de que pudiera darse cuenta, estaba redactando nuevas frases mentalmente, planificando el trabajo que debia hacer al dia siguiente. Siguio andando, abriendose paso por entre las hojas muertas y la espinosa maleza, hablando en voz alta, canturreando las palabras de su libro, sin prestar ninguna atencion al lugar donde se encontraba. Podia haber seguido asi durante horas, dijo, pero en un momento dado noto que veia mal. El sol ya se habia puesto y, debido a la espesura del bosque, la noche caia rapidamente. Miro a su alrededor con intencion de orientarse, pero nada le resultaba familiar y se dio cuenta de que nunca habia estado en aquella parte. Pensando que era un idiota, se dio media vuelta y echo a correr en la direccion de la cual venia. Solo tenia unos minutos antes de que desapareciera todo y comprendio que nunca lo conseguiria. No tenia linterna, ni cerillas, ni ningun alimento en los bolsillos. Dormir a la intemperie prometia ser una experiencia desagradable, pero no se le ocurria ninguna alternativa. Se sento en un tocon y se echo a reir. Se encontro ridiculo, dijo, una figura comica de primer orden. Luego la noche cayo por completo y ya no pudo ver nada. Espero que saliera la luna, pero en lugar de eso el cielo se nublo. Se rio de nuevo. Decidio no volver a pensar en el asunto. Estaba a salvo donde estaba, y que se le helara el culo una noche no le iba a matar. Asi que hizo lo que pudo por ponerse comodo. Se tumbo en el suelo, se cubrio de mala manera con algunas hojas y ramitas y trato de pensar en su libro. Al poco rato, incluso consiguio quedarse dormido.

Se desperto al amanecer, helado hasta los huesos y tiritando, las ropas mojadas por el rocio. La situacion ya no le parecia tan graciosa. Estaba de pesimo humor y le dolian los musculos. Estaba hambriento y desalinado, y lo unico que deseaba era salir de alli y encontrar el camino de vuelta a casa. Tomo lo que le parecio el mismo sendero que habia seguido la tarde anterior, pero despues de andar durante cerca de una hora, empezo a sospechar que se habia equivocado. Considero la idea de dar la vuelta y regresar al punto de partida, pero no estaba seguro de poder encontrarlo, y aunque lo encontrara, era dudoso que lo reconociese. El cielo estaba oscuro aquella manana, con densas bandadas de nubes que ocultaban el sol. Sachs nunca habia sido un hombre de campo, y sin una brujula para orientarse no sabia si caminaba hacia el este o el oeste, el norte o el sur. Por otra parte tampoco era que estuviese atrapado en una selva primitiva. El bosque tenia que acabar antes o despues, y no importaba mucho que direccion siguiera, siempre y cuando andase en linea recta. Una vez que llegase a una carretera, llamaria a la puerta de la primera casa que viera. Con un poco de suerte, la gente que viviera en ella podria decirle donde se encontraba.

Paso mucho tiempo antes de que todo esto sucediera. Como no llevaba reloj, nunca supo exactamente cuanto, pero calculo que tres o cuatro horas. Para entonces estaba completamente malhumorado, y maldijo su estupidez durante los ultimos kilometros con una creciente sensacion de ira. Una vez que llego al final del bosque, sin embargo, su disgusto desaparecio y dejo de compadecerse. Estaba en una carretera estrecha de tierra, y aunque no sabia donde se encontraba y no habia ninguna casa a la vista, podia consolarse con la idea de que lo peor ya habia pasado. Anduvo diez o quince minutos mas, haciendo apuestas consigo mismo respecto a la distancia que lo separaba de casa. Si eran menos de cinco kilometros se gastaria cincuenta dolares en un regalo para Sonia. Si eran mas de cinco pero menos de diez, se gastaria cien dolares. Mas de diez serian doscientos. Mas de quince serian trescientos. Mas de veinte serian cuatrocientos, y asi sucesivamente. Mientras estaba colmando de regalos imaginarios a su ahijada (osos pandas de peluche, casas de munecas, caballitos), oyo el motor de un coche a lo lejos, detras de el. Se detuvo y espero a que se acercara. Resulto ser una camioneta roja que iba a bastante velocidad. Pensando que no tenia nada que perder, Sachs saco la mano para llamar la atencion del conductor. La camioneta paso lanzada por delante de el, pero antes de que Sachs tuviese tiempo de darse la vuelta, freno en seco. Oyo un clamor de guijarros que salian volando, se levanto una polvareda y luego una voz le llamo preguntandole si queria que le llevase. El conductor era un joven de veintipocos anos. Sachs supuso que era un muchacho de la zona, un peon caminero o un ayudante de fontanero, tal vez, y aunque al principio no tenia muchas ganas de hablar, el muchacho resulto ser tan amable y simpatico que pronto se encontro metido en conversacion con el. Habia un bate de metal de softball [2] tirado en el suelo delante del asiento de Sachs y cuando el muchacho puso el pie en el acelerador para poner la camioneta en marcha de nuevo, el bate dio un salto y golpeo a Sachs en el tobillo. Esa fue la apertura, por asi decirlo, y despues de disculparse por la molestia, el chico se presento como Dwight (Dwight McMartin, segun supo Sachs mas tarde) y comenzaron una discusion sobre softball. Dwight le dijo que jugaba en un equipo patrocinado por la brigada de bomberos voluntarios de Newfane. La temporada oficial habia terminado la semana anterior, y el primer partido de desempate estaba programado para aquella tarde. “Si el tiempo aguanta”, anadio varias veces, “si el tiempo aguanta y no llueve.” Dwight era el jugador de primera base y el numero dos de la liga en carreras completas, un mozo fornido al estilo de Moose Skowron. Sachs le dijo que intentaria ir al campo a verle y Dwight le contesto con toda seriedad que valdria la pena, que ciertamente seria un partido fantastico. Sachs no podia evitar sonreir, estaba desgrenado y sin afeitar, habia zarzas y particulas de hojas pegadas a su ropa y la nariz le chorreaba como un grifo. Probablemente parecia un vagabundo, pero Dwight no le hizo ninguna pregunta personal. No le pregunto por que iba andando por una carretera desierta, no le pregunto donde vivia, ni siquiera le pregunto su nombre. Puede que fuera un bobalicon, penso Sachs, o puede que fuera simplemente un buen chico, pero, fuese lo que fuese, resultaba dificil no agradecer aquella discrecion. De pronto Sachs lamento haber estado tan retirado durante los ultimos meses. Deberia haber salido y haberse tratado un poco mas con sus vecinos; deberia haber hecho un esfuerzo para saber algo acerca de la gente que le rodeaba. Casi como una cuestion etica, se dijo que no debia olvidar el partido de softball de aquella noche. Le haria bien, penso, le daria algo en que pensar que no fuese su libro. Si tenia personas con quien hablar, tal vez no seria tan probable que se perdiese la proxima vez que saliera a pasear por el bosque. Cuando Dwight le dijo donde estaban, Sachs se asusto de hasta que punto se habia alejado de su camino. Evidentemente habia subido la colina y luego habia bajado por el otro lado, y habia acabado dos pueblos mas al este de donde vivia. Habia cubierto solo quince kilometros a pie, pero la distancia de regreso en coche era bastante mas de cuarenta y cinco. Sin ninguna razon especial, decidio contarle todo el asunto a Dwight. Por gratitud, quiza, o simplemente porque ahora lo encontraba gracioso. Puede que el chico se lo contase a sus companeros de equipo y todos se rieran a su costa. A Sachs no le importaba. Era un cuento ejemplar, el clasico chiste de tontos, y no le importaba ser blanco de las burlas por su propia tonteria. El senorito de ciudad hace de Daniel Boone en los bosques de Vermont y ya veis lo que le pasa, chicos. Pero una vez que empezo a contar sus desventuras, Dwight respondio con inesperada compasion, lo mismo le habia ocurrido a el una vez, le conto a Sachs, y no le hizo ni pizca de gracia. Solo tenia once o doce anos, y se asusto muchisimo, se paso toda la noche acurrucado detras de un arbol esperando que un oso le atacara. Sachs no estaba seguro, pero sospechaba que Dwight estaba inventandose esa historia para hacerle sentir un poco menos desdichado. En cualquier caso, el chico no se rio de el. Por el contrario, una vez que oyo la historia de Sachs, incluso se ofrecio a llevarle a casa. Ya llegaba tarde, dijo, pero unos minutos mas no importarian, y si el estuviera en el lugar de Sachs le gustaria que alguien hiciera lo mismo por el.

En ese momento iban por una carretera asfaltada, pero Dwight dijo que conocia un atajo para ir a casa de Sachs. Significaba dar la vuelta y retroceder dos o tres kilometros, pero una vez que hizo los calculos en su cabeza, decidio que valia la pena cambiar de rumbo, asi que freno bruscamente, dio la vuelta en medio de la carretera y siguio en la otra direccion. El atajo resulto ser un sendero estrechisimo, una cinta de tierra de una sola direccion y llena de baches que atravesaba un oscuro y espeso bosque. Poca gente lo conocia, dijo Dwight, pero si no estaba equivocado les llevaria a otro camino de tierra un poco mas ancho y ese segundo camino les escupiria en la autopista del condado a unos seis kilometros de la casa de Sachs. Probablemente Dwight sabia lo que decia, pero nunca tuvo la oportunidad de demostrar la exactitud de su teoria. Menos de dos kilometros despues de que tomaran el primer camino de tierra, tropezaron con algo inesperado. Y antes de que pudiesen rodearlo, su viaje llego a su fin.

Todo sucedio muy rapidamente. Sachs lo experimento como una agitacion en las tripas, un vuelco en la cabeza y una corriente de miedo en las venas. Estaba tan agotado, me dijo, y transcurrio tan poco tiempo entre el principio y el final que nunca pudo asimilarlo como algo real, ni siquiera retrospectivamente, ni siquiera cuando estaba sentado contandomelo dos anos despues. Un momento avanzaban por el bosque, dijo, y al momento siguiente se habian detenido. En el camino, mas alla, habia un hombre apoyado en el maletero de un Toyota blanco fumando un cigarrillo. Parecia tener cerca de cuarenta anos, era mas bien alto, esbelto, vestido con una camisa de trabajo de franela y unos pantalones color caqui flojo, la unica cosa en la que Sachs se fijo era que llevaba barba, parecida a la que solia llevar el, pero mas oscura. Pensando que el hombre tendria algun problema con el coche, Dwight se bajo de la camioneta y camino hacia el, preguntandole si necesitaba ayuda. Sachs no oyo la respuesta del hombre, pero el tono parecia enojado, innecesariamente hostil, y mientras continuaba mirandoles a traves del parabrisas se

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