– ?Y para que quiere ir a ese lugar? Si no hay nada interesante. Hay otros cementerios mas agradables al otro lado del pueblo.
– Ya, pero es que estoy interesado precisamente en ese.
El hombre no parecio escucharlo.
– ?Tiene algun familiar enterrado ahi?
– No.
– Usted debe de ser uno de esos magnates de los negocios, ?no? ?No estaran pensando en construir un complejo turistico o unos grandes almacenes en esos terrenos?
Jeremy sacudio la cabeza decididamente.
– No, no soy un hombre de negocios. Soy periodista.
– A mi mujer le encantan los grandes almacenes. Y los complejos turisticos tambien. No estaria mal construir uno.
– Ah -dijo Jeremy, preguntandose cuanto tiempo mas se prolongaria ese dialogo sin sentido-. Ojala pudiera ayudarle, pero no tengo nada que ver con los promotores inmobiliarios.
– ?Necesita gasolina? -pregunto Tully desplazandose hasta la parte posterior del coche.
– No, gracias.
Pero el hombre ya estaba desenroscando el tapon.
– ?Premium o normal?
Jeremy saco la cabeza por la ventana y la giro para mirarlo, armandose de paciencia.
– Normal, supongo.
Despues de llenar el deposito, el propietario se quito la gorra y se paso la mano por el pelo mientras se acercaba nuevamente; a la ventanilla del conductor.
– Si tiene algun problema con el coche, no dude en venir a verme. Puedo arreglar las dos clases de coches, y por un modico precio, ademas.
– ?Las dos clases?
– Extranjeros y de los nuestros -replico-. ?A que pensaba que me referia?
Sin esperar la respuesta, el hombre sacudio la cabeza, como si pensara que Jeremy era un poco idiota.
– Me llamo Tully, ?y usted?
– Jeremy Marsh.
– ?Y me ha dicho que es anestesista?
– Periodista.
– No tenemos ningun anestesista en el pueblo, pero hay unos cuantos en Greenville.
– Ah -repuso Jeremy, sin preocuparse por corregirlo-. De todos modos, volviendo a lo de la direccion a Cedar Creek…
Tully se froto la nariz y desvio la vista hacia la carretera. Luego volvio a mirar a Jeremy.
– Bueno, ahora no vera nada. Los fantasmas no aparecen hasta que se hace de noche, si es eso lo que busca.
– ?Como?
– Los fantasmas. Si no tiene a ningun pariente enterrado en ese cementerio, entonces seguramente esta aqui por lo de los limusinas, ?no?
– ?Ha oido hablar de los fantasmas?
– Pues claro. Yo mismo los he visto con mis propios ojos. Pero si quiere verlos, tendra que ir a la Camara de Comercio y Comprar una entrada.
– No me diga que es necesario pagar para verlos.
– Hombre, no se puede entrar asi por las buenas en una casa ajena, ?no le parece?
Jeremy necesito unos instantes para comprender sus palabras.
– No, claro -convino finalmente-. Se refiere a la «Visita guiada por las casas historicas» y a la «Gira por el cementerio encantado», ?verdad?
Tully miro fijamente a Jeremy, como si pensara que estaba hablando con la persona mas obtusa sobre la faz de la Tierra.
– Pues claro que estoy hablando de la gira. ?A que otra cosa cree que me referia?
– No estoy seguro -balbuceo Jeremy-. Y ahora, si me hace el favor de indicarme como llegar hasta…
Tully sacudio la cabeza con obcecacion.
– De acuerdo, de acuerdo -contesto, como si de repente hubiera decidido tirar la toalla. A continuacion senalo hacia el pueblo-. Tiene que regresar por donde ha venido, atravesar el pueblo, luego seguir por la carretera principal hasta llegar a un cruce a unos seis kilometros de donde se acaba la carretera principal. Gire a la derecha y continue hasta que llegue a una bifurcacion, y siga hasta llegar a casa de Wilson Tanner. Gire a la derecha, donde hay un coche abandonado, siga un poco mas adelante, y ya vera el cementerio.
Jeremy asintio.
– De acuerdo.
– ?Esta seguro de que me ha entendido?
– Un cruce, la casa de Wilson Tanner, un coche abandonado -repitio como un robot-. Muchas gracias por su ayuda.
– No hay de que. Encantado de servirle. Me debe siete dolares y cuarenta y nueve centimos por la gasolina.
– ?Acepta tarjetas de credito?
– No. Nunca me han gustado esos cacharros. No soporto que el gobierno me controle, que sepa cada movimiento que hago. Mi vida es solo mia y de nadie mas.
– Pues eso es un problema -repuso Jeremy mientras buscaba su billetero-. He oido que el gobierno dispone de espias por todos lados.
Tully asintio como si fuera totalmente consciente de ello.
– Supongo que ustedes, los medicos, lo tienen peor. Precisamente eso me recuerda que…
Tully continuo parloteando sin parar durante los siguientes quince minutos. Jeremy aprendio bastantes cosas acerca de las inclemencias del tiempo, los ridiculos edictos del gobierno, y como Wyatt -el propietario de la otra gasolinera del pueblo- timaria a Jeremy si a este se le ocurria ir alli a repostar, ya que manipulaba la calibracion de los surtidores de gasolina tan pronto como el camion de la compania petrolera Unocal desaparecia de vista. Pero basicamente se dedico a escuchar los problemas que Tully tenia con la prostata, que lo obligaba a levantarse de la cama por lo menos cinco veces cada noche para ir al bano. Le pidio la opinion a Jeremy, puesto que era medico. Tambien se intereso por el Viagra.
Despues de embutirse tabaco en la boca un par de veces mas, un coche se detuvo al otro lado del surtidor de gasolina, y Tully se vio obligado a interrumpir su charla. El conductor abrio el capo, Tully echo un vistazo al interior, manoseo algunos cables, escupio a un lado y le aseguro al individuo que podia arreglarlo, pero que tendria que dejarle el coche por lo menos una semana porque en esos momentos estaba muy ocupado. Parecia como si el desconocido ya esperase esa respuesta, y un momento mas tarde estaban los dos enfrascados en una charla sobre la senora Dungeness y la anecdota de una comadreja que se habia colado en su cocina la noche anterior y se habia comido toda la fruta del frutero.
Jeremy aprovecho la oportunidad para escabullirse. Se detuvo en el bazar para comprar un mapa y un paquete de postales con los lugares mas destacados de Boone Creek, y acto seguido se dirigio hacia el cementerio por una carretera sinuosa que lo llevo hasta los confines del pueblo. Por arte de magia encontro primero el cruce y luego la bifurcacion, pero lamentablemente no vio la casa de Wilson Tanner. Reculo un poco y finalmente descubrio un estrecho sendero de gravilla practicamente oculto entre la maleza que habia crecido desmesuradamente a ambos lados.
Condujo lentamente y con precaucion por la superficie minada de socavones hasta que el camino empezo a despejarse. A la derecha ha vio un poste que anunciaba que se estaba acercando a la colina de Riker's Hill -un enclave famoso por haber sido escenario de uno de los combates de la guerra civil- y escasos momentos despues se detuvo delante de la verja de la entrada de cementerio de Cedar Creek. Riker's Hill, la unica colina en esa parte del estado, sobresalia como una majestuosa torre a su espalda. Cualquier cosa habria sobresalido en ese paraje totalmente plano, tan plano como las platijas de las que hablaban los pescadores en el programa de radio.