– ?Hacer sobre que?

Ella miro los ojos brillantes y la cara decidida del chico, y decidio confiar en el.

– Es esto -dijo la chica-. Me ha llegado esta manana. -Abrio su bolso y saco una carta arrugada-. Me la han enviado desde Singapur. Ese fue el ultimo lugar donde estuvo mi padre, antes de que el barco se hundiera… Pero no es su letra. No se de quien es.

Jim la abrio. La carta decia:

SALI TEN CUIDADO CON LAS SIETE BENDICIONES

MARCHBANKS TE AYUDARA

CHATTUM

CUIDADO CARINO

– ?Caray! -dijo el chico-. Te dire lo que pasa: sea quien sea, no sabe escribir.

– Te refieres a mi nombre, ?no?

– ?Como te llamas?

– Sally.

– No. Me refiero a esto. -Le senalo la palabra CHATTUM.

– ?Que puede ser? ?Lo sabes?

– Pues claro. C-H-A-T-H-A-M, Chatham, en Kent.

– Es posible.

– Y ese Marchbanks vive alli. ?Que te apuestas? Por eso lo pone en la nota. Oye -dijo el, viendo como Sally miraba hacia arriba-, no tienes que preocuparte por Higgsy, porque, si no hubieras sido tu, seguramente otra persona se lo hubiese dicho algun dia. Era culpable de algo. ?Ya lo creo! Y Selby tambien. No le has dicho nada, ?verdad? Ella nego con la cabeza.

– Solo te lo he dicho a ti. Pero no se ni como te llamas.

– Jim Taylor. Y si quieres encontrarme, estoy en el 13 de Fortune Buildings, Clerkenwell. Te ayudare.

– ?De verdad lo haras?

– ?Ya lo creo!

– Bueno, si… Si te enteras de algo, escribeme a la atencion del senor Temple, de Lincoln's Inn.

Se abrio la puerta y el conserje entro.

– ?Esta bien, senorita? -pregunto-. ?Que terrible suceso! ?Otra vez tu? -le dijo a Jim-. Deja de merodear por aqui. La poli ha pedido un medico para certificar la muerte. Venga, largate y encuentra a un medico.

Jim guino el ojo a Sally y se fue. El conserje se acerco directamente al buzon y se puso a maldecir al no encontrar nada debajo.

– Sera sinverguenza el chaval -murmuro-. Me lo tenia que haber imaginado. ?Desea una taza de te, senorita? No creo que el senor Selby haya pensado en eso, ?verdad?

– No, gracias. Debo marcharme. Mi tia debe de estar ya un poco preocupada… ?Queria verme el agente de policia?

– Creo que vendra dentro de poco. Bajara cuando la necesite. ?Que…, hum…, como paso lo del senor Higgs?

– Estabamos hablando sobre mi padre -dijo Sally- y de repente…

– Tenia el corazon debil -dijo el conserje-. A mi hermano le paso lo mismo en las ultimas Navidades. Despues de una copiosa cena encendio un puro y luego perdio el sentido, y su cara acabo dentro del bol de frutos secos. Oh, vaya, le ruego que me disculpe, senorita. No pretendia molestarla con mis historias.

Sally le disculpo negando con la cabeza. Justo entonces llego el policia, anoto el nombre y la direccion de la chica y se fue. Sally permanecio un minuto o quiza dos con el viejo conserje, aunque, recordando la advertencia de Jim, no le comento nada sobre la carta de las Indias Orientales. Y fue una pena, porque el le hubiese podido decir algo.

Sally no tenia ninguna intencion de matar a nadie, a pesar de llevar un arma en su bolso. La causa real de la muerte de Higgs, la carta, habia llegado aquella misma manana, enviada por el abogado a la casa de Peveril Square, Islington, donde Sally vivia. La casa pertenecia a un pariente lejano de su padre, una viuda severa, la senora Rees; Sally se alojaba alli desde el mes de agosto y no se sentia precisamente muy feliz. Pero no tenia otra opcion. La senora Rees era el unico familiar vivo que tenia.

Su padre habia muerto hacia tres meses, al hundirse la goleta Lavinia en los mares del sur de China. Su objetivo era investigar algunas extranas anomalias detectadas en los informes de los agentes de la compania en el Extremo Oriente…, algo que debia ser investigado sin demora y que no se podia llevar a cabo desde Londres. Antes de partir, su padre ya le habia advertido que podia ser peligroso.

– Quiero hablar con nuestro responsable en Singapur -habia dicho el-. Es un holandes llamado Van Eeden. Se que es de confianza. Si por casualidad no regreso, el te explicara el porque.

– ?No podrias enviar a otra persona?

– No. Es mi empresa y debo ir yo mismo.

– Pero padre, ?tienes que volver!

– Por supuesto que volvere. Pero debes estar preparada para… para cualquier cosa. Eres una chica valiente. Ten la pistola a punto, mi nina, y piensa en tu madre…

La madre de Sally habia muerto durante el Motin de la India, quince anos atras. Una bala que provenia del rifle de un cipayo atraveso su corazon al mismo tiempo que ella le disparaba con una pistola y le mataba. Sally solo tenia algunos meses, y era su unico hijo. Su madre habia sido una mujer joven, romantica, luchadora y salvaje, que cabalgaba como un cosaco, disparaba como un campeon de tiro y fumaba (para escandalo y fascinacion del regimiento) pequenos puros negros con una boquilla de marfil. Era zurda, y por esa razon empunaba la pistola con la mano izquierda, y tambien por eso estrechaba a Sally con la derecha, y eso explica que la bala penetrara en su corazon sin alcanzar al bebe; aunque le rozo el bracito y le dejo una cicatriz. Sally no podia recordar a su madre, pero la queria; desde entonces habia sido educada por su padre, de forma extrana, segun los entrometidos. Un tiempo despues, el capitan Matthew Lockhart dejo la Armada para iniciar la carrera de agente maritimo, lo que resulto ciertamente extrano. Lockhart se dedicaba a ensenar el mismo a su hija por las noches y le daba total libertad durante el dia. Como resultado, sus conocimientos sobre literatura inglesa, frances, historia, arte y musica eran nulos, pero en cambio tenia solidos conocimientos de estrategia militar y de contabilidad, estaba familiarizada con el mundo de la Bolsa y dominaba una de las lenguas que se hablan en la India, el indostani. Ademas, sabia montar a caballo perfectamente (aunque a su pony no le gustaria eso de trotar como un cosaco), y al cumplir catorce anos su padre le habia regalado una pequena pistola belga, que llevaba a todas partes, y le habia ensenado a disparar. Ahora era casi tan buena disparando como su madre. Sally era una chica solitaria, pero completamente feliz; la unica mancha de su ninez fue la Pesadilla.

La asaltaba una o dos veces al ano. Se asfixiaba por un calor insoportable -en medio de una intensa obscuridad- y en alguna parte, muy cerca, oia gritar a un hombre que sufria una agonia terrible. Despues, liberada de la obscuridad, aparecia una luz temblorosa, algo parecido a una vela que alguien llevaba en la mano, alguien que se acercaba a ella apresuradamente, y entonces otra voz gritaba: «?Mira! ?Mirale! Dios mio…, mira». Pero ella no queria mirar. Era la ultima cosa en el mundo que queria hacer, y justo en ese instante era cuando se despertaba, banada en sudor, sofocada y sollozando de miedo. Su padre acudia rapidamente, la calmaba y luego ella se dormia otra vez; pero necesitaba mas o menos un dia para superarlo.

Entonces llego lo del viaje de su padre, y esas semanas en las que estuvieron tan alejados y, finalmente, el telegrama anunciando su muerte. El abogado de su padre, el senor Temple, se habia encargado del asunto inmediatamente. La casa en Norwood se cerro, los criados recibieron las pagas que les correspondian y fueron despedidos, el pony se vendio. Al parecer habia algunas irregularidades en el testamento de su padre o en el fideicomiso que el habia dispuesto y, en consecuencia, Sally iba a obtener mucho menos dinero de lo que nadie hubiera pensado. Fue encomendada a la prima segunda de su padre, la senora Rees, y alli habia vivido hasta esa misma manana, justamente cuando recibio la carta.

Sally penso, antes de leerla, que la debia de haber enviado el agente holandes, el senor Van Eeden. Pero el papel estaba rasgado, y la redaccion era torpe e infantil; ?un hombre de negocios europeo no podia escribir asi! Ademas, no estaba firmada. Despues se habia acercado a la oficina de su padre con la esperanza de que alguien supiera lo que significaba.

Y habia encontrado a alguien que lo sabia.

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