estomago lleno. Ademas, pienso contartelo todo sin prisas.
Jeremy se rindio.
– De acuerdo. Acepto el bocadillo de pollo con pesto.
Doris sonrio.
– ?Puedes traernos un par de Albemarles, Rachel?
– Enseguida -contesto la camarera. Observo a Jeremy con afabilidad-. ?Quien es tu amigo? No lo habia visto antes por aqui.
– Te presento a Jeremy Marsh -anuncio Doris-. Es un famoso periodista que ha venido para escribir un articulo sobre nuestra bella localidad.
– ?De veras? -exclamo Rachel, mirandolo ahora con un descarado interes.
– Si -respondio Jeremy.
– Gracias a Dios -pronuncio Rachel con un guino-. Por un momento pense que iba a un entierro.
Jeremy parpadeo mientras Rachel desaparecia.
Doris solto una risotada ante la expresion perpleja de su interlocutor.
– Tully vino aqui despues de que pasaras por la gasolinera a pedir la direccion para ir al cementerio -explico-. Supongo que habra pensado que yo tenia algo que ver con tu aparicion en el pueblo, y queria cerciorarse de que no se equivocaba. Me refirio vuestro encuentro hasta el mas minimo detalle y, probablemente, Rachel no pudo resistirse y puso la oreja para escuchar la conversacion.
– Ah -dijo Jeremy.
Doris volvio a inclinarse hacia delante.
– Seguro que te ha taladrado el cerebro con su inagotable verborrea.
– Mas o menos.
– Habla por los codos. Si no tuviera a nadie cerca, seria capaz de entablar conversacion con una caja de zapatos. Te juro que no se como su esposa, Bonnie, lo soporto durante tanto tiempo. La pobre se quedo sorda hace doce anos, asi que ahora Tully se desahoga con los clientes de la gasolinera. Por eso es cuestion de largarte cuanto antes, cuando pares a repostar, porque si no, es posible que a la manana siguiente todavia estes ahi. Mira, sintiendolo mucho, al final he tenido que pedirle que se marchara, porque no se callaba y no me dejaba hacer nada.
Jeremy asio la taza de cafe.
– ?Y dices que su mujer esta sorda?
– Creo que nuestro Dios todo misericordioso se dio cuenta de que Bonnie ya habia hecho suficiente sacrificio. La pobre es una santa.
Jeremy lanzo una carcajada antes de tomar un sorbo de cafe.
– ?Y por que creyo que tu eras la persona que se habia puesto en contacto conmigo?
– Cada vez que pasa algo inusual en el pueblo, me echan la culpa a mi. Supongo que es irremediable, con eso de ser la vidente del lugar…
Jeremy la miro sorprendido, y Doris se limito a sonreir.
– Me parece que no crees en videntes -observo ella.
– Has acertado -admitio Jeremy.
Doris se quito el delantal.
– Bueno, para serte sincera, yo tampoco me fio de muchos de ellos; algunos no son mas que unos simples patanes, pero te aseguro que ciertas personas estan tocadas por ese don especial.
– Entonces… ?puedes leer mis pensamientos?
– No -contesto Doris, moviendo la cabeza de lado a lado-. Bueno, casi nunca puedo. Lo que si suelo tener es una gran intuicion acerca de la gente; pero en eso de leer la mente, la que era una experta era mi madre. Nadie podia ocultarle nada. Incluso sabia lo que iba a regalarle cada ano para su cumpleanos, y eso era un fastidio, porque le restaba toda la magia al momento. Mis dones son distintos. Soy adivina. Tambien puedo saber que sexo tendra un bebe antes de nacer.
– Ya.
Doris lo miro fijamente.
– No me crees, ?eh?
– Dejemoslo en que eres adivina. Eso significa que puedes encontrar agua e indicarme donde tengo que cavar para localizar un pozo.
– Exacto.
– Y si te pidiera que hicieras una prueba cientifica, bajo una estricta supervision…
– Tu mismo podrias ser quien la supervisara, y aunque tuvieras que llenarme de cables como un arbolito de Navidad, no tendria ningun reparo en hacer todas las pruebas que me pidieras.
– Ah -susurro Jeremy, acordandose de Uri Geller. Geller estaba tan seguro de sus poderes de telequinesia que se persono en un programa de la television britanica en 1973, delante de un grupo de cientificos y de una audiencia en directo. Asio una cuchara y la coloco sobre su dedo, y esta empezo a doblarse por ambos lados hacia el suelo delante de la mirada estupefacta de los observadores. Solo mas tarde se supo que antes de que empezara el programa habia doblado la cuchara una y otra vez, provocando lo que se conoce como un estado de fatiga del metal.
Doris parecia saber lo que estaba pensando.
– Mira, puedes hacerme una prueba cuando gustes, y del modo que quieras. Pero ese no es el motivo de tu visita. Tu has venido por la historia de los fantasmas, ?no es cierto?
– Si -contesto Jeremy, aliviado de cambiar de tema-. ?Te importa si grabo nuestra conversacion?
– No, adelante.
Jeremy introdujo la mano en el bolsillo de la americana y extrajo una pequena grabadora. La coloco en medio de los dos y apreto los botones apropiados. Doris tomo un sorbo de su taza de cafe antes de empezar su relato.
– Pues bien, la historia se remonta a 1890, mas o menos. Por entonces, en el pueblo todavia habia segregacion racial, y la mayoria de los negros vivia en un lugar llamado Watts Landing. Por culpa del Hazel ya no queda ningun vestigio de esos dias, pero por entonces…
– Perdona, ?quien es Hazel?
– El huracan que arraso el lugar en 1954. Alcanzo la costa cerca de la frontera con Carolina del Sur. Practicamente sumergio a Boone Creek bajo las aguas, y lo poco que quedaba de Watts Landing desaparecio por completo.
– Vaya, que tragedia. Sigue, por favor.
– Como te iba diciendo, ahora no queda nada del antiguo pueblo, pero a finales de siglo aqui debian de vivir unas trescientas personas. La mayor parte de ellas descendian de los esclavos que habian llegado de Carolina del Sur durante la guerra civil, o la guerra de agresion de los del norte, como la llamamos los del sur.
Doris guino un ojo, y Jeremy sonrio.
– Un dia llegaron los de la Union Pacific para establecer la linea del ferrocarril que, como no, se suponia que convertiria este lugar en un area prospera y cosmopolita. Bueno, eso fue lo que prometieron. La linea que proponian atravesaba los campos del Cementerio de los negros. En esa epoca, el pueblo estaba liderado por una mujer llamada Hettie Doubilet, que provenia de una de las islas del Caribe, no se de cual exactamente. Cuando se entero de que querian desenterrar todos los cuerpos y transferirlos a otro lugar, se enfado muchisimo y apelo a las autoridades del condado para que cambiaran la ruta, pero los mandamases no la escucharon. Ni siquiera le concedieron la oportunidad de formalizar su queja.
Rachel reaparecio con los bocadillos y deposito los dos platos sobre la mesa.
– Pruebalo -lo apremio Doris-. Chico, practicamente estas en los huesos.
Jeremy tomo uno de los bocadillos y le dio un bocado. Hizo una mueca en senal de aprobacion, y Doris sonrio.
– Mejor que nada de lo que puedas encontrar en Nueva York, ?eh?
– Sin duda. Felicita a la cocinera de mi parte.
Ella lo miro con una pizca de coqueteria.
– ?Sabes que eres un encanto, mi querido senor Marsh?
Jeremy penso que posiblemente esa mujer habia roto mas de un corazon en sus anos mozos. Doris prosiguio