nunca.

Un dia de mediados de febrero sali a comer con mi editora en Manhattan. El restaurante estaba en la zona de las Veinte Oeste y despues de terminar la comida eche a andar por la Octava Avenida hacia la calle 34, donde pensaba coger el metro para volver a Brooklyn. Cuando estaba a cinco o seis manzanas de mi destino, vi a Sachs al otro lado de la calle. No puedo decir que este orgulloso de lo que hice entonces, pero en aquel momento me parecio que tenia sentido. Sentia curiosidad por saber que hacia en aquellos vagabundeos suyos, estaba deseoso de tener alguna informacion acerca de como pasaba sus dias, asi que en lugar de llamarle me rezague y me mantuve escondido. Era una tarde fria, el cielo estaba gris y en el aire habia amenaza de nieve. Durante las siguientes dos horas segui a Sachs por las calles, espiando a mi amigo por las gargantas de Nueva York. Mientras escribo esto ahora, suena mucho peor de lo que realmente fue, por lo menos en terminos de lo que yo pretendia hacer. No tenia intencion de espiarle, no deseaba averiguar ningun secreto, buscaba algo esperanzador, un destello de optimismo que calmase mi preocupacion. Me dije: va a sorprenderme; va a hacer algo o ir a alguna parte que me demostrara que esta bien. Pero pasaron dos horas y no sucedio nada. Sachs vago por las calles como un alma perdida, deambulando al azar entre Times Square y Greenwich Village siempre con el mismo paso lento y contemplativo, sin apresurarse en ningun momento, sin que en ningun momento pareciese importarle donde estaba. Dio monedas a los mendigos. Se detuvo para encender un cigarrillo cada diez o doce manzanas. Curioseo en una libreria durante varios minutos, donde saco uno de mis libros de un estante y lo miro con cierta atencion. Entro en una tienda de pomo y hojeo unas revistas de mujeres desnudas. Se paro delante de un escaparate de una tienda de electronica. Finalmente se compro un periodico, entro en un cafe en la esquina de Bleecker y MacDougal Street y se instalo en una mesa. Alli fue donde le deje, justo cuando una camarera se le acerco a preguntarle que queria. Lo encontre todo tan desolador, tan deprimente, tan tragico, que no fui capaz de contarselo a Iris cuando volvi a casa.

Sabiendo lo que se ahora, veo lo poco que entendi entonces. Estaba sacando conclusiones de lo que venia a ser una evidencia parcial, basando mi reaccion en un punado de hechos observables y fortuitos que solo contaban una pequena parte de la historia. Si hubiese dispuesto de mas informacion, tal vez habria tenido una imagen diferente de lo que estaba sucediendo, lo cual me habria hecho menos proclive a la desesperacion. Entre otras cosas, ignoraba por completo el papel tan especial que Maria Turner habia asumido para Ben. Se habian visto regularmente desde octubre, pasaban los jueves juntos desde las diez de la manana hasta las cinco de la tarde. No me entere de esto hasta dos anos despues. Segun me contaron ambos (en conversaciones separadas por dos meses al menos), nunca hubo relaciones sexuales entre ellos. Dado lo que se de los habitos de Maria, y dado que la historia de Sachs concuerda con la de ella, no veo ningun motivo para poner en duda lo que me dijeron.

Reflexionando ahora sobre la situacion, tiene perfecto sentido que Sachs recurriese a ella. Maria era la personificacion de su catastrofe, la figura central del drama que habia precipitado su caida, y por lo tanto nadie podia ser tan importante para el. Ya he hablado de su determinacion de aferrarse a los sucesos de aquella noche. ?Que mejor metodo para conseguirlo que estar en contacto con Maria? Convirtiendola en una amiga, podria tener constantemente ante sus ojos el simbolo de su transformacion. Sus heridas permanecerian abiertas, y cada vez que la viese podria revivir la misma secuencia de tormentos y emociones que habia estado tan cerca de matarle. Podria repetir la experiencia una y otra vez, y con suficiente practica y esfuerzo quiza aprenderia a dominarla. Asi es como debio de empezar. El desafio no era seducir a Maria o llevarsela a la cama, era exponerse a la tentacion y ver si tenia la fuerza necesaria para resistirla. Sachs estaba buscando una cura, una forma de recobrar su autoestima, y solo las medidas mas drasticas servirian. Para averiguar lo que valia, tenia que arriesgarlo todo de nuevo.

Pero habia algo mas que eso. No era solo un ejercicio simbolico para el, era un paso adelante hacia una verdadera amistad. A Sachs le habian conmovido las visitas de Maria al hospital, y ya entonces, durante las primeras semanas de su recuperacion, creo que comprendio lo profundamente que el accidente habia afectado a Maria. Ese fue el vinculo inicial entre ellos. Ambos habian vivido algo terrible y ninguno de los dos se inclinaba a desecharlo como un simple producto de la mala suerte. Y lo que es mas importante, Maria era consciente del papel que habia desempenado en lo sucedido. Sabia que habia animado a Sachs la noche de la fiesta y era lo bastante honrada consigo misma como para reconocer lo que habia hecho, para darse cuenta de que hubiese estado moralmente mal buscar excusas. A su manera, estaba tan trastornada por el suceso como Sachs, y cuando finalmente el la llamo en octubre para darle las gracias por acudir al hospital tan a menudo, ella lo vio como una oportunidad de reparar parte del dano que habia causado. No estoy unicamente haciendo suposiciones cuando digo esto. Maria no me oculto nada cuando hablamos el ano pasado, y toda la historia viene directamente de sus labios.

– La primera vez que Ben vino a mi casa -me dijo-, me hizo muchas preguntas sobre mi trabajo. Probablemente solo lo hacia por cortesia, ya sabes lo que pasa: te sientes incomodo, no sabes de que hablar y empiezas a hacer preguntas. Al cabo de un rato, sin embargo, me di cuenta de que se interesaba. Saque alguno de mis viejos proyectos para que los viera y sus comentarios me parecieron muy inteligentes, mucho mas perspicaces que la mayoria de las cosas que oigo. Lo que parecio gustarle especialmente era la combinacion de documental y ficcion, la objetivacion de estados interiores. Comprendio que todas mis obras eran historias, y aunque fueran historias verdaderas, tambien eran inventadas. O aunque fueran inventadas, tambien eran verdaderas. Asi que hablamos de eso durante un rato y luego pasamos a otros temas, y cuando se marcho yo ya estaba empezando a concebir una de mis extranas ideas. El hombre parecia sentirse tan perdido y desdichado que pense que tal vez seria una buena cosa que empezasemos a trabajar juntos en un proyecto. No tenia nada especifico en mente en ese momento, solo que la obra seria acerca de el. Vino a visitarme de nuevo unos dias despues y cuando le dije lo que estaba pensando, parecio comprenderlo inmediatamente. Eso me sorprendio un poco. No tuve que defender mi idea ni convencerle. Simplemente dijo si, eso parece una idea prometedora, y seguimos adelante y lo hicimos. A partir de entonces, pasamos todos los jueves juntos. Durante los cuatro o cinco meses siguientes pasamos todos los jueves trabajando en la obra.

Hasta donde puedo juzgarlo, la obra nunca llego a concretarse. Al contrario de lo que ocurria con otros proyectos de Maria, este no tenia ningun principio organizativo o proposito claramente definido y, en lugar de empezar con una idea concreta como siempre habia hecho en el pasado (seguir a un extrano, por ejemplo, o localizar los nombres que aparecian en una libreta de direcciones), “jueves con Ben” era basicamente informe: una serie de improvisaciones, un album de fotos de los dias que pasaron juntos. Habian acordado de antemano que no seguirian ninguna regla. La unica condicion era que Sachs llegaria a casa de Maria a las diez en punto y a partir de ahi tocaban de oido. Generalmente Maria le hacia fotos, tal vez dos o tres carretes, y luego pasaban el dia hablando. Unas cuantas veces le pidio que se disfrazara. En otras ocasiones grabo sus conversaciones y no hizo ninguna fotografia. Cuando Sachs se afeito la barba y se corto el pelo, resulto que lo habia hecho por consejo de Maria, y la operacion tuvo lugar en su loft. Ella capto con su camara todo el proceso: el antes, el despues y todos los pasos intermedios. Empieza con Sachs delante de un espejo cogiendo unas tijeras con la mano derecha. En cada foto sucesiva hay un poco menos de pelo y luego se le ve dandose espuma en las mejillas y despues afeitandose. Maria dejo de tomar fotos en ese punto (para dar unos toques finales a su corte de pelo) y luego hay una ultima foto de Sachs, con el pelo corto y sin barba, sonriendo a la camara como uno de esos muchachos de peinado engominado que vemos en las paredes de las barberias. Me parecio un toque simpatico. No solo era divertida en si misma, sino que demostraba que Sachs era capaz de disfrutar. Despues de ver esa foto, comprendi que no habia soluciones sencillas. Yo le habia subestimado, y la historia de esos meses era mucho mas complicada de lo que yo me habia permitido creer. Luego venian las fotos de Sachs en la calle. En enero y febrero, al parecer, Maria le habia perseguido por la calle con su camara. Sachs le habia dicho que queria saber que se sentia al saberse observado, y Maria le habia complacido resucitando uno de sus viejos proyectos: solo que esta vez estaba hecho al reves. Sachs hacia el papel que ella habia interpretado, y ella se convirtio en el detective privado. Esa era la escena con la que tropece en Manhattan cuando vi a Sachs andando al otro lado de la calle. Maria tambien estaba alli, y lo que yo habia tomado como una prueba concluyente de la desgracia de mi amigo no era mas que una broma, un pequeno juego, una tonta representacion del Espia contra Espia. Solo Dios sabe como es posible que no viese a Maria aquel dia. Debi de concentrarme tanto en Sachs que estaba ciego para todo lo demas. Pero ella si me vio, y cuando finalmente me lo conto el otono pasado, me senti abrumado por la verguenza. Afortunadamente, ella no consiguio tomar ninguna fotografia en la que estuvieramos Sachs y yo juntos. Todo habria salido a relucir entonces, pero yo le iba siguiendo a demasiada distancia como para que ella pudiera tomarnos en la misma instantanea.

Le hizo varios miles de fotos en total, la mayoria de las cuales estaban todavia en copias de contacto cuando yo las vi en septiembre pasado. Aunque las sesiones de los jueves nunca se convirtieron en un trabajo coherente, tuvieron un papel terapeutico para Sachs, que era el proposito que Maria se habia trazado desde el principio.

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