habia adquirido, quedarme con el resto del dinero en lugar de darselo a Lillian. Me molestaba faltar a mi palabra pero no tanto como me habia imaginado. Ya le habia dado sesenta y cinco mil dolares, y aunque no era todo lo que quedaba, era mucho dinero, mucho mas de lo que ella habia esperado que le diera. Los noventa y un mil dolares que todavia tenia me durarian mucho, pero no iba a derrocharlos en mi persona. El destino concebido para aquel dinero era tan importante como mi plan original. Mas importante, en realidad. No solo iba a usarlo para llevar a cabo el trabajo de Dimaggio, sino que lo usaria para expresar mis propias convicciones, para pronunciarme a favor de aquello en lo que creia, para producir la clase de efecto que nunca habia podido producir. De repente, mi vida parecia tener sentido. No solo los ultimos meses, sino toda mi vida, desde el principio. Era una milagrosa confluencia, una asombrosa conjuncion de motivos y ambiciones. Habia encontrado el principio unificador y esta sola idea haria que todos los pedazos rotos de mi mismo se unieran. Por primera vez en mi vida estaria entero.
»No puedo transmitirte la fuerza de mi felicidad. Me senti libre de nuevo, absolutamente liberado por mi decision. No era que deseara dejar a Lillian y Maria, pero ahora habia cosas mas importantes de las que ocuparse y, una vez que entendi eso, toda la amargura y el sufrimiento del ultimo mes se derritio en mi corazon. Ya no estaba embrujado. Me senti inspirado, vigorizado, limpio. Casi como un hombre que ha encontrado la religion. Como un hombre que ha oido la llamada. El tema inacabado de mi vida habia dejado de importar repentinamente. Estaba listo para adentrarme en el desierto y predicar la palabra, listo para empezar de nuevo.
»Pensandolo ahora, veo lo inutil que fue cifrar mis esperanzas en Lillian. Ir alli fue una locura, un acto de desesperacion. Podria haber dado resultado si yo no me hubiera enamorado de ella, pero una vez que eso sucedio, la aventura estaba condenada al fracaso. La habia puesto en un apuro imposible y ella no sabia como salir de el. Queria el dinero y no lo queria. El dinero la volvia codiciosa y su codicia la humillaba. Deseaba que la amase y se odiaba a si misma por amarme. Ya no la culpo por el infierno que me hizo pasar. Lillian es una persona salvaje. No solo es hermosa, ?comprendes?, tambien es incandescente. Temeraria, descontrolada, dispuesta a todo, y conmigo nunca tuvo la oportunidad de ser como era.
»Al final, lo curioso no era que me marchara, sino que consiguiera quedarme tanto tiempo. Las circunstancias eran tan peculiares, tan peligrosas y desestabilizadoras que creo que empezaron a excitaria. Eso fue lo que la atrajo, no yo, sino la excitacion de mi presencia alli, la oscuridad que yo representaba. La situacion estaba cargada de posibilidades romanticas, y al cabo de un tiempo no pudo resistirse a ellas y se dejo llevar mucho mas lejos de lo que habia pensado. Es algo parecido a la extrana e improbable manera en que habia conocido a Dimaggio. Aquello condujo al matrimonio. En mi caso, a una luna de miel, aquellas dos semanas deslumbrantes en las que nada podia salirnos mal. Lo que sucedio despues no tiene importancia. No hubiesemos podido sostenerlo, antes o despues ella hubiera empezado a corretear de nuevo, habria vuelto poco a poco a su antigua vida. Pero mientras duro, creo que no hay duda de que estuvo enamorada de mi. Siempre que empiezo a dudarlo, me basta con recordar la prueba. Podia haberme entregado a la policia y no lo hizo. Ni siquiera despues de que le dijera que el dinero se habia acabado. Ni siquiera despues de que me fuese. Eso prueba que signifique algo para ella. Prueba que todo lo que me sucedio en Berkeley, sucedio de verdad.
»Pero no me arrepiento de nada. Por lo menos ya no. Todo ha quedado atras, se acabo, es historia antigua. Lo mas dificil fue tener que dejar a la nina. Crei que no me afectaria, pero la eche de menos durante mucho tiempo, mucho mas que a Lillian. Siempre que iba conduciendo hacia el Oeste, empezaba a pensar en seguir hasta California, solo para buscarla y hacerle una visita, pero nunca lo hice. Tenia miedo de lo que podria suceder si volvia a ver a Lillian, asi que me mantuve alejado de California y no he vuelto a poner los pies en ese estado desde la manana en que me fui. Hace dieciocho o diecinueve meses. Probablemente Maria ya ha olvidado quien soy. En una epoca, antes de que las cosas se estropearan entre Lillian y yo, solia pensar que acabaria adoptandola, que llegaria a ser realmente mi hija. Creo que habria sido bueno para ella, bueno para los dos, pero es demasiado tarde para sonar con eso. Supongo que no he nacido para ser padre, no salio bien con Fanny y tampoco con Lillian. Pequenas semillas. Pequenos huevos y semillas. Es solo un numero determinado de probabilidades, y luego la vida se apodera de ti y te quedas solo para siempre. Me he convertido en el que soy ahora y no hay modo de volver atras. Esto es todo, Peter. Mientras dure, esto es todo.
Estaba empezando a divagar. El sol ya habia salido y mil pajaros cantaban en los arboles: alondras, pinzones, currucas, el coro matinal en pleno. Sachs llevaba tantas horas hablando que ya casi no sabia lo que decia. Cuando la luz entro a raudales por las ventanas, vi que se le cerraban los ojos. Podemos continuar hablando mas tarde, dije. Si no te acuestas y duermes, probablemente te vas a desmayar, y no estoy seguro de tener fuerzas suficientes para llevarte a la casa.
Le acomode en uno de los dormitorios vacios del segundo piso, baje las persianas y luego me fui de puntillas a mi cuarto. Pense que no podria dormir. Habia demasiadas cosas que digerir, demasiadas imagenes agitandose en mi mente, pero en el mismo momento en que puse la cabeza sobre la almohada, empece a perder la conciencia. Senti como si me hubiesen dado un mazazo, como si mi craneo hubiese sido aplastado con una piedra. Algunas historias son demasiado terribles, quiza, y la unica manera de dejarlas penetrar dentro de ti es escapar, darles la espalda y dejarte perder en la oscuridad.
Me desperte a las tres de la tarde. Sachs siguio durmiendo durante dos horas o dos horas y media mas, y mientras tanto yo perdia el tiempo en el jardin, permaneciendo fuera de la casa para no molestarle. El sueno no me habia servido de nada. Estaba aun demasiado aturdido para pensar, y si consegui mantenerme ocupado durante esas horas fue unicamente planeando el menu de la cena de esa noche. Me costo tomar cada decision, sopese los pros y los contras como si el destino del mundo dependiera de ellos: si hacer el pollo en el horno o en la parrilla, si servir arroz o patatas, si quedaria suficiente vino en el armario. Es curioso lo vividamente que recuerdo todo esto ahora. Sachs acababa de contarme que habia matado a un hombre, que habia pasado los dos ultimos anos vagando por el pais como un fugitivo, y la unica cosa en que yo podia pensar era en que poner de cena. Era como si necesitara fingir que la vida consistia aun en detalles asi de mundanos. Pero eso era unicamente porque sabia que no era asi.
Esa noche tambien nos acostamos tarde. Hablamos durante toda la cena y hasta altas horas de la noche. Esta vez estuvimos fuera, sentados en las mismas sillas adirondack en las que habiamos estado sentados tantas otras noches a lo largo de los anos: dos voces desencarnadas en la oscuridad, invisibles el uno para el otro, sin ver nada excepto cuando uno de los dos encendia una cerilla y nuestras caras surgian brevemente de las sombras. Recuerdo el ascua de los cigarros, las luciernagas latiendo en los arbustos, un enorme cielo estrellado sobre nuestras cabezas, las mismas cosas que recuerdo de tantas otras noches en el pasado. Eso me ayudo a conservar la calma, creo, pero aun mas importante que el escenario era el propio Sachs. Las largas horas de sueno habian repuesto sus fuerzas y desde el principio domino la conversacion. No habia ninguna vacilacion en su voz, nada que me hiciese sentir que no podia confiar en el. Esa fue la noche en que me conto lo del Fantasma de la Libertad, y en ningun momento parecia un hombre que estaba confesando un delito. Estaba orgulloso de lo que habia hecho, firmemente en paz consigo mismo, y hablaba con la seguridad de un artista que sabe que acaba de crear su obra mas importante.
Era un cuento largo e increible, una saga de viajes y disfraces, de calmas pasajeras, frenesies y huidas por los pelos. Hasta que se lo oi a Sachs, nunca habria adivinado cuanto trabajo representaba una explosion: las semanas de planificacion y preparacion, los complicados y tortuosos metodos para reunir los materiales necesarios con que construir las bombas, las meticulosas coartadas y enganos, las distancias que era
preciso recorrer. Una vez que habia seleccionado la ciudad, tenia que encontrar la manera de pasar algun tiempo alli sin levantar sospechas. El primer paso era urdir una identidad y una historia que sirviera de tapadera y; puesto que nunca era la misma persona dos veces, su capacidad de invencion estaba constantemente puesta a prueba. Siempre tenia un nombre diferente, tan anodino como fuera posible (Ed Smith, Al Goodwin, Jack White, Bill Foster), y de una operacion a otra hacia lo que podia para producir cambios menores en su aspecto fisico (afeitado una vez, barbudo otra, cabello oscuro en un lugar, cabello claro en el siguiente, con gafas o sin ellas, con traje o con ropa de trabajo, un numero fijo de variables que mezclaba para formar diferentes combinaciones en cada ciudad). El reto fundamental, sin embargo, era encontrar una razon para estar alli, una excusa verosimil para pasar varios dias en una comunidad donde nadie le conocia. Una vez se hizo pasar por un profesor universitario, un sociologo que estaba documentandose para un libro sobre la vida y los valores de las pequenas ciudades norteamericanas. Otra vez fingio que se trataba de un viaje sentimental, que era un hijo adoptivo que buscaba informacion sobre sus padres biologicos. En otra ocasion era un hombre de negocios que queria invertir en locales comerciales. En otra, un viudo, un hombre que habia perdido a su esposa y sus hijos en un accidente de automovil y