Loren no; su piel no se tostaba, su extrana cabellera se volvia aun mas plateada. Eso fue lo primero que le llamo la atencion cuando lo vio salir, junto con dos colegas, de la oficina de la alcaldesa Waldron, y los tres tenian esa mirada de frustracion tipica de cualquiera que acabara de reunirse con la estolida burocracia estatal de Tarna.

Sus ojos se cruzaron un instante. Mirissa dio un par de pasos y entonces, sin saber por que, se detuvo, echo una mirada sobre su hombro y comprobo que el visitante la miraba. En ese instante ambos supieron que sus vidas habian cambiado irrevocablemente.

Esa noche, despues de hacer el amor, le pregunto a Brant:

— ?Han dicho hasta cuando se quedaran?

— Buen momento para preguntarlo — gruno el, casi dormido —. Un ano, tal vez dos. Hasta manana...

Sabia que no convenia hacer mas preguntas. Desvelada, contemplo las sombras de la luna inferior que recorrian velozmente el cuarto, mientras el cuerpo amado que yacia junto a ella se dormia.

Habia tenido relaciones con muchos hombres antes de conocer a Brant, pero desde que formo esta pareja se volvio absolutamente indiferente a los demas. Entonces, ?a que se debia ese brusco interes — queria convencerse de que no podia ser otra cosa — en un hombre a quien habia visto un par de segundos y del cual ni siquiera conocia el nombre? (Claro que esa seria la primera prioridad a la manana siguiente).

Mirissa se jactaba de ser una persona honesta y perspicaz; desdenaba a las mujeres — y hombres — que se dejaban gobernar por sus emociones. Sabia que parte del atractivo de ese hombre residia en la novedad, en la atraccion de un vasto horizonte nuevo. La posibilidad de hablar con alguien que habia conocido las ciudades de la Tierra, que habia presenciado los ultimos momentos del sistema solar y ahora se dirigia hacia nuevos soles era algo maravilloso, que trascendia cualquier fantasia. Una vez mas sintio el hastio provocado por el lento ritmo de vida de Thalassa, y que ni siquiera su felicidad con Brant lograba disipar.

?Felicidad o mera complacencia? ?Que era lo que buscaba en la vida? No sabia si estos forasteros que venian de las estrellas podian darle la respuesta, pero en todo caso iba a averiguarlo antes de que partieran de Thalassa para siempre.

Esa manana Brant fue a ver a la alcaldesa Waldron, quien no lo recibio con su habitual efusividad. Arrojo los restos de su trampa para peces sobre el escritorio.

— Se que ha estado muy ocupada con asuntos mas importantes — dijo —, pero ?que haremos?

La alcaldesa contemplo los cables retorcidos con disgusto. Mareada por la emocion de la politica interestelar, no encontraba facil volver a la rutina de la vida cotidiana.

— ?Que habra pasado?

— No cabe duda de que fue un acto deliberado: mire este cable, lo retorcieron hasta cortarlo. Danaron la red y se llevaron algunos trozos. No creo que nadie en Isla Austral seria capaz de hacer una cosa asi. No tendria motivo, y ademas yo lo descubriria, tarde o temprano...

El silencio de Brant fue mas elocuente que cualquier amenaza.

— ?Sospechas de alguien?

— Desde que inicie mis experimentos con las trampas electricas me he enfrentado a los Conservacionistas y tambien a esos locos, que dicen que la comida debe ser sintetica porque esta mal comer a los seres vivientes, sean animales o plantas.

— Los Conservacionistas tal vez tengan razon. Si la trampa resulta tan eficiente como dices, podrias perturbar el equilibrio ecologico. Eso es lo que les preocupa.

— Si, pero hariamos relevamientos periodicos de la poblacion del arrecife y desconectariamos la trampa si eso llegara a suceder. Ademas, a mi me interesa la fauna oceanica; el campo parece atraerlos hasta tres o cuatro kilometros de distancia. Por mas que los habitantes de Tres Islas se alimentaran exclusivamente de pescado, no hariamos mella en la fauna.

— Si te refieres a los seudopeces locales, tienes toda la razon. Y es una lastima: son tan venenosos que ni vale la pena atraparlos. Ahora, ?estas seguro de que las especies terricolas se han aclimatado? Tal vez tus trampas acaben por liquidarlas.

Brant miro a la alcaldesa con respeto: no era la primera vez que lo sorprendia con una observacion perspicaz. No habia pensado que la alcaldesa no podria haber conservado su puesto durante tanto tiempo si no fuera bastante mas astuta de lo que parecia.

— Me temo que el atun no va a sobrevivir. Pasaran miles de millones de anos antes de que el oceano alcance la suficiente salinidad. Pero la trucha y el salmon se han adaptado perfectamente bien.

— Y ademas son deliciosos, hasta el punto que los Sinteticistas son capaces de dejar de lado sus reservas morales. Aunque en realidad no comparto tu interesante teoria. Esa gente habla mucho pero no hace nada.

— Hace un par de anos soltaron a una manada de vacas de la granja experimental.

— Trataron de hacerlo, querras decir. Las vacas se volvieron solitas a casa. La gente se rio tanto, que no volvieron a hacer nada semejante. No entiendo por que se tomarian tantas molestias con esto — anadio, senalando los cables.

— No es tan dificil: basta salir de noche en un bote pequeno, con un par de buzos. El agua no es muy profunda, apenas veinte metros.

— Esta bien, hare que se investigue el asunto. Por el momento quiero pedirte dos cosas.

— ?Que cosas? — Brant trato de hablar con voz normal y fracaso por completo.

— La primera es que repares la instalacion. Ve al deposito, te daran lo que pidas. La segunda es que dejes de hacer acusaciones hasta que estes totalmente seguro. Si te equivocas, quedaras como un tonto y tendras que disculparte. Si tienes razon, asustaras a los culpables y no podremos atraparlos, ?entiendes?

Brant la miro boquiabierto: la alcaldesa nunca le habia hablado en tono tan mordaz. Junto sus pruebas y se retiro, irritado.

Tal vez su irritacion hubiera sido mayor — o quiza le hubiera causado gracia — si hubiera sabido que la alcaldesa Waldron ya no estaba tan enamorada de el.

El subjefe de ingenieros Loren Lorenson habia causado una profunda impresion en mas de una ciudadana de Tarna.

15 — Terra Nova

No era un nombre muy feliz para el campamento, puesto que recordaba a la Tierra, pero era mucho mas bonito que «Campamento de base» y todo el mundo lo acepto rapidamente.

El conglomerado de construcciones prefabricadas habia aparecido con una rapidez asombrosa: del dia a la noche, realmente. Fue la primera vez que los habitantes de Tarna pudieron ver a los terricolas — mejor dicho a los robots terricolas — en accion, y les causo una impresion inolvidable. Brant siempre habia pensado que los robots eran mas molestia que otra cosa, salvo cuando se trataba de realizar tareas peligrosas o monotonas, pero al verlos empezo a cambiar de opinion. Una elegante maquina de construccion se movia a una velocidad tal que a veces era imposible seguir sus movimientos. Una multitud de pequenos la seguia a todas partes. Cuando algun nino se paraba en su camino, se detenia amablemente y aguardaba a que se apartara. Brant penso que era justamente el tipo de ayudante que necesitaba; si pudiera convencer a los visitantes...

Para el fin de la primera semana Terra Nova era un microcosmos funcional de la gran nave que giraba en orbita mas alla de la atmosfera. Tenia las instalaciones necesarias para alojar comodamente a cien tripulantes y brindarles todos los medios de vida, ademas de una biblioteca, un gimnasio con piscina y un teatro. A los habitantes de Thalassa les encantaron esas instalaciones y no vacilaron en aprovecharlas. Por consiguiente, la poblacion de Terra Nova nunca era inferior al doble de los cien habitantes nominales.

La mayoria de los visitantes — invitados o no — querian ayudar a los huespedes terricolas y brindarles una estadia agradable. A los terricolas les encantaba semejante muestra de amistad, que al mismo tiempo solia dar origen a situaciones embarazosas. Los thalassianos eran gente insaciablemente curiosa, y ademas desconocian el concepto de la intimidad. Mas de uno se ofendia al ver un cartel de «Por favor no molestar», lo cual daba lugar a problemas interesantes...

— Ustedes son oficiales superiores y adultos sumamente inteligentes — habia dicho el capitan Bey en la

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