– Es usted desconfiado, y no se lo reprocho ya que en su profesion es una buena cualidad -contesto DeFargo-, pero no hay nada oculto en mi propuesta. En realidad se quien es usted y que esta preparado para el cargo, y, ademas de eso, el propio Tomas Zubia, con el que tenia una gran amistad, me habia comentado mas de una vez que usted seria su perfecto sucesor. De hecho, la maniobra que acabo de explicarle contaba con el beneplacito de su ex jefe.
Goldsmith, para disimular su turbacion, dio un nuevo sorbo a su vaso de whisky ilegal, mientras rebuscaba en su mente alguna palabra con la que poder contestar a DeFargo sin conseguirlo. Fue su anfitrion quien tras imitarle volvio a tomar la palabra.
– Esta bueno, ?verdad? -dijo sonriente mientras senalaba su vaso-. Si lo desea, dare ordenes para que le envien unas cuantas botellas a su domicilio. Bueno, antes le he dicho que no le iba a pedir nada por impulsar su nombramiento, y eso era cierto en el momento en que su jefe se jubilo, pero en el momento actual las cosas han cambiado de tal manera que me temo que si tendra que hacer algo por mi.
– ?De que se trata? -pregunto Goldsmith.
Curiosamente, las palabras que acababa de pronunciar Cameron DeFargo le habian animado. Si habia una oferta, unas condiciones, podria hablar de tu a tu con su interlocutor, se encontraria en el terreno de los hechos, y ese era un terreno en el que nunca se habia sentido intimidado. Como para reafirmarse en la serenidad adquirida, tomo entre las manos la botella de whisky y lleno de nuevo su vaso.
– Supongo que ya conocera usted la noticia de la muerte de su ex jefe, Tomas Zubia, en Bilbao, la ciudad en la que habia nacido y a la que habia regresado tras su jubilacion.
– Asi es.
– Y sabra tambien como murio.
– En efecto: al parecer fue apunalado por un yonqui. Segun parece, la droga hace estragos en todos los paises y ninguna ciudad esta libre de la lacra de la inseguridad ciudadana.
– ?Eso es lo que usted cree? Yo no estaria tan seguro; por lo menos parece bastante raro que quien ha sobrevivido a dos guerras y a los momentos mas algidos de la guerra fria en primera linea de combate acabe muriendo por culpa de un desgraciado que solo piensa en la heroina.
– Estoy de acuerdo, pero no parece que pueda ser otra cosa. Tomas Zubia nunca, desde que ingreso en la Agencia, se ocupo de asuntos espanoles. Alguna vez me comento que se habia autoimpuesto esa norma para no involucrarse sentimentalmente en los trabajos encomendados, ya que eso disminuiria su rendimiento y podia poner en peligro no solo su vida, sino la de sus companeros. Ademas, y de un modo rutinario, al enterarnos de lo sucedido echamos un vistazo a los asuntos en los que habia estado ocupado antes de su jubilacion y no encontramos nada que le relacionara con Espana.
– No dudo de su eficacia -replico DeFargo-, en caso contrario no se me hubiera ocurrido ofrecerle el puesto de su antiguo jefe, pero a veces conviene fijarse no tanto en lo que esta a la vista como en lo que no lo esta.
– ?Que quiere decir con eso? -pregunto Goldsmith cada vez mas interesado.
Por toda contestacion, DeFargo se levanto de la butaca que ocupaba y acercandose hasta una de las paredes laterales de la estancia retiro un cuadro que representaba al general George Washington subido a caballo. Detras del cuadro habia una caja fuerte. DeFargo, con dedos agiles, manipulo la cerradura y la caja se abrio. De su interior saco unos legajos que traspaso inmediatamente a Goldsmith.
– Admito que al tener aqui esta documentacion he transgredido las normas de seguridad mas elementales y alguna que otra ley federal -comento risueno-, pero como le he explicado anteriormente, los ancianos nos solemos permitir muchas libertades. Por otra parte, puedo asegurarle que este pequeno club es mucho mas seguro que el propio Fort Knox. Pero le ruego que no haga caso a mi estupida chachara y hojee los documentos. Supongo que sabe de que se trata.
– En efecto -contesto Goldsmith-, es uno de los expedientes que de vez en cuando nos transmite la Agencia para la Lucha contra la Droga, la DEA. Cuando a lo largo de sus investigaciones encuentran que algun personaje importante de un pais aliado, preferentemente del mundo de la politica o de la economia, esta involucrado en el narcotrafico, nos suelen pasar el dato por si nos puede servir para nuestro propio trabajo.
– Para hacerles chantaje en beneficio del Departamento de Estado.
– Nosotros no utilizamos esa terminologia, pero la idea es correcta -admitio Goldsmith-. Los documentos que usted acaba de mostrarme son posiblemente copia de unos que nos proporciono la DEA sobre una banda dedicada al trafico de drogas en el norte de Espana, pero en ningun momento consideramos interesante su utilizacion, asi que devolvimos el material a la propia DEA comentandoles que no era necesario que nos siguieran facilitando datos sobre esa red.
– Esa fue la postura oficial, pero lo que usted no sabe es que el propio Tomas Zubia solicito a Alvin Delano, su homologo en la DEA, que con total y absoluto secreto le siguiera teniendo al corriente de las novedades sobre ese asunto.
– No sabia nada de eso -contesto sinceramente sorprendido Goldsmith.
– Me lo imagino, pero estoy en condiciones de asegurarle que lo que acabo de relatarle es totalmente cierto; el mismo Alvin Delano me lo ha confirmado. Es facil comprender que eso lo cambia todo. Si Tomas Zubia volvio a Bilbao, ciudad que no visitaba desde hacia mas de cincuenta anos, movido por la lectura de unas informaciones referentes a una red de traficantes que actuaba en su tierra natal, no es descabellado pensar que su asesinato no fue un desgraciado accidente, sino algo deliberado, y si fue como yo pienso, senor Goldsmith, no quiero que esa muerte quede impune, por dos razones: la primera, por la amistad que nos unia a los dos, y la segunda, porque no acepto que nadie pueda matar a un hombre de nuestros servicios de inteligencia y quedar impune. Supongo que estara de acuerdo conmigo.
– Totalmente -contesto Goldsmith.
– Me alegra que sintonicemos -respondio con semblante alegre DeFargo- porque la mision que quiero encomendarle es precisamente esa. Que investigue las causas de su muerte y, si se confirman mis sospechas, tome las determinaciones necesarias para que el criminal sea castigado. Aunque en estos momentos, como usted sabe, no tengo ningun puesto oficial en la Agencia, he podido arreglar las cosas necesarias para que desde este mismo instante cese en el resto de sus actividades y pueda dedicarse, con la cobertura de costumbre, a esta nueva mision.
DeFargo hizo una pausa para dar un nuevo trago a su vaso y que sus palabras calaran en su interlocutor, y tras limpiarse los labios con una servilleta que llevaba bordadas sus iniciales volvio a tomar la palabra.
– Como desde este momento usted queda liberado de cualquier otro trabajo y asignado a esta nueva mision, considero imprescindible ponerle en antecedentes. Es posible que me extienda demasiado, aunque me imagino que usted ya conoce la tendencia de los viejos a contar batallitas, por lo que le ruego que me disculpe de antemano, pero creo imprescindible retrotraerme a la epoca de la segunda guerra mundial, mucho antes de que usted hubiera nacido, porque si mi tesis es exacta, la muerte de Tomas Zubia esta intimamente relacionada con los sucesos en los que estuvo implicado.
»Es posible que ya conozca el modo en que fue captado para nuestros servicios. Tras finalizar la guerra civil espanola y estallar casi simultaneamente la guerra mundial con la invasion de Polonia por el ejercito de Hitler, Tomas Zubia se incorporo a los grupos de resistentes que colaboraban con los paises democraticos en su lucha contra los nazis y sus aliados. Pronto destaco por su capacidad para el trabajo clandestino y de informacion, en el que se movia como pez en el agua, asi que decidimos incorporarle formalmente a nuestra incipiente organizacion. Como primera medida le enviamos a Nueva York, donde estuvo muy poco tiempo, lo suficiente para realizar un cursillo intensivo como agente especial. Aunque las tecnicas actuales son mucho mas avanzadas que las usadas en nuestra epoca, no fanfarroneo cuando le digo que nuestra preparacion no tenia nada que envidiar a la que se proporciona hoy en dia. Hay que comprender que en tiempos de guerra no se hacen prisioneros a los espias ni se los intercambia, sino que se los fusila directamente despues de haberlos estrujado al maximo para obtener informacion, y si no estas bien preparado pronto pasas a engrosar la lista de cadaveres.
»Tras su estancia en Nueva York su primer destino fue Mexico, aunque ahi no tenia que desarrollar ninguna actividad, solo esperar a que transcurriera el tiempo suficiente para crear la cobertura necesaria para su posterior viaje a Espana, que era el destino definitivo. En Mexico debia hacerse pasar por Javier de Ithurbide, sobrino de un tal Agustin de Ithurbide, millonario hombre de negocios que se hacia pasar por descendiente del caudillo del mismo nombre que, una vez conseguida la independencia, se autoproclamo emperador de Mexico. Por este motivo reivindicaba su derecho a la Corona azteca y habia creado un partido politico para perseguir dicho fin. No dejaba de ser una extravagancia que se le permitia tan solo por su condicion de multimillonario, una de las diez fortunas mas