vez.

– ?Se pregunta como le empujare? Asi, -me mostro en su palma algo que parecia una cajetilla de cigarrillos con un extrano brillo lila, metalico, en su tapa. En el otro lado parecia haber unos botones planos.

– Gracias -dije-. Pero acabo de apagar uno.

– No es una pitillera -me corrigio pedantemente, al tiempo que ocultaba de nuevo el objeto en su bolsillo, como si temiese que yo le fuera a dar una mirada mas escrutadora-. Si tuviera que compararlo con algo, lo haria con un reloj.

– Pero no he visto ni esfera ni agujas -dije causticamente.

– No mide el tiempo: lo crea.

Su extrano aire de triunfo no me convencio. Todo estaba muy claro: el genio solitario, inventor del perpetuum mobile, el cientifico loco de las novelas de Taine. Me habia encontrado con algunos de su especie en la oficina de mi periodico en Varsovia. Pero Leszczycki no se fijo en mi involuntaria y esceptica sonrisa. Mirando a algun punto inconcreto a traves de mi, parecio pensar en voz alta:

– ?Que es lo que sabemos acerca del tiempo? Algunos lo consideran una cuarta dimension, otros una sustancia material. Es extrano. La paradoja de Einstein y el repiqueteo de un despertador por la manana son incompatibles. Y continuaran siendolo durante mucho, hasta que el tiempo nos revele sus secretos. ?Es arbitrario o determinado, continuo o irregular, finito o infinito? ?Tiene un principio, o nuestro pasado es tan ilimitado como nuestro futuro? ?Y hay un cuanto de tiempo, como lo hay de luz? Es en este punto en el que divergi del gran Einstein. Fue en este punto cuando hasta Gordon, atrevido entre los atrevidos, aullo: «?Es demasiado loco, Leszczycki, demasiado loco para ser cierto!»

– Y, ?no cree, senor Leszczycki? -trate de interrumpir aquel monologo que para mi resultaba casi incomprensible. Pero Leszczycki me corto de inmediato, mirandome como alguien que ha sido despertado inesperada y rudamente:

– Perdoneme, Wacek, me habia olvidado de usted. ?Estudio alguna vez matematicas?

Murmure algo acerca de logaritmos.

– Eso es lo que imaginaba. No se preocupe. Tratare de explicarselo dentro de sus limites. Representamos la esencia fisica del espaciotiempo de una forma muy simplificada. Es mas complejo de lo que parece. Si la cadena de los acontecimientos en el tiempo, no solo en el mundo sino en la vida de cada individuo, fuera representada por algun tipo de linea convencional en el espacio tetradimensional, entonces a cada punto a lo largo de esta linea los acontecimientos y el tiempo se bifurcarian, cambiando y variando a lo largo de una infinita variedad de senderos, y en cada punto de esas bifurcaciones se volverian a bifurcar de nuevo en diversos sentidos, y asi indefinidamente. Es como un arbol. ?Quien puede saber en que hoja aparecera la gota de savia que se alza del suelo?

– ?Quiere decir que la victima podria escapar del asesino, o el general evitar la batalla, si pasasen a una diferente rama del tiempo en un momento determinado? Debe estar usted bromeando, senor Leszczycki.

Pero Leszczycki no estaba bromeando.

– No cabe duda -insistio-. Solo hay que hallar el punto de bifurcacion.

– ?Y quien puede hacer eso?

– Yo puedo hacerlo, un poco. ?No le interesa saber por que puedo hacerlo?

– No ?Por que un poco?

– La reconstruccion del tiempo hasta en la escala de un ano es un proceso complejo. Se necesita una gran cantidad de energia: millares de millones de kilovatios, y yo he tenido que trabajar como un alquimista, mas o menos como el solitario psicopata cientifico que sin duda ha imaginado usted. Asi que, por el momento, solo he hecho un selector. Naturalmente, este termino es solo aproximativo, pero el aparato tiene una funcion selectiva: selecciona el sector de bifurcacion en donde comienza el sistema de lectura diferente. Tiene una capacidad de no mas de una hora, a veces incluso menos, depende de la intensidad de cada tiempo, y es de acuerdo con esa intensidad como se ajusta el selector, puede escoger de todas las variantes de su futuro proximo la media hora, o la hora, mas intensa.

– ?Y luego?

– Uno regresa al punto inicial. El aparato no esta adecuado para utilizar mayor energia. Naturalmente, con las fuentes de energia de que dispone, digamos, la fisica nuclear, podria reconstruir el tiempo en la escala de un siglo ?Y quien me iba a dar esos medios?, se preguntara usted. Probablemente el Pentagono me los daria. Y Hitler hubiera dado media Europa por esa posibilidad en el cuarenta y tres. Y cuando los Rockefeller comprendiesen sus implicaciones, me convertirian en un dios. Pero en ese punto yo digo francamente «no», y cierro la tienda. La humanidad aun no es lo bastante adulta para tal regalo.

– Pero estan los Estados socialistas -dije.

– ?Para que iban a querer reconstruir el futuro? Lo estan construyendo por si mismos, basandose en las premisas racionales de la realidad.

– Bien, siempre esta el interes de la ciencia -apunte, tratando de aplacarlo un poco.

– Que en ninguna forma es compatible con el interes del comercio. Imaginese los anuncios: «Tiempos paralelos. Todas las variedades del futuro. Regreso garantizado» ?No! Haganselo ustedes mismos. No fue por eso por lo que me pase diez anos en los bajos fondos cientificos.

Un borracho miro desde la calle, y comenzo a tocar su armonica: no una cancion, ni siquiera una melodia, sino simplemente la escala. La toco una y otra vez, hasta que Anthony le grito que aquello era un bar y no el Carnegie Hall, ante lo cual se silencio la escala.

– El gran Stokowsky comparo en cierta ocasion una escala a una escalera ascendida por un sonido camaleon. Si lo desea, puedo modular su siguiente media hora escala arriba. ?De acuerdo?

– ?Vale la pena? -dije, haciendo una mueca-. ?Que es lo que puede pasar en la proxima media hora?

No contesto. Nos quedamos en silencio, yo con la intencion secreta de sacarmelo de encima, el con una inexplicable hosquedad comprimiendo sus labios casi exangues ?Timador o loco? Lo mas probable es que fuera lo ultimo.

Unos diez minutos mas tarde nos vimos atrapados por una lluvia de una tal intensidad biblica que apenas si logramos llegar al refugio de un alero situado sobre una escalera de piedra que descendia hacia una tienda de verduras semisubterranea.

Mire mi reloj: eran las diez menos cinco. Por habito, me lo lleve al oido. Todavia funcionaba.

– Aun sigue lloviendo -murmuro Leszczycki-, y no hay taxis.

– Alguien viene -dije, atisbando por entre la cortina de agua.

Dos puntos de luz aparecieron girando la esquina, atravesando como dos focos gemelos las cataratas de lluvia: los faros de un coche color amarillo brillante.

– ?Hey! -grite, saliendo de debajo del alero-. ?Aqui!

– Esto no es un taxi -dijo Leszczycki. Pero el coche freno y, lentamente, siguio avanzando a lo largo de la acera. No se detuvo, simplemente se abrio un poco una ventanilla, y por la rendija aparecio el oscuro canon de un arma.

– ?Al suelo! -grito Leszczycki, tirando de mi. Pero ya era demasiado tarde: las dos rafagas del arma automatica fueron mas rapidas. Algo me golpeo con fuerza en el pecho y en el hombro, derribandome contra el pavimento. Leszczycki se habia doblado de una manera extrana, y estaba cayendo lentamente a una posicion sentada, como si sus articulaciones, rigidas, ofrecieran resistencia.

La ultima cosa que vi fue la mancha roja en su rostro, alla donde antes habia estado la boca.

Unos zapatos con protecciones metalicas resonaron sobre el pavimento.

– Uno de ellos aun esta con vida -dijo alguien.

– De todas maneras morira, pero no son ellos.

– Ya lo veo.

La bota con refuerzo metalico me golpeo en la cabeza. No note el dolor. Algo se habia roto en mi cerebro.

Luego oi la voz de alguien:

– Es otro de los trucos de Elzbeta.

– Me gustaria ocuparme de ella.

– Ve a decirselo a Copecki.

No oi mas. Todo se apago. Las voces y la luz.

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