y la durabilidad quimica, debe ser informado al DOT (Departamento de Transportes) y a la EPA (Agencia de Proteccion Ambiental).
A Ahmad le hastia pensar en todo el papeleo, en los documentos de transporte colmados de numeros, codigos y prohibiciones. Las cargas de sustancias toxicas son incompatibles con el transporte de comida o de piensos; los materiales peligrosos, incluso en bombonas selladas, nunca deben ir en la cabina del conductor; hay que tener cuidado con el calor, las filtraciones y los cambios repentinos de velocidad. Aparte de las sustancias peligrosas, estan las regulaciones para otros materiales (ORM) que puedan causar reacciones anestesicas, irritantes o nocivas en conductor y pasajeros, como la monocloroacetona o la difenil-cloroarsina, y para sustancias que pueden ser perjudiciales para el vehiculo en caso de filtracion, a saber: los corrosivos liquidos como el bromo, la cal sodada, el acido clorhidrico, las soluciones de hidroxido sodico y el acido sulfurico de las baterias. Ahmad se da cuenta de que a lo largo y ancho del pais se desplazan a gran velocidad materiales peligrosos, vertiendose, abrasando y mordiendo carreteras y suelos de camion: una conjura de demonios quimicos que pone de relieve la ponzona espiritual del materialismo.
Ademas, le explican los folletos, en relacion con el transporte de liquidos en camiones cisterna hay que tener en cuenta la merma, tambien llamada atestamiento, que es el espacio que se deja vacio entre la carga y el techo del tanque, de modo que este no explote si el contenido se dilata durante el transporte, por ejemplo, si la temperatura ambiente asciende hasta cincuenta y cuatro grados. Asimismo, si el conductor lleva liquidos en la cisterna, debe atender al oleaje producido por la inercia, mas pronunciado y peligroso en el caso de los tanques de interior liso que en los que tienen deflectores o compuertas. Incluso en estos ultimos, pese a todo, el oleaje que se produce hacia los lados puede provocar que el vehiculo vuelque si se toma una curva con brusquedad. El oleaje hacia delante puede impulsar al camion hasta un cruce si no se frena adecuadamente en un semaforo en rojo o ante una senal de stop. Sin embargo, las regulaciones sanitarias prohiben el uso de tanques con deflectores para trasladar leche o zumo de fruta, ya que es dificil limpiar a fondo los deflectores, lo cual aumenta las probabilidades de contaminacion en el producto. El transporte comercial esta lleno de riesgos que Ahmad jamas habia imaginado. No obstante, le entusiasma la idea de verse -como el piloto de un 727 o el capitan de un superpetrolero o el minusculo cerebro de un brontosaurio- al mando de un gran vehiculo y llevarlo a buen puerto a traves de un laberinto de aciagos peligros. Le satisface encontrar, en los codigos de trafico de los camiones, una preocupacion de calidad casi religiosa por la pureza.
Llaman a la puerta, a las ocho y cuarto de la noche. Los golpes, que suenan no muy lejos de la mesa donde Ahmad estudia a la luz de una destartalada lampara de pie, lo desconcentran de la merma y el tonelaje, del oleaje y la circulacion. Su madre sale rapido del dormitorio, que tambien es su estudio de pintura, y acude -se precipita, incluso- a contestar, esponjandose el cabello, pelirrojo claro, largo hasta la nuca, tenido con henna. Afronta las intromisiones misteriosas con mas optimismo que Ahmad. Diez dias despues de haber acudido al oficio en la iglesia de los infieles, sigue nervioso por haber violado el territorio de Tylenol; no es imposible que el maton y su banda lo acosen durante una temporada, incluso por la noche, haciendolo salir de su propio apartamento.
Tampoco es imposible, aunque si improbable, que sea un emisario del sheij Rachid quien llame. Su maestro tiene varios discipulos. Ultimamente parece crispado, como si algo le abrumara; para Ahmad, es como un elemento muy afilado en una estructura que soporta demasiada presion. La semana anterior el iman tuvo un pequeno arrebato con su alumno mientras discutian sobre un verso de la tercera sura: «Que no piensen los infieles que el que les concedamos una prorroga supone un bien para ellos. El concedersela es para que aumente su pecado. Tendran un castigo humillante». Ahmad tuvo la osadia de preguntar a su mentor si no habia algo sadico en semejante desprecio, y en muchos otros versos como ese. Lo formulo asi:
– ?El proposito de Dios no deberia ser, como enuncio el Profeta, la conversion de los infieles? ?No deberia, en cualquier caso, mostrarse misericordioso y no recrearse en su dolor?
El iman mostraba solo media cara, la otra media, la parte inferior, quedaba oculta por una barba cuidada y moteada de gris. Su nariz era delgada y aguilena, y la piel de sus mejillas, palida, no a la manera de los anglosajones o los irlandeses, con pecas y facil de ruborizar, como la de la madre de Ahmad -una propension que el chico, lamentablemente, ha heredado-, sino con la factura cerosa, uniforme, impavida de los yemenies. Bajo la barba, en sus labios violeta, se dibujo un mohin. Inquirio:
– Las cucarachas que salen de los rodapies y de debajo del fregadero, ?acaso te dan lastima? Las moscas que zumban alrededor de la comida servida, andando sobre ella con sus sucias patas que justo antes han bailado en heces y carrona, ?acaso te dan lastima?
A decir verdad, Ahmad si sentia lastima por ellas, fascinacion por la vasta poblacion de insectos que pulula a los pies de los hombres, como si fueran estos dioses. Pero, sabiendo que cualquier salvedad o la menor insinuacion de querer polemizar solo serviria para irritar a su profesor, contesto que no.
– No -convino el sheij Rachid con satisfaccion mientras se tiraba suavemente de la barba con su delicada mano-. Tu quieres destruirlas. Te irritan con su suciedad. Invadirian tu mesa, tu cocina; si no las aniquilaras, serian capaces de meterse en tu comida mientras te la llevas a la boca. No tienen sentimientos. Son manifestaciones de Satan, y Dios las destruira sin piedad el dia del ajuste de cuentas final. Dios se regocijara con sus sufrimientos. Procede tu del mismo modo, Ahmad. Concebir que las cucarachas son merecedoras de clemencia es situarte por encima de
A Ahmad le parecio, al igual que con los detalles del Paraiso, que su profesor se escudaba de la realidad con metaforas. Joryleen, pese a no ser una creyente, si tenia sentimientos; estaban en como cantaba, y en como los otros infieles reaccionaban a los cantos. Pero no figuraba entre las funciones de Ahmad la de discutir, a el le tocaba aprender, ocupar su lugar en la vasta estructura, visible e invisible, del islam.
Su madre podria haberse apresurado a abrir porque esperaba a alguno de sus amigos masculinos, pero su voz, a oidos de Ahmad, suena sorprendida, perpleja pero no inquieta, respetuosa. La otra voz, cortes, cansada, que Ahmad reconoce vagamente, se presenta como el senor Levy, responsable de tutorias en el Central High. Ahmad se relaja, no es Tylenol ni nadie de la mezquita. Pero ?por que el senor Levy? El encuentro habia dejado a Ahmad intranquilo, el tutor habia expresado su disconformidad con los planes de futuro de Ahmad y, peor aun, su voluntad de entrometerse.
?Como ha llegado tan lejos, hasta su puerta? El edificio de apartamentos es uno de los tres que se construyeron hacia veinticinco anos para reemplazar unas viviendas adosadas, tan en decadencia e infestadas de droga que los administradores de New Prospect pensaron que levantar bloques de diez pisos para inquilinos de renta media supondria una mejora. Ademas, calcularon, en los terrenos expropiados podian instalar un parque con zonas de recreo y, por si fuera poco, un paseo de circunvalacion con arboles que deberia reavivar las relaciones con ciudades donde imperasen «mejores factores». Pero, como sucede al drenar terrenos para erradicar la malaria, los problemas volvieron: los hijos de los anteriores camellos retomaron el negocio, y los drogadictos empezaron a usar los bancos, los arbustos y las escaleras de los bloques, y se pasaban las noches rondando por los portales. El plan original preveia guardias de seguridad en cada porteria, pero el ayuntamiento tuvo que asumir recortes presupuestarios y las garitas con monitores proyectando imagenes de vestibulos y pasillos fueron dotadas de personal de forma irregular. «Vuelvo en 15 minutos», podia leerse durante horas seguidas en carteles escritos a mano. A esta hora de la noche, inquilinos y visitas solian entrar sin mas. El senor Levy debia de haber accedido al edificio, mirado los buzones, tomado el ascensor y llamado a su puerta. Ahi estaba, dentro de casa, junto a la cocina, diciendo quien era con un tono mas alto y formal que el que habia utilizado con Ahmad en la sesion de tutoria. Entonces le habia parecido perezoso, con segundas intenciones, aquejado de dolor de huesos. La madre de Ahmad se ha ruborizado y su voz suena mas aguda, atropellada. Esta exaltada por esta visita de un delegado de la burocracia distante que planea sobre sus vidas solitarias.
El senor Levy percibe los nervios e intenta relajar la tension.
– Disculpen que invada su intimidad -dice mirando a un lugar intermedio entre la madre, que esta de pie, y el hijo, sentado y que no se levanta de la mesa marron-. Pero cuando llame al numero de telefono que figura en el expediente escolar de Ahmad, salio una grabacion diciendo que habian dado de baja la linea.
– Tuvimos que hacerlo, despues del 11-S -explica ella, aun sin mucho aliento-. Recibiamos llamadas insultantes, de odio. Contra los musulmanes. Cambie el numero y pedi que lo quitaran del listin, aunque cueste un par de dolares mas al mes. Vale la pena, se lo aseguro.
– No sabe como lo siento, senora Ahmw…, senora Mulloy -dice el tutor, y parece lamentarlo de veras, como trasluce su expresion mas triste de lo habitual.
– No fueron mas que un par de llamadas -interviene Ahmad-. No es para tanto. Casi todo el mundo se porto bien. Yo solo tenia quince anos cuando paso. ?Quien podia culparme de nada?