la hora de indagar que paso
– ?Asi, de repente? Nunca nos habeis querido decir nada sobre ella. Y ahora tu encuentras una foto que crees que puede ser de nuestra antepasada y decides que hay que averiguar que paso.
– Tu madre te habra contado algo sobre ella…
– Mi madre me ha contado lo mismo que tu has contado a tus hijos: practicamente nada.
– No es que nosotros sepamos demasiado; nuestro padre nunca hablaba de ella, ni siquiera el paso del tiempo le mitigo el dolor de su perdida.
– Por lo que se, no la conocio. ?No lo abandono cuando era un recien nacido?
Mi tia Marta parecia dudar entre contarme todo lo que sabia o despedirme de inmediato. Supongo que pensaba que a lo mejor yo no era la persona adecuada para abordar el asunto que se traia entre manos.
– Lo que sabemos -respondio- es que nuestro abuelo, o sea, tu bisabuelo, se dedicaba a la importacion y venta de maquinaria, sobre todo de Alemania. Viajaba mucho, y no solia decir ni cuando se iba ni, menos aun, cuando pensaba regresar, lo que, como puedes suponer, no debia de gustar nada a su mujer.
– Es imposible que ella no se enterara. Si el hacia la maleta, supongo que ella le debia de preguntar a donde iba; en fin, esas cosas son las normales.
– No, el no actuaba asi. Tu bisabuelo decia que el llevaba la maleta en la cartera, es decir, le bastaba con el dinero que llevaba encima. De manera que no le hacia falta preparar nada, iba comprando lo que necesitaba. No se por que actuaba asi. Pero imagino que eso debio de ser una fuente de conflictos en el matrimonio. Como te digo, tu bisabuelo era muy emprendedor y amplio el negocio, no solo a la venta de maquinas industriales sino tambien a su reparacion, y en ese momento en Espana se necesitaba de todo. Un dia el se marcho en uno de sus viajes. Durante su ausencia ella hacia la vida que en aquella epoca acostumbraban las chicas de su posicion. Por lo que sabemos, ella acudio a casa de unos amigos, ya sabes que antes las visitas eran un entretenimiento inocente y sobre todo barato. Uno iba a visitar a unos amigos o familiares una tarde, ellos te la devolvian dias despues, y los salones de las casas se convertian, de esa manera, en lugares de encuentro. En uno de esos encuentros ella conocio a un hombre, desconocemos quien era ni a que se dedicaba. Una vez oimos que era marino de la Armada argentina. Parece ser que ella se enamoro y huyo con el.
– Pero ya habia nacido el abuelo, ya tenia un hijo.
– Si, y de muy corta edad. Lo dejo al cuidado del ama, Agueda, la mujer que tu abuelo creyo que era su madre hasta que, ya mayor, se entero de la verdad. Tu bisabuelo se amancebo con Agueda y tuvo una hija con ella, la tia Paloma, hermanastra de tu abuelo; ya conoces esa rama de la familia.
– En realidad no, nunca habeis tenido demasiado interes en que nos conozcamos, solo los he visto en algun entierro -respondi con cierta insolencia, para provocarla.
Pero mi tia no era de las que respondian a una provocacion si no le interesaba hacerlo, asi que me observo con un destello de irritacion y decidio seguir hablando como si no me hubiera escuchado.
– Tu abuelo decidio cambiarse el apellido de su madre, por eso se llamaba Fernandez de segundo. Cuando se cambia de apellido, hay que elegir uno que sea frecuente.
– Tampoco nunca he conseguido saber como se llamaba de verdad -respondi, harto de la conversacion.
– No lo sabemos,
– ?Y a que viene ahora ese interes por la historia de vuestra abuela?
– Esta foto que te he ensenado nos ha llevado a tomar la decision. He hecho copias; te dare una porque puede servirte para la investigacion. Creemos que es ella, pero si no lo es da lo mismo: ha llegado la hora de saber.
– ?De saber que? -Me divertia intentar irritarla.
– De saber quienes somos -respondio mi tia.
– A mi no me importa lo que fue de esa bisabuela, me trae sin cuidado, yo se quien soy y eso no lo va a cambiar lo que hiciera esa mujer tantos anos atras.
– Y a mi no me importa que a ti no te importe. Si te encargo este trabajo es porque no sabemos que nos vamos a encontrar, y los trapos sucios, si es que los hay, prefiero que se queden en familia. Por eso no contrato a un detective. De manera que no te estoy pidiendo ningun favor, te estoy ofreciendo un trabajo. Eres periodista, sabras como investigar. Te pagare tres mil euros al mes y todos los gastos aparte.
Me quede en silencio. Mi tia me habia hecho una oferta que sabia que no podria rechazar. Nunca habia ganado tres mil euros, ni siquiera cuando trabaje como reportero en television. Y ahora que estaba en una situacion profesional lamentable, malviviendo con la critica literaria para un periodico de la red cuyo sueldo no alcanzaba los quinientos euros al mes, aparecia ella como la serpiente que tento a Eva. Queria decirle que no, que se guardara su dinero donde quisiera, pero pense en mi madre, en como mes tras mes tenia que prestarme para el recibo de la hipoteca del piso que habia comprado y no podia pagar. Bueno, en realidad, me console diciendome que no habia nada de deshonroso en indagar el pasado de mi bisabuela y, encima, que me pagaran por ello. Peor habria sido aceptar un trabajo a cambio de contar y cantar alabanzas al politico de turno.
– Creo que con un par de meses tendras suficiente, ?no? -quiso saber tia Marta.
– No te preocupes, no creo que tarde tanto en averiguar algo sobre esa buena senora. Para mi desgracia, lo mismo dentro de unos dias he terminado la investigacion.
– Pero quiero algo mas -dijo mi tia en tono conminatorio.
– ?Que? -pregunte con desconfianza, como si de repente hubiera despertado de un sueno: nadie paga tres mil euros al mes por saber que fue de su abuelita.
– Tendras que escribir la historia de mi abuela. Hazlo como si fuera una novela, o como tu quieras, pero escribela. La encuadernaremos y ese sera el regalo que hare a la familia la proxima Navidad.
Someti a mi madre a un exhaustivo interrogatorio para que recordara cuanto pudiera de su padre, o sea, de mi abuelo. La buena mujer dedico un rato a adornarle con todas las virtudes intentando revolver en mi memoria. Yo lo recordaba alto, delgado, muy erguido, poco hablador. Un dia me dijeron que el abuelo habia sufrido un accidente de coche que lo dejo impedido en una silla de ruedas hasta que murio.
Todos los domingos, cuando yo era un nino, acudia con mi madre a la casa del abuelo. Alli participabamos de una comida familiar con largas sobremesas en las que me aburria enormemente.
El abuelo nos observaba a todos mientras comia en silencio, y solo de vez en cuando intervenia.
La tia Marta era la menor de los hermanos. Por entonces estaba soltera y vivia con el, y por eso se habia hecho cargo de la empresa de mi abuelo, de la misma manera que habia asumido el control de aquella casa enorme y oscura. Asi que no guardaba nada en mis recuerdos que me diera una pista sobre la madre del abuelo, la misteriosa senora que un dia desaparecio abandonandolo en manos del ama de cria.
Tengo que confesar que comence la investigacion con desgana, supongo que por lo poco que me importaba lo que pudiera haber hecho una antepasada.
Empece a indagar por el lugar obvio: acudi a la oficina del Registro Civil para solicitar una partida de nacimiento de mi abuelo.
Evidentemente, en las partidas de nacimiento figura siempre el nombre de los progenitores del inscrito, asi que era la mejor manera de averiguar como se llamaba la madre de mi abuelo. Me preguntaba por que no lo habria hecho la tia Marta en vez de pagarme tres mil euros por ir al registro.
Una amabilisima funcionarla dio al traste con mis expectativas de exito al decirme que no podia entregar una partida de nacimiento de alguien que habia muerto.
– ?Y para que quiere usted una partida de nacimiento de don Javier Carranza Fernandez?
– Es que es mi abuelo, bueno, era mi abuelo, ya le he dicho que fallecio hace quince anos.
– Ya, por eso le pregunto que para que quiere usted su partida de nacimiento.
– Estoy haciendo el arbol genealogico de la familia y precisamente el lio esta en que mi abuelo se cambio el apellido materno por un problema familiar. En realidad, no se llamaba Fernandez de segundo apellido, y eso es lo que yo trato de averiguar.
– ?Ah, pues no puede hacerlo!
– ?Y por que no?
– Porque si, como usted asegura, su abuelo se cambio el apellido, entonces su expediente esta en el Registro Especial, y solo se puede consultar cualquier dato de ese registro si lo solicita el propio interesado o hay una orden judicial.
– Esta claro que el interesado no puede solicitar nada -respondi de malhumor.