El traje de neopreno era una molestia. Cuando todo terminara, se desharia de todo ese equipo. En caso de que alguien cuestionara la muerte de Elizabeth, no seria bueno tener una prueba visible de que era un excelente buzo. Ted, por supuesto, lo recordaria. Pero en todos esos meses, a Ted ni siquiera se le habia cruzado por la cabeza que tenia esa habilidad especial para imitarlo. Ted, tan estupido, tan ingenuo. «Trate de llamarte, lo recuerdo bien.» Y asi, Ted se habia convertido en la coartada perfecta. Hasta que esa estupida de Alvirah Mechan comenzo a acosarlo: «Dejeme oir como imita la voz de Ted. Solo una vez. Por favor, diga cualquier cosa.» Hubiera querido ahorcarla ahi mismo, pero habia tenido que esperar hasta ayer, cuando se adelanto y entro primero en la sala C y la aguardo en la habitacion con la aguja hipodermica en la mano. Que lastima que no se haya dado cuenta de su gran imitacion cuando creyo escuchar la voz del baron.

Se habia puesto el traje. Se coloco la botella de oxigeno en la espalda, apago las luces y aguardo. Todavia se le helaba la sangre al pensar que la noche anterior habia estado a punto de abrir la puerta y encontrar a Ted. Ted habia querido conversar con el. «Estoy empezando a pensar que tu eres mi unico amigo verdadero», le habia dicho.

Abrio levemente la puerta y aguardo. No habia nadie a la vista y no se oian pisadas. Comenzaba a caer la niebla, de modo que le seria facil esconderse detras de los arboles hasta llegar a la piscina. Tenia que llegar alli antes que ella, aguardarla y, cuando pasara a su lado, sacarle el silbato antes de que pudiera usarlo.

Salio sin hacer ruido y comenzo a caminar por el cesped, evitando las zonas iluminadas por los faroles. Si hubiera podido terminar todo el lunes a la noche… Pero habia visto a Ted de pie, cerca de la piscina, observando a Elizabeth…

Ted siempre en su camino. Siempre el que tenia el dinero y la apariencia, siempre rodeado de mujeres hermosas. Se habia forzado a aceptarlo, a tratar de ser util para Ted, primero en la universidad, luego en el trabajo: el tenaz, ayudante. Habia tenido que luchar para ascender hasta que ese accidente aereo donde murieron los ejecutivos lo convirtio en la mano derecha de Ted, y luego, cuando perdio a Kathy y a Teddy, habia podido reemplazarlo y tomar las riendas de la compania…

Hasta Leila.

Sintio un dolor en el pecho al recordar a Leila. Como habia sido hacer el amor con ella. Hasta que lo llevo alli y le presento a Ted. Y ella lo descarto, como la basura que se arroja al cesto.

Vio esos brazos esbeltos abrazar a Ted, ese cuerpo impudico apoyarse contra el de Ted, y se habia alejado pues no podia soportar el verlos juntos. Entonces planeo vengarse, esperando el momento justo.

Y lo habia encontrado con la obra. Tuvo que demostrar que la inversion en ella habia sido un error. Ya era obvio que Ted comenzaba a enfriarse. Y era su oportunidad para destruir a Leila. El exquisito placer de enviar esas cartas, de verla caer. Incluso se las habia mostrado al recibirlas. Y le habia aconsejado que las quemara, que no se las mostrara a Ted ni a Elizabeth. «Ted se esta cansando de tus celos y si le dices a Elizabeth lo triste que estas, ella podria abandonar la obra para venir a estar contigo. Eso podria arruinar su carrera.»

Agradecida por el consejo, Leila estuvo de acuerdo. «Pero dime -le habia rogado-. ?Hay otra mujer?» Sus elaboradas protestas tuvieron el efecto deseado. Ella creyo en las cartas.

No se habia preocupado por las ultimas dos. Creyo que la correspondencia sin abrir se habia arrojado a la basura. Pero no importaba. Cheryl habia quemado una y el le habia quitado a Sammy la otra. Por fin todo le estaba saliendo bien. Manana se convertiria en el presidente y director de las «Empresas Winters».

Llego a la piscina.

Entro en el agua oscura y nado hasta la parte mas profunda. Elizabeth siempre se tiraba al agua en ese extremo. Aquella noche en «Elaine’s» supo que habia llegado el momento de matar a Leila. Todos creerian que se habia suicidado. Habia entrado por una de las suites de invitados del piso superior del duplex y los oyo pelear, oyo cuando Ted salio y, entonces, tuvo la idea de imitar su voz y de hacer que Elizabeth creyera que estaba con Leila antes de que ella muriera.

Oyo pasos en el camino. Ella se acercaba. Pronto, el estaria a salvo. En esas semanas despues de la muerte de Leila llego a pensar que habia perdido. Ted no quedo deshecho. Se volco hacia Elizabeth. La muerte fue considerada un accidente. Hasta ese inesperado golpe de suerte cuando aparecio la loca y dijo que habia visto a Ted luchar con Leila. Y Elizabeth se convirtio en el testigo principal.

Estaba destinado a que todo saliera asi. Ahora Helmut y Syd se habian convertido en testigos materiales en contra de Ted. El baron no podria negar que oyo a Ted pelear con Leila. Syd lo vio en la calle. Hasta Ted debio de haberlo visto en la terraza, pero con lo ebrio y muy oscuro, relaciono ese episodio con lo sucedido con su padre.

Los pasos se acercaban cada vez mas. Se sumergio hasta el fondo de la piscina. Ella estaba tan segura de si misma, era tan inteligente…, esperaba que fuera alli, que la atacara, segura de poder nadar mas rapido que el, lista para tocar el silbato y pedir ayuda. Pero no tendria oportunidad de hacerlo.

Eran las diez y la atmosfera de «Cypress Point» era diferente. Muchos de los bungalows ya estaban a oscuras y Elizabeth se pregunto cuantas personas ya se habrian marchado. El show habia terminado; la condesa y sus amigas debieron de partir antes de la cena; el jugador de tenis y su amiguita no estuvieron en el comedor.

La niebla ya se habia asentado, pesada, penetrante, envolvente. Hasta los faroles a lo largo del sendero parecia que tuvieran los cristales empanados.

Dejo la bata junto a la piscina y estudio con atencion el agua. Estaba totalmente quieta. Todavia no habia nadie.

Palpo el silbato que llevaba al cuello. Lo unico que tendria que hacer era apoyar los labios sobre el. Un toque y la ayuda vendria de inmediato.

Se tiro al agua. Esta le parecia fria. ?O era porque estaba asustada? «Puedo nadar mas aprisa que cualquiera», se tranquilizo a si misma. Es la unica forma. ?Le aceptarian el desafio?

«Voces.» Alvirah Meehan habia insistido en eso. Y esa insistencia podria haberle costado la vida. Eso era lo que habia tratado de decirles. Se habia dado cuenta de que no era la voz de Helmut.

Habia llegado al extremo norte de la piscina; giro y comenzo a nadar de espaldas. «Voces.» Era su identificacion de la voz de Ted la que lo situo en aquel cuarto con Leila, unos minutos despues de su muerte.

La noche del crimen, Craig dijo que estaba en su apartamento mirando un programa de television cuando Ted trato de comunicarse con el. Ted habia sido su coartada.

«Voces.»

Craig queria que Ted fuera declarado culpable, y ahora estaba a punto de delegar en el la direccion de las «Empresas Winters».

?Cuando le pregunto a Ted si habia cambiado el mensaje de su contestador, lo habia asustado lo suficiente como para forzarlo a un ataque?

Elizabeth comenzo a nadar en estilo libre. Desde abajo sintio que un par de brazos la rodeaban, aprisionandole los suyos a ambos lados del cuerpo. Al abrir la boca sorprendida trago un poco de agua. Mientras tosia luchando por respirar, se vio arrastrada hacia el fondo de la piscina. Comenzo a dar patadas con los talones, pero resbalaban sobre el pesado traje de goma de su asaltante. Con un desesperado golpe de fuerza, le clavo ambos codos en las costillas. Por un instante, los brazos que la sostenian se aflojaron y Elizabeth logro subir a la superficie. Apenas pudo emerger la cabeza y tomar una bocanada de aire, cuando los brazos volvieron a envolverla y arrastrarla hacia abajo, a las oscuras aguas de la piscina.

11

– Despues de la muerte de Kathy y Teddy, quede destruido.

Era como si Ted hablara consigo mismo y no con Scott. El automovil paso a toda velocidad por el puesto de peaje sin detenerse. La estridente sirena interrumpio la paz de los alrededores; las luces alcanzaban apenas a iluminar un pedazo del camino debido a la densa niebla.

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