circulo de reducidas dimensiones antes de esparcirse subitamente hacia el exterior del nucleo, como si se tratara de una estrella que acabara de explotar. Por un instante, Jeremy imagino que veia las formas de personas o de cosas, pero justo entonces la luz empezo a retirarse, como si alguien la estuviera arrastrando con un hilo, hacia atras, hacia el centro, y antes de que pudiera darse cuenta, las luces habian desaparecido y el cementerio volvia a estar completamente a oscuras.

Jeremy parpadeo para asegurarse de que no estaba sonando y acto seguido consulto nuevamente la hora. La vision habia durado veintidos segundos exactamente. A pesar de que sabia que debia incorporarse e ir a inspeccionar el equipo, se quedo unos instantes con la mirada clavada en el punto donde los fantasmas de Cedar Creek habian hecho su aparicion.

Los fraudes, los errores sin mala fe y las coincidencias eran las explicaciones mas frecuentes para eventos tachados de sobrenaturales, y hasta ese momento, cada investigacion llevada a cabo por Jeremy encajaba en una de esas tres categorias. La primera tendia a ser la razon mas predominante en situaciones en que alguien intentaba sacar alguna clase de provecho. En esta categoria se encontraba William Newell, por ejemplo, que alegaba haber encontrado, en su granja de Nueva York en 1869, los restos petrificados de un gigante, una estatua conocida como el Gigante de Cardiff. Timothy Clausen, el espiritista, era otro ejemplo.

Mas los fraudes tambien incluian a aquellos que simplemente querian ver a cuanta gente podian enganar, no por dinero, sino unicamente para constatar si eso era posible. Doug Bower y Dave Chorley los granjeros ingleses que crearon el fenomeno conocido como los circulos en los sembrados, eran un claro ejemplo; el medico que fotografio al monstruo del lago Ness en 1933 era otro. En ambos casos, el engano fue originalmente perpetrado como una broma practica, pero el interes que sus enganos despertaron en el publico fue tan grande que los culpables no se atrevieron a realizar las confesiones pertinentes.

Los errores sin mala fe, por otro lado, eran simplemente eso: alguien que confundia un globo aerostatico con un ovni, un oso con Bigfoot, o de repente se descubria que alguien habia movido unos restos arqueologicos hasta la ubicacion que ocupaban en la actualidad cientos o miles de anos despues de su emplazamiento original. En esos casos, el testigo veia algo, pero la mente convertia la vision en algo completamente distinto.

En el saco de las coincidencias tenia cabida practicamente el resto de los casos, y era simplemente una cuestion de probabilidad matematica. Por increible que pudiera parecer que un evento sucediera, mientras existiera la mas leve posibilidad de que pasara, probablemente acabaria sucediendole a alguien, en algun lugar, en algun momento. Por ejemplo, la novela Futilidad de Robert Morgan, publicada en 1898 -catorce anos antes del hundimiento del Titanic-, narraba la historia del barco de pasajeros mas grande del mundo que partia del puerto de Southampton en su viaje inaugural, durante la travesia chocaba contra un iceberg, y un nutrido numero de sus pasajeros ricos y famosos perecian tragicamente en las gelidas aguas del Atlantico Norte por falta de suficientes botes salvavidas. El nombre del barco, ironicamente, era Titan.

Sin embargo, lo que habia sucedido en el cementerio de Cedar Creek no acababa de encajar en ninguna de estas tres categorias. A Jeremy no le parecio que las luces fueran fruto ni de un fraude ni de una coincidencia, y tampoco creyo que se tratara de un error sin mala fe. Debia de haber alguna explicacion logica, pero alli sentado en el cementerio, todavia aturdido por la vision que acababa de presenciar, no tenia ni idea de lo que podia ser.

Durante el transcurso de los acontecimientos, Lexie habia permanecido sentada y no habia pronunciado ni una sola palabra.

– ?Y bien? -pregunto finalmente-. ?Que opinas?

– Todavia no lo se -admitio Jeremy-. He visto algo, de eso estoy seguro.

– ?Habias visto algo parecido en tu vida?

– No -confeso el-. Por primera vez tengo la impresion de estar ante algo misterioso.

– Es increible, ?no crees? -declaro ella, con una voz inmensamente suave-. Casi habia olvidado lo bonitas que eran. He oido hablar de las auroras boreales, y a veces me pregunto si deben de asemejarse.

Jeremy no respondio. Alli sentado en silencio, recreo las luces mentalmente, pensando que la intensidad progresiva que habian ido adquiriendo le recordaba a los faros de un coche en direccion contraria despues de una curva. Simplemente tenian que ser el resultado de alguna clase de vehiculo en movimiento, penso. Miro otra vez hacia la carretera, esperando a que pasara un coche, pero no le sorprendio no ver ninguno.

Durante unos minutos, Lexie no lo interrumpio. Despues se inclino hacia delante y le dio un golpecito en el brazo para llamar su atencion.

– Bueno, ?que hacemos ahora?

Jeremy sacudio energicamente la cabeza, intentando enfocar toda su atencion en ella.

– ?Hay alguna autopista cerca, o alguna carretera principal?

– Solo la que hemos tomado para venir hasta aqui, la que atraviesa el pueblo.

– Hum -musito el frunciendo el ceno.

– Vaya, esta vez no has recurrido a tu expresion favorita. ?Es que aun no has hallado la solucion al misterio?

– No, aun no -contesto Jeremy-. Pero no te preocupes; lo encontrare.

A pesar de la oscuridad total, le parecio que podia verla sonriendo socarronamente.

– ?Por que tengo la impresion de que tu ya sabes el motivo que origina esas luces?

– No lo se -respondio ella en un tono inocente-. ?Por que?

– Solo es un presentimiento. Yo tambien soy muy bueno leyendo los pensamientos de la gente. Un individuo llamado Clausen me enseno todos sus secretos.

Lexie se echo a reir.

– Perfecto. Entonces ya sabes lo que estoy pensando.

Ella le dio un momento para que intentara averiguarlo antes de inclinarse hacia delante. Sus ojos transmitian una oscura aura de seduccion, y a pesar de que Jeremy debia de estar pensando en otras cosas, nuevamente recordo lo guapa que estaba en la fiesta.

– ?No te acuerdas de mi historia? -susurro ella-. Eran mis padres. Probablemente querian conocerte.

Quiza fuera el tono huerfano que uso cuando pronuncio esas palabras -triste y tierno a la vez- lo que provoco que Jeremy notara como se le formaba un nudo en la garganta; tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no abrazarla con fuerza alli mismo, con la intencion de no separarse nunca mas de ella.

Media hora mas tarde, despues de cargar todo el material en el coche, estaban de nuevo delante de la casa de Lexie.

Ninguno de los dos habia hablado demasiado durante el trayecto de vuelta, y cuando estuvieron frente a la puerta, Jeremy se percato de que, mientras conducia, habia pasado mas tiempo pensando en ella que en las luces. No deseaba que la noche tocara a su fin, todavia no.

Estaba pensando en como insinuarle que lo invitara a entrar cuando Lexie se tapo la boca con una mano y bostezo antes de soltar una carcajada incomoda.

– Lo siento, pero es que a estas horas no suelo estar despierta.

– No pasa nada -respondio el, mirandola fijamente a los ojos-. Lo he pasado estupendamente esta noche.

– Yo tambien -asintio ella.

Jeremy dio un pequeno paso hacia delante. Lexie se dio cuenta de que el pretendia besarla y se puso a manosear la solapa de la chaqueta nerviosamente.

– Bueno, sera mejor que entre -dijo, esperando que el captara la indirecta.

– ?Estas segura? Podriamos ver las grabaciones juntos, si quieres. Quiza podrias ayudarme a averiguar que son realmente esas luces.

Lexie desvio la vista hacia un lado, con una expresion melancolica.

– Por favor, no lo eches a perder, ?vale? -murmuro.

– ?Echar a perder el que?

– Esto… Todo… -Cerro los ojos, intentando ordenar sus pensamientos-. Los dos sabemos que quieres entrar, pero aunque yo tambien lo desee, no te invitare a pasar, asi que por favor, no me lo pidas.

– ?Acaso he hecho algo malo?

– No, que va. Hoy me lo he pasado muy bien, te lo aseguro; ha sido un dia estupendo. Francamente, hacia mucho tiempo que no disfrutaba tanto.

– Entonces, ?que pasa?

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