las sillas de caoba de exquisito tallado que miraban a su escritorio-. El anterior presidente solia decir que el edificio lloraba. Conocia a su padre, por cierto.

Sentado tras su mesa, el presidente Maconi se recosto todo lo que le permitia el sillon de cuero y junto las yemas de los dedos.

– Bueno, ?en que puedo ayudarla, senorita Tolomei?

No se muy bien por que, la pregunta me pillo por sorpresa. Me habia centrado tanto en llegar hasta alli que apenas habia pensado en el siguiente paso. Supongo que el Francesco Maconi que hasta entonces se habia alojado comodamente en mi imaginacion sabia bien que yo iria a por el tesoro de mi madre, y habia esperado impaciente todos aquellos anos para entregarselo a su legitima heredera.

Sin embargo, el verdadero Francesco Maconi no era tan complaciente. Empece a explicarle a que habia venido y me escucho en silencio, asintiendo con la cabeza alguna que otra vez. Cuando al fin deje de hablar, se me quedo mirando pensativo, sin que su rostro revelara conclusion alguna.

– Asi que me preguntaba si podria conducirme a la caja de seguridad -prosegui, percatandome de que habia olvidado lo mas importante.

Saque la llave de mi bolso y la puse sobre su mesa, pero el presidente Maconi se limito a mirarla. Tras un breve e incomodo silencio, se levanto, se acerco a una ventana con las manos a la espalda y contemplo cenudo los tejados de Siena.

– Su madre era una mujer sabia -dijo al fin-. Y, cuando Dios se lleva a los sabios al cielo, nos deja su sabiduria a los que seguimos en la tierra. Sus espiritus perviven, revolotean silenciosos a nuestro alrededor, como lechuzas, con ojos que ven por la noche, cuando usted y yo solo vemos oscuridad. -Se detuvo para comprobar el cristal emplomado, que empezaba a soltarse-. Lo cierto es que la lechuza seria un simbolo perfecto para toda Siena, no solo para nuestra contrada.

– Porque… ?todos los sieneses son sabios? -propuse, no del todo segura de adonde queria llegar.

– Porque la lechuza tiene una predecesora antiquisima. Para los griegos, era la diosa Atenea. Virgen, pero tambien guerrera. Los romanos la llamaban Minerva. En tiempos de los romanos, habia un templo dedicado a ella en Siena. Por eso siempre hemos amado a la Virgen Maria, incluso en la antiguedad, antes del nacimiento de Cristo. Para nosotros, ella siempre ha estado aqui.

– Presidente Maconi…

– Senorita Tolomei -dijo mirandome al fin-, trato de imaginar lo que su madre habria querido que hiciese. Me pide que le entregue algo que a ella le causo mucho dolor. ?Querria ella que se lo diera? -Intento en vano sonreir-. Claro que no soy yo quien debe decidir, ?verdad? Ella lo dejo aqui, no lo destruyo, asi que posiblemente queria que se lo entregase a usted, o a alguien. La pregunta es: ?seguro que quiere tenerlo?

En el silencio que siguio a sus palabras, los dos lo oimos con nitidez: una gota de agua que caia al cubo de plastico en un dia soleado.

Tras llamar a un segundo llavero, el lugubre signor Virgilio, el presidente Maconi me condujo a las grutas mas profundas del banco por una escalera independiente, una espiral de piedra centenaria que debia de llevar alli desde la construccion delpalazzo. Fue entonces cuando entendi que habia todo un mundo bajo Siena, un mundo de pasadizos y sombras que contrastaba fuertemente con el mundo de luz de la superficie.

– Bienvenida a losBottini -dijo el presidente Maconi mientras atravesabamos una especie de gruta-. Este es el antiguo acueducto subterraneo construido hace mil anos para llevar el agua a la ciudad de Siena. Todo esto es arenisca y, aun con las herramientas primitivas de entonces, los ingenieros sieneses fueron capaces de cavar una vasta red de tuneles que llevaban el agua dulce a las fuentes publicas e incluso a los sotanos de algunos domicilios particulares. Ahora, como es logico, ya no se usa.

– Pero ?la gente sigue bajando aqui de todas formas? -pregunte, tocando el aspero muro de arenisca.

– ?Ah, no! -Al presidente Maconi le divirtio mi ingenuidad-. Es un lugar peligroso. Uno puede perderse facilmente. Nadie conoce bien losBottini. Se cuentan muchas historias de tuneles secretos, pero no queremos que nadie ande explorandolos. La arenisca es porosa, ?ve? Se deshace. Y toda Siena se asienta en ella.

Retire la mano.

– Pero este muro… esta reforzado, ?no?

El presidente Maconi me miro, algo avergonzado.

– No.

– Pero ?si esto es un banco! ?No resulta… peligroso?

– Una vez intentaron asaltarlo -respondio arqueando las cejas, ofendido-. Una vez. Cavaron un tunel. Les llevo meses.

– ?Lo consiguieron?

El presidente Maconi senalo la camara que colgaba de un oscuro rincon.

– Cuando salto la alarma, escaparon por el tunel, pero al menos no robaron nada.

– ?Quienes eran? -quise saber-. ?Lo averiguaron?

Se encogio de hombros.

– Unos gangsters de Napoles. No han vuelto.

Cuando por fin llegamos a la camara acorazada, el presidente Maconi y el signor Virgilio tuvieron que pasar simultaneamente sus tarjetas para que se abriese la colosal puerta.

– ?Ve?, ni siquiera el presidente puede abrir esta camara solo -dijo Maconi, orgulloso del dispositivo-. Como suele decirse, el poder absoluto corrompe absolutamente.

En el interior de la camara, las paredes estaban forradas de arriba abajo con cajas de seguridad. La mayoria eran pequenas, pero algunas habrian servido de taquilla en la consigna de cualquier aeropuerto. La de mi madre resulto ser de un tamano intermedio y, en cuanto el presidente Maconi me la senalo y me ayudo a introducir la llave, el y el signor Virgilio tuvieron la delicadeza de salir de la camara. Al poco, oi encenderse un par de cerillas y supe que aprovechaban para fumarse un cigarrillo en el corredor.

Desde que habia leido la carta de tia Rose por primera vez, habia barajado diversas suposiciones sobre el contenido del tesoro de mi madre, y habia procurado moderar mis expectativas con el fin de evitar una desilusion. Sin embargo, en mis fantasias mas secretas, imaginaba un magnifico cofre de oro, sellado y prometedor, como los que los piratas encontraban en islas desiertas.

Mi madre me habia dejado algo parecido. Era un cofre de madera con ornamentos dorados y, aunque no estaba cerrado con llave-no tenia cerradura-, el oxido del cierre impedia abrirlo, y no me permitia hacer otra cosa mas que agitarlo con suavidad para intentar adivinar su contenido. Era del tamano de una tostadora, aunque asombrosamente ligero, lo que descartaba la posibilidad de que contuviera oro y joyas. Claro que habia fortunas y fortunas, y no iba a ser yo quien rechazase unos fajos de billetes de tres cifras.

Cuando nos despediamos, Maconi insistio en llamarme un taxi, pero le dije que no lo necesitaba: el cofre cabia perfectamente en una de mis bolsas de compras, y mi hotel estaba cerca.

– Yo no andaria por ahi con eso -me advirtio-. Su madre siempre tuvo cuidado.

– Pero ?quien sabe que estoy aqui? ?Y que tengo esto?

Se encogio de hombros.

– Los Salimbeni…

Me lo quede mirando sin saber si hablaba o no en serio.

– ?No me diga que perdura la vieja enemistad entre familias! Maconi miro hacia otro lado, incomodado por el tema.

– Un Salimbeni siempre es un Salimbeni.

Mientras me alejaba del palazzo Tolomei, me repeti aquella frase varias veces, preguntandome que significaria exactamente. Al final decidi que era lo unico que podia esperarse de aquel lugar; a juzgar por los relatos de Eva Maria sobre la intensa rivalidad entre contradas en el Palio moderno, las viejas inquinas familiares de la Edad Media seguian vivas, aunque las armas hubiesen cambiado.

Consciente de mi propia herencia Tolomei, imprimi algo de brio a mis andares al pasar delante del palazzo Salimbeni por segunda vez ese dia, para que Alessandro supiera -en caso de que estuviese asomado a la ventana en ese preciso instante- que habia un nuevo sheriff en la ciudad.

Justo entonces, al mirar por encima del hombro para ver si habia quedado bien claro, repare en un hombre que me seguia. Por alguna razon, no encajaba en la escena; la calle rebosaba de alegres turistas, madres con cochecitos y ejecutivos con traje que hablaban a gritos por el movil. Aquel hombre, en cambio, llevaba un chandal

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