escapo de la mano y se estrello contra el suelo. Miro al fisico, aturdida, como una persona que se queda dormida. Sonrio, apoyo los brazos en la mesa y agacho la cabeza. Durante un par de minutos, se estremecio mientras luchaba por respirar, hasta que uno de los brazos se resbalo de la mesa y el silencio reino en la habitacion.
– ?Te marchaste inmediatamente? -pregunto Alejandro cogiendo el bol de carne estofada para servir personalmente a Telamon.
Se encontraban solos en la antecamara del pabellon real. El monarca, despues de banarse y afeitarse, se habia vestido con una tunica con los hilos de oro que habia sido cogida del campamento persa. Calzaba sandalias con tachones de plata y llevaba una tiara verde y dorada que le servia para mantener sujeto el vendaje. Aparte de los cortes, un morado en el pomulo y una leve rigidez cuando caminaba, se habia recuperado rapidamente de los efectos del combate.
– Estaba muerta -respondio Telamon-. Lo comprobe y luego encargue al portero que se ocupara del ritual funerario.
Telamon habia dejado Troya para regresar inmediatamente al campamento de Alejandro. Todo el ejercito estaba celebrando la gran victoria conseguida en el Granico. Todavia estaban trayendo a los prisioneros junto con carros cargados con el botin sacado de la caravana persa y del campo de batalla. Por todas partes, se elevaban las columnas de humo negro de las piras funerarias.
Casandra le habia recibido efusivamente y tambien con desparpajo. Se habia hecho con parte del botin y abundantes provisiones. «Si estas con los macedonios, tienes que comportarte como ellos», habia manifestado como justificacion de sus actos. Tambien habia conseguido un mejor alojamiento y lo tenia todo muy limpio y ordenado.
Telamon, a su regreso, se habia comportado como si estuviese viviendo un sueno. Los rostros iban y venian: la mirada malevola de Aristandro; Ptolomeo envanecido de su coraje; incluso Cleon, con el rostro enrojecido y un tanto magullado, que, acabada su tarea, habia conseguido regresar al campamento macedonio despues de dar un largo rodeo.
Telamon se habia echado a dormir, pero cuando ya oscurecia se habian presentado dos guardaespaldas para llevarle a la presencia del rey. Alejandro se habia mostrado reservado pero cortes. Ya no era el impetuoso general, sino el politico astuto dispuesto a obtener el maximo beneficio posible de su extraordinaria victoria. Se habian enviado cartas a los jefes de las provincias vecinas para reclamarles su adhesion y se habian cursado proclamas a todas las ciudades de Grecia. Telamon se sobresalto al sentir que le tocaban la mano.
– ?Estas cansado, fisico? -pregunto Alejandro en un tono burlon-. ?Te entristece la muerte de Antigona? Yo la hubiese mandado crucificar. Se le permitio escoger la salida menos dolorosa.
Telamon penso en los muertos apilados en el campo de batalla.
– ?Eres como tu padre, fisico? -prosiguio el rey-. ?El olor de la sangre te asquea? -quiso saber Alejandro, inclinando la cabeza un poco hacia la izquierda como si viese a Telamon por primera vez-. Entre nosotros dos hay una brecha -murmuro-. Desearia que no fuese asi. Solo estoy cumpliendo mi destino.
– ?Eso incluye la masacre de aquellos mercenarios?
Alejandro le dio a Telamon una palmada juguetona en la muneca.
– Aquello fue un error, algo provocado por la ceguera del combate, y es algo que ya no puedo remediar. Pero ?Antigona? -pregunto mirando la copa de vino antes de cogerla, haber bebido un trago y pasarsela a Telamon.
– ?Tu lo sospechabas? -pregunto el fisico.
– Me gustaria decir… -Alejandro vacilo y se acomodo mejor en la silla acolchada que alguien le habia traido del campamento persa-. Me gustaria decir que lo sabia todo, pero faltaria a la verdad.
– ?Estabas enterado de la relacion de Filipo y Antigona? -quiso saber Telamon.
– ?Por supuesto! Mi padre relataba a mi madre todas sus conquistas sin olvidar ni un detalle; esa es una de las razones por las que ella esta medio loca. Olimpia me lo dijo. Antigona me tenia intrigado. Estaba muy bien situada para pasar informacion. Aristandro mando vigilar el templo, pero nunca descubrimos nada -manifesto extendiendo las manos-. Habia un espia que nos traicionaba, aunque, hasta cierto punto, no tenia demasiada importancia. Deseaba confundir a los persas. Cleon realizo un extraordinario trabajo, pero eso no fue nada…
– ?Comparado con enganar a los persas?
– Naturalmente -respondio Alejandro riendose-. Dario me tenia por un joven inexperto. Queria confirmarle ese juicio. Hice todo lo posible por mostrarle que estaba confuso, que carecia de la confianza de mi padre, que me sentia culpable de su muerte.
– ?Lo estas?
– No, no lo estoy -respondio al tiempo que su mirada se helaba-. Nunca lo he estado. ?Nunca lo estare!
– ?Antigona tuvo algo que ver con su muerte?
– Es posible, pero lo mismo se podria decir de mi madre. Yo sospechaba de Antigona, pero no podia demostrarlo: por eso te necesitaba. Telamon con su mente aguda y la mirada de aguila. ?El observador de la causa y efecto! La traicion es una enfermedad, Telamon. Tambien tiene sus sintomas -afirmo dejando ir un suspiro y pellizcandose la tela de la tunica que vestia-. Esta prenda pertenecio a Arsites. He enviado un mensaje a Dario. Cuando termine esta campana, todo el vestuario imperial me pertenecera. Utilice a Cleon. Utilice a Aristandro. Por encima de todo lo demas, utilice a Antigona. Le dije que necesitaba los servicios de los guias, que no tenia mapas. Ella transmitio toda esta informacion a los persas. Envie a aquellas doncellas de Tesalia, con la esperanza de que alguna de ellas pudiera descubrir alguna cosa. Antigona se encargo de asesinarlas. Por lo tanto, invite a nuestra querida sacerdotisa a que se uniera a nosotros en Sestos y viniera con los guias y el dibujante de mapas. Removi el avispero para ver lo que pasaba -aseguro trazando un circulo en el aire-. Antigona sabia muy bien lo que hacia: la muerte de los guias, los misteriosos asesinatos, las sombrias advertencias, las referencias a mi padre… Aunque parecia ser la persona mas sospechosa, no habia ninguna prueba en su contra. Yo tenia que obrar con mucho cuidado. No queria dar pie a ninguna ofensa, ni provocar la colera de los dioses con la ejecucion de una sacerdotisa de Atenas. Necesitaba pruebas: te necesitaba. Los persas creyeron siempre que estaban tratando con alguien confuso y dominado por la culpa. Bueno -Alejandro sonrio, complacido-, les he demostrado que estaban en un error. El verdadero peligro era Memnon. Si hubiesen aceptado su estrategia, aun estaria marchando por un territorio donde ni una sola de las ciudades me hubiese abierto las puertas, desprovisto de batallas, de victoria, de gloria y el favor divino. Ahora lo tengo todo. Por lo tanto, Telamon, brindemos -proclamo cogiendo la copa de vino-. ?Por mi gloria y porque lleguemos hasta los confines del mundo!
NOTA DEL AUTOR
Los episodios ocurridos en el ano 334 a.C. son tal como aparecen descritos en esta novela. Dario, Arsites y Memnon mantenian un profundo desacuerdo respecto a la estrategia y las tacticas que habia que seguir para controlar y vencer a Alejandro de Macedonia. Las fuentes historicas -Arriano, Diodoro Siculo, Plutarco, Quinto Curcio Rufo y Justino- describen con mucho detalle lo que pasaba en el campo persa. Al final, prevalecio la opinion de Arsites y la consecuencia fue la gran victoria de Alejandro. Segun Arriano, el satrapa de Frigia escapo del campo de batalla y sin que se volviera a saber mas de el; quiza se suicidara. No obstante, a la vista de que despues Dario confirio el mando de las tropas al rodio, le he dado otra interpretacion: que Arsites, tal como era la costumbre que se aplicaba a un satrapa persa que era derrotado tan estrepitosamente, fue ejecutado por su fracaso.
La batalla del Granico ha sido con frecuencia tema de debate entre los historiadores. Algunos afirman que Alejandro en realidad espero hasta el dia siguiente para lanzar el ataque, pero me he atenido a las fuentes originales que hablan de la rapidez, la ferocidad, y el elemento sorpresa en el ataque de Alejandro. La mejor prueba para esta interpretacion es la suerte corrida por los mercenarios griegos, que literalmente fueron sorprendidos a contrapie y que, imposibilitados de cualquier retirada, tuvieron que plantar cara y luchar. Alejandro ordeno la masacre, un hecho que despues lamento. Aquellos que sobrevivieron fueron encadenados y enviados a trabajar en las minas de Macedonia. Los arqueologos han encontrado recientemente sus esqueletos, todavia con los grilletes puestos.
Las tacticas de Alejandro en el Granico fueron tal como se relatan en la novela. La repentina acometida a