habia una puerta de acero enorme con un segundo escaner biometrico. Acerco el ojo derecho y volvio a pulsar el boton verde. Se oyo un clic agudo y empujo la puerta para abrirla.

Entraron en una camara larga, estrecha y helada. Mediria unos treinta metros de largo y unos seis de ancho y habia hileras de cajas de seguridad de acero a cada lado y en la pared del fondo, cada una con un numero.

Las de la derecha tenian quince centimetros de profundidad; las de la izquierda, sesenta, y las del fondo median un metro ochenta de altura. Volvio a preguntarse, igual que la ultima vez que estuvo aqui, que habria exactamente en esas ultimas y, de hecho, que tesoros, obtenidos por metodos legales o no, habria detras de cualquiera de aquellas puertas cerradas.

Con la llave en la mano, Ricky escudrino con avaricia los numeros de las cajas.

– ?Cuatro dos seis? -pregunto.

Ella senalo al fondo a la izquierda y le observo mientras practicamente corria los ultimos metros.

Entonces Ricky introdujo la llave plana y fina en la ranura vertical y la giro con indecision. Noto que la leva de la cerradura bien engrasada se movia con suavidad. Dio una vuelta completa a la llave, escuchando como giraba a su vez cada uno de los dientes. Le gustaban las cerraduras, siempre le habian gustado, pero la puerta no se abrio. Contenia un mecanismo mas complejo de lo que habia imaginado, comprendio mientras daba otra vuelta completa a la llave y notaba como se movian mas dientes. Volvio a tirar.

Ahora la pesada puerta metalica se abrio y Ricky miro dentro. Absolutamente estupefacto, vio que estaba vacia.

Se dio la vuelta, insultando a Abby a voz en grito. Y descubrio que insultaba a una sala vacia.

70

Octubre de 2007

Abby salio corriendo. En Melbourne hacia footing casi todas las mananas y, a pesar de que en el ultimo par de meses no habia realizado demasiado ejercicio, conservaba una forma fisica razonable.

Corrio como alma que lleva el diablo sin mirar atras, atravesando el asfalto del aparcamiento del Southern Deposit Security, por delante de los camiones y furgones, cruzo la verja y subio la colina. Luego, justo antes de girar a la derecha a traves de los arbustos que flanqueaban el aparcamiento junto a la hilera de tiendas, giro la cabeza y echo un vistazo atras.

Ricky todavia no habia aparecido.

Paso entre los arbustos y casi la atropello un monovolumen conducido por una mujer de aspecto tenso cuando cruzaba a toda velocidad los carriles del aparcamiento en direccion a la entrada principal de una tienda de muebles MFI. Al llegar se detuvo y miro atras.

Seguia sin verle.

Entro en el local, apenas consciente del olor nitido e intenso a muebles nuevos, y lo atraveso corriendo, esquivando clientes mientras pasaba por delante de las exposiciones de mobiliario para oficinas, salas de estar y dormitorios. Entonces, al llegar casi al fondo de la tienda, se encontro en la seccion de bano. Estaba rodeada de duchas. A su derecha vio una cabina muy elegante.

Reviso el pasillo. Ni rastro de Ricky.

El corazon le retumbaba como si anduviera suelto dentro de su pecho. Todavia tenia la identificacion plastificada del Southern Deposit Security en la mano. Ricky no habia dejado que se llevara el bolso del piso, pero se las habia arreglado para esconderse el movil en la delantera, junto con algo de dinero y su tarjeta de credito, ademas de una llave del piso de su madre. Habia apagado el telefono por si acaso, por si habia una posibilidad entre mil millones de que sonara. Ahora lo saco y lo encendio. En cuanto se activo, llamo a su madre.

No respondio. Durante meses le habia suplicado que solicitara el servicio de contestador, pero todavia no habia hecho nada al respecto. Despues de dejarlo sonar una infinidad de veces, el tono se convirtio en un gemido continuo.

En una de las duchas habia un banco de listones de madera, levantado contra la pared. Entro, bajo el banco y se sento con el movil pegado a la oreja, escuchando la llamada sin respuesta. Pensando. Pensando.

Estaba presa de un panico total.

Habia agotado todas sus maniobras dilatorias. No habia pensado bien en todo aquello. En estos instantes no era capaz de pensar nada con detenimiento. Lo unico que podia hacer era poner el piloto automatico, ocuparse de cada minuto a su debido tiempo.

Ricky habia amenazado con hacer dano a su madre, una anciana enferma. El poder de negociacion de Abby consistia en que todavia tenia en su poder el tesoro que Ricky deseaba tan desesperadamente. Debia seguir recordandose que era ella quien tenia la sarten por el mango.

Ricky podia ponerse tan gallito como quisiera.

Ella tenia todo lo que el queria.

Salvo…

Enterro la cara entre sus manos. No estaba tratando con una persona normal. Ricky se parecia mas a una maquina.

Cuando oyo la voz casi se murio del susto.

– ?Esta usted bien? ?Puedo ayudarla, senora?

Un dependiente joven vestido con traje y corbata, con una placa en la solapa que anunciaba que se llamaba Jasort, estaba en la entrada de la cabina de ducha. Ella lo miro.

– Yo… Yo…

Tenia un rostro amable y, de repente, Abby sintio que estaba al borde de las lagrimas. Pensando deprisa, mientras un plan a medio elaborar tomaba forma de manera difusa, dijo con La voz tan debil como pudo:

– No me encuentro muy bien. ?Seria posible que alguien me llamara un taxi?

– Si, por supuesto. -El joven miro a su alrededor preocupado-. ?Preferiria una ambulancia?

Abby dijo que no con la cabeza.

– No, un taxi, gracias. Estare bien cuando llegue a casa. Solo necesito tumbarme.

– Tenemos un area de descanso para el personal -le dijo el joven con voz amable-. ?Quiere esperar alli?

– Si, gracias. Muchas gracias.

Mirando con cautela a su alrededor por si veia a Ricky, siguio al dependiente a traves de una puerta lateral a una cantina minuscula, donde habia una hilera de sillas contra la pared con una mesa baja delante, algunos utensilios para preparar te y cafe, una nevera pequena y una lata de galletas.

– ?Quiere tomar algo? -le pregunto-. ?Agua?

– Agua -dijo Abby, asintiendo con la cabeza.

– Llamare a un taxi y le traere el agua.

– ?Tienen una entrada lateral donde pudiera esperar? Yo… No estoy segura de si podria cruzar toda la tienda.

El joven senalo una puerta que Abby no habia visto con un cartel iluminado encima que decia Salida de emergencia.

– Es la entrada del personal -contesto-. Le dire que pare ahi.

– Muy amable.

Diez minutos despues, Jason volvio para decirle que el taxi estaba fuera. Abby apuro el vaso de agua y luego, interpretando el papel de mujer enferma, salio despacio por la puerta y se subio a la parte trasera de un taxi Streamline turquesa y blanco, tras darle las gracias otra vez al joven dependiente por su amabilidad.

El conductor, un anciano de pelo blanco, cerro la puerta cuando ella entro.

Abby le dio la direccion del piso de su madre en Eastbourne antes de hundirse en el asiento, de manera que pudiera ver fuera pero que no la vieran, y se cubrio la cabeza con la chaqueta.

– ?Quiere que suba la calefaccion? -pregunto el conductor?

– Estoy bien, gracias -contesto.

Busco detenidamente a Ricky o el Ford alquilado mientras atravesaban el aparcamiento. No habia rastro de el.

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