por la garganta. Se dio la vuelta, bebio un trago de agua y noto que el polvo seco se disolvia en su boca.

Se fijo en un cartel pintado en letras rojas sobre una valla publicitaria al borde de la zona devastada. Decia: Dios bendiga A Los Bomberos Y Policias De Nueva York.

Volvio a ver todo tipo de personas con cara de agotamiento tropezandose por el perimetro del lugar y mostrando fotografias. Hombres, mujeres, ninos, algunos muy pequenos, se mezclaban con todos los miembros uniformados de los distintos servicios de rescate, que llevaban cascos, mascarillas, mascaras de oxigeno.

Paso por delante de una cruz quemada mientras se concentraba en mantener el equilibrio sobre una masa que se movia bajo sus pies. Vio una grua doblada que parecia un Tiranosaurus Rex muerto. Y dos hombres con batas verdes de cirujano. Paso por delante de un policia que llevaba un casco azul con una lampara de minero y lo que parecian herramientas de escalada colgadas del cinturon. Vio que penetraba en los escombros con una esmeriladora angular motorizada.

Una bandera estadounidense sobresalia inclinada de los cascotes, como si alguien acabara de conquistar el lugar.

Reinaba un caos total y absoluto.

Era perfecto, penso Ronnie.

Giro la cabeza. La larga fila de personas se extendia, infinita, detras de el. Salio de ella, dejo que continuara su camino y siguio alejandose. Luego, disimuladamente, y un poco arrepentido, dejo caer el movil entre los escombros y lo hundio. Lo pisoteo y avanzo unos pasos. Saco la cartera de la chaqueta y la reviso, retiro los billetes y se los guardo en el bolsillo trasero de los vaqueros.

Dejo dentro sus cinco tarjetas de credito, su tarjeta de socio del RAC, su tarjeta de socio del Club del motor de Brighton y Hove y, despues de pensarlo unos momentos, tambien su carne de conducir.

Sin estar seguro de si aqui podia fumar o no, se puso discretamente un cigarrillo entre los labios, saco el encendedor y protegio la llama con las manos. Pero en lugar de prender el pitillo, comenzo a quemar las esquinas de la cartera. Luego tambien la dejo caer entre los escombros y la pisoteo, con fuerza.

Entonces se encendio el cigarrillo y fumo agradecido. Cuando se lo acabo, se agacho y cogio la cartera. Luego volvio sobre sus pasos y recogio el movil. Los llevo hasta uno de los depositos provisionales para los objetos recuperados.

– He encontrado esto -dijo.

– Echalo en la bolsa. Se revisara todo -le dijo una mujer policia.

– Puede que ayuden a identificar a alguien -explico, para asegurarse.

– Para eso estamos aqui -le tranquilizo ella-. Tenemos muchos desaparecidos desde el martes. Muchos.

Ronnie asintio.

– Si. -Luego, para asegurarse otra vez, senalo la bolsa-. ?Alguien va a registrarlo todo?

– Por supuesto. Va a registrarse todo, cielo. Cada articulo, cada zapato, cada hebilla de cinturon. Cualquier cosa que encuentres nos la traes. Todos tenemos familiares ahi… En alguna parte -contesto la policia, senalando ampliamente la devastacion que se extendia ante ellos-. Todas las personas de esta ciudad tienen a un ser querido aqui.

Ronnie asintio con la cabeza y se alejo. Habia sido mucho mas facil de lo que pensaba.

72

Octubre de 2007

– Aqui -dijo Abby-. Justo despues de la farola de la izquierda. -Volvio a mirar hacia atras por el parabrisas trasero. Ni rastro del coche de Ricky o de el. Pero era posible que hubiera tomado un camino mas rapido, penso-. ?Podria seguir, girar a la izquierda y dar la vuelta al edificio, por favor?

El taxista obedecio. Era una zona residencial tranquila, cerca del Eastbourne College. Abby escudrino con detenimiento las calles y coches aparcados. Aliviada, vio que no habia rastro del coche de alquiler de Ricky ni de el.

El conductor la llevo de nuevo a la calle ancha de casas pareadas de ladrillo rojo, al final de la cual estaba el bloque de pisos bajos de los anos sesenta, totalmente atipico en esta zona, donde vivia su madre. Habia sido construido con materiales baratos y cuatro decadas de rafagas de vientos salados del Canal lo habian transformado en una monstruosidad.

El taxista aparco en doble fila junto a un Volvo familiar. El taximetro marcaba treinta y cuatro libras. Le dio al conductor dos billetes de veinte.

– Necesito su ayuda -dijo-. Voy a darle esto ahora para que sepa que no voy a irme sin pagar. No me devuelva el cambio, quiero que deje en marcha el taximetro.

El hombre asintio, lanzandole una mirada de preocupacion. Ella volvio a mirar atras, pero seguia sin estar segura.

– Voy a entrar en el edificio. Si no salgo dentro de cinco minutos, ?de acuerdo?, cinco minutos exactos, quiero que marque el 091 y le diga a la policia que venga. Diga que me estan atacando.

– ?Quiere que entre con usted?

– No, estoy bien, gracias.

– ?Tiene problemas con su novio? ?Su marido?

– Si. -Abrio la puerta, se bajo y volvio a examinar la calle-. Voy a darle mi numero de movil. Si ve un Ford Focus gris, de cuatro puertas, limpio, con un tipo dentro con una gorra de beisbol, llameme enseguida.

El hombre tardo unos momentos agonicos en encontrar su boligrafo. Luego, con la mayor lentitud con que

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