esta noche, le espera un largo fin de semana.

Jeremy no estaba muy seguro sobre que decir; no le cabia en la cabeza que Doris no fuera una mujer con una salud de hierro. Lexie noto su malestar y sonrio.

– Pero se lo ha pasado estupendamente, de eso estoy segura. Las dos hemos tenido la oportunidad de hablar con mucha gente que hacia tiempo que no veiamos.

– Creia que aqui todos os veiais a diario.

– Asi es. Pero todos andamos muy ocupados, y pocas veces se nos presenta la ocasion de charlar distendidamente. Sin embargo, esta noche ha sido muy especial. -Lo miro a los ojos-. Y Doris tenia razon. La gente te adora.

Jeremy oculto las manos en los bolsillos y se quedo un momento pensativo. Por el modo en que ella lo habia dicho, parecia como si le costara admitirlo.

– Bueno, no deberias estar tan sorprendida. Realmente soy un tipo adorable, de veras.

Lexie hizo una mueca de fastidio, aunque su semblante revelaba que lo hacia mas en broma que con enojo. Detras de ellos, la casa se fue haciendo cada vez mas pequena en la distancia.

– Oye, ya se que no es asunto mio, pero ?que tal te ha ido con Rodney?

Ella dudo unos instantes antes de acabar encogiendose de hombros.

– Tienes razon. No es asunto tuyo.

El busco una sonrisa, pero no vio ninguna.

– La unica razon por la que te lo he preguntado es para confirmar si crees que es una buena idea que huya sigilosamente del pueblo arropado por la oscuridad de la noche, para que el no tenga la oportunidad de retorcerme el pescuezo con sus enormes manos.

El comentario logro que Lexie sonriera.

– No te preocupes; no te pasara nada. Ademas, le darias un enorme disgusto al alcalde si te marcharas sin despedirte. No todos los forasteros son obsequiados con una fiesta como la de esta noche o con la llave de la ciudad.

– Es la primera vez que me dan una. Normalmente suelo recibir cartas declarandome que me odian a muerte.

Lexie se echo a reir. Bajo la luz de la luna, sus rasgos eran impenetrables, y Jeremy recordo lo animada que la habia visto hablando con todo el mundo durante la fiesta.

Llegaron al coche, y el se adelanto para abrirle la puerta. Al entrar, ella lo rozo suavemente, y Jeremy se pregunto si lo habia hecho en respuesta al codazo carinoso que el le habia dado previamente, o si ni siquiera se habia dado cuenta. Despues dio un rodeo hasta la otra puerta y se sento detras del volante; inserto la llave en el contacto, pero dudo unos instantes antes de poner el coche en marcha.

– ?Que pasa? -pregunto Lexie.

– Estaba pensando… -empezo a decir el, sin saber como continuar.

Las palabras se quedaron colgadas en el aire. Ella lo miro insistentemente, mostrando curiosidad.

– ?En que estabas pensando?

– Se que se esta haciendo tarde, pero ?te importaria venir al cementerio conmigo?

– ?Por si te entra miedo?

– Mas o menos.

Lexie echo un vistazo a su reloj de pulsera y suspiro.

Sabia que no deberia ir. Ya habia claudicado demasiado al aceptar ir a la fiesta con el, y pasar juntos las proximas horas significaria ceder todavia mas. Sabia que no podia esperar nada bueno de eso, y no habia ni una sola buena razon para aceptar la invitacion. Pero antes de que tuviera tiempo de arrepentirse, las palabras emergieron de su boca.

– Primero tendria que pasar por casa para ponerme algo mas comodo.

– Me parece perfecto que te pongas mas comoda -dijo el.

– Ya, claro -espeto ella en un tono beligerante.

– Mire, senorita, no vaya tan rapido -solto el, fingiendo estar ofendido-. No le conozco lo suficientemente bien como para pensar en esa clase de confianzas.

– Perdona, pero esa frase es mia.

– Ah, ya me parecia que la habia oido en algun sitio…

– Pues la proxima vez recurre a tu ingenio. Y para que lo sepas, no quiero que te hagas ninguna ilusion sobre esta noche.

– No me hago ilusiones. Simplemente me encanta bromear.

– Ya sabes a lo que me refiero.

– No -declaro el, intentando adoptar un aire inocente-. ?A que te refieres?

– Mira, dedicate a conducir y punto, ?vale? No vaya a ser que cambie de idea y decida no acompanarte.

– Vale, vale -dijo el, girando la llave de contacto-. Uf, cuando te lo propones, puedes ser verdaderamente quisquillosa.

– Gracias. Mas de uno me ha dicho que es una de mis mejores cualidades.

– ?Ah, si? ?Quien?

– ?Te gustaria saberlo?

El Taurus se deslizo lentamente por las calles envueltas en niebla. La luz amarillenta de las farolas unicamente lograba incrementar el lobrego aspecto de la noche. Tan pronto como aparcaron, Lexie abrio la puerta.

– Esperame aqui -le ordeno, aderezandose un mechon de pelo detras de la oreja-. Solo tardare unos minutos.

Jeremy sonrio. Le encantaba verla nerviosa.

– ?No necesitas mi llave de la ciudad para abrir la puerta? Estare mas que contento de prestartela.

– Mire, ahora no empiece a pensar que es usted especial, senor Marsh. A mi madre tambien le concedieron la llave de la ciudad.

– Vaya, ?ya estamos otra vez con lo de «senor Marsh»? Y yo que pensaba que empezabamos a llevarnos bien.

– Y yo empiezo a creer que el recibimiento de esta noche se te ha subido a la cabeza.

Salio del coche y cerro la puerta tras de si en un intento de tener la ultima palabra.

Jeremy se echo a reir, pensando que se parecia mucho a el. Incapaz de resistirse, pulso el boton para bajar la ventana y se inclino hacia la puerta.

– Oye, Lexie.

Ella se dio la vuelta.

– ?Si?

– Ya que seguramente hara frio esta noche, ?que tal si traes una botella de vino?

Ella arqueo las manos sobre las caderas con gracilidad.

– ?Para que? ?Para que puedas emborracharme?

El esbozo una mueca burlona.

– Bueno, solo si te dejas.

Lexie achico los ojos, pero igual que antes, su semblante revelo que lo hacia mas en broma que con enojo.

– Mire, senor Marsh, nunca tengo vino en casa, pero aunque lo tuviera, mi respuesta seria «no».

– ?Nunca bebes?

– No demasiado -contesto-. Y ahora espera aqui -le ordeno senalando hacia la calle-. Me pondre unos vaqueros y saldre rapidamente.

– Te prometo que no intentare espiarte por la ventana.

– Estupendo. Porque si hicieras una tonteria como esa, no me quedaria mas remedio que contarselo a Rodney.

– Huy eso no suena nada bien.

– Tienes razon -reconocio Lexie, intentando adoptar un porte mas severo-. Asi que ni lo intentes.

Jeremy la observo mientras ella caminaba por la calle, plenamente seguro de que jamas habia conocido a ninguna mujer como ella.

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