vivo, pero habia vivido situaciones peores. Por ejemplo, se acordo de una ocasion en que se encontraba colgado de una torre de perforacion del mar del Norte cubierta de hielo mientras le disparaban. Para el, esa era ahora su imagen del infierno, y cuando le llegara el momento de la muerte se acordaria que en ese entonces habia tenido su parte de eternidad. En comparacion, encontrarse abordo de un yate averiado de catorce metros de eslora, con unas cuantas costillas rotas y en compania de una fastidiosa modelo de ropa interior y su fastidioso perro no significaba nada. En realidad, unas pequenas vacaciones en el Caribe era justo lo que necesitaba.

CAPITULO 3

Vestida solamente con el sujetador realzador de senos, el Cleavage Clicker, patentado por ella misma, Lola asomo la cabeza a la puerta del bano y miro alrededor. Dirigio la vista desde la puerta cerrada del camarote hasta el vestido azul que se encontraba encima de la cama del camarote. Se habia olvidado de llevarse el vestido al bano. Echo un vistazo al ojo de buey y, al no ver ningun par de ojos azules que le devolvieran la mirada, corrio a un lado de la cama y rapidamente paso los brazos por las mangas del vestido. Era una pesadilla de vestido, estampado con manojos de cerezas, platanos amarillos y uvas verdes. Parecia que alguien lo hubiera manchado en un puesto de frutas, o con ensalada de ambrosia, ese mejunje que su abuela llevaba a las familias que tenian algun ser querido que acababa de «pasar a mejor vida».

Se abrocho el vestido por encima del sujetador rosa. El Cleavage Clicker era uno de sus primeros disenos y en su momento habia supuesto una revolucion en comodidad y sujecion. Las ventas del primer ano habian superado las previsiones en un veintiseis por ciento y todavia era su mayor fuente de ganancias. Estaba confeccionado con suave raso festoneado y bordado con encajes, y no solo era comodo sino que ofrecia tres posibilidades de realzar los pechos. Por supuesto, tan pronto como aparecio en el primer catalogo, lo imitaron por todo el mundo.

Sin embargo, en esos momentos realzar el escote era lo ultimo que queria, pero con ese vestido tan ajustado al pecho dificilmente podia evitarlo. Cuando termino de abrocharse, saco del bolso el cepillo para el pelo. Se lo desenredo con cuidado y se hizo una trenza. Lo tenia aspero a causa de la sal marina. Habria dado cualquier cosa por tomar un bano, un autentico bano con agua y jabon, pero no se atrevia. No con el «bueno de Max» a bordo.

Se habia lavado los dientes y parte del cuerpo con el agua de la botella. Tambien habia lavado las braguitas rosas y las habia tendido en la barra de la ducha. Penso que si no levantaba los brazos, nadie se daria cuenta de que no las llevaba. «Nadie» significaba «Max».

Ademas de ladron, ese tipo podia ser tambien un asesino. Se preguntaba por que no se sentia aterrorizada por ello. Quiza porque, aparte de atarla y magullarle las munecas, no le habia hecho ningun dano. Y penso que si no la habia matado despues de que ella lo amenazara con la pistola de bengalas y prendiese fuego al cuadro de mandos, a estas alturas ya no lo haria.

A pesar de todo, le tenia un poco de miedo. Incluso con la cara llena de heridas y el cuerpo destrozado, Max era mas fuerte que ella. Se sentia un poco mas segura con el cuchillo de pescado. Pero, mas importante que el miedo que tenia, era la rabia y la impotencia que le iban creciendo por dentro. Ahora que lo pensaba, «rabia» era una palabra demasiado suave para definir lo que sentia respecto a el y a la situacion en que el la habia metido. No importaba que, probablemente, el no hubiera tenido la menor intencion de mezclarla en sus problemas. De cualquier forma, lo habia hecho y ahora ella se encontraba alli frente a la posibilidad real de que ella y Baby murieran en medio del Atlantico. La conversacion que habia mantenido con el por la manana habia sumado a la preocupacion de morir de hambre o deshidratacion la de perecer a manos de esos senores de la droga que habian apaleado a Max.

En esos momentos se preguntaba si utilizar el espejo de senales serviria para salvar la vida o para sufrir un destino peor que el de morir de hambre. Aun asi, fuera como fuese, tenia que intentarlo. No cabia duda de que los Thatch habrian denunciado la desaparicion del barco, y seguro que alguien se habria dado cuenta de que ella tambien habia desaparecido. Debian de estar buscandola en esos momentos.

Por lo tanto, debia arriesgarse y atraer a alguien, ya fuera un senor de la droga o un guardacostas. Haria senales hasta que alguien la sacara de ese maldito yate.

Lola registro el camarote en busca de crema de proteccion solar y la encontro en el bano. Se embadurno por todo el cuerpo, y se aplico una doble capa en el cuello y la cara. Luego busco unas sandalias, ya que la noche anterior, en algun momento, habia perdido las suyas. Solo encontro un par de zapatillas de lona que decidio no ponerse.

Con la cabeza ladeada, estudio su imagen en el espejo de las puertas del bano. Ademas de ser horroroso, ese vestido debia de pertenecer a Dora Thatch, una mujer doce centimetros mas baja que ella y que pesaba trece kilos mas.

Le venia grande a la altura de las caderas, aunque le apretaba el busto.

Los botones se le abrian por delante del pecho, y la falda le llegaba a medio muslo, incluso con los brazos bajados. Pero lo mas inquietante era el manojo de fresas estrategicamente estampadas sobre la entrepierna, como una gran hoja de parra.

De repente, oyo que, fuera, Baby se ponia a ladrar histericamente y el corazon le dio un vuelco. Cogio los prismaticos y el espejo y salio del camarote.

No fue hasta que llego a la cubierta de popa, ante el interminable oceano azul, que se dio cuenta de que habia corrido con la esperanza de ver a la guardia costera aproximarse a toda velocidad. Esa esperanza se le marchito en el pecho y le cayo al fondo del estomago.

Baby, a popa, tenia la mirada clavada en la plataforma de bano. Soltaba ladridos tan fuertes que lo levantaban del suelo. Lola se acerco al banco y miro hacia abajo. Ante ella se abria una magnifica vista de Max totalmente desnudo. Era obvio que no tenia ningun pudor ni el menor reparo en banarse delante de ella.

Max lanzo un cubo atado a un cabo al mar, lo saco y se echo el contenido por encima de la cabeza. El agua le corrio por el cabello negro y le salpico los anchos hombros, se deslizo por encima de los bien definidos musculos dorsales y por la columna. Las gotas le resbalaron por las nalgas y por la parte trasera de los muslos hasta los pies. Max sacudio la cabeza, rociando agua en todas direcciones.

Lola dio media vuelta, sintiendose un poco culpable de haber mirado. Solo Dios sabia como se ganaba la vida ese tipo y que pecados habia cometido, pero era innegable que tenia un cuerpo de los que aparecian en las revistas de deportes, o en los calendarios de desnudos.

Incluso con la cara llena de moratones y con su evidente propension al crimen, era el tipo de hombre que lograba que las mujeres sacaran pecho e hicieran caso omiso de los signos de peligro, como unos nudillos peludos o unos tatuajes carcelarios.

Lola, que no era tonta ni debil, tampoco se sentia atraida por hombres que la retenian contra su voluntad y amenazaban a su perro. Echo un ultimo vistazo por encima del hombro a tiempo de ver a Max enjabonandose los sobacos. No tenia ningun tatuaje, pero Lola no podia menos que admitir que tenia un culo estupendo. Para ser un criminal.

Se sento en el banco y dirigio su atencion a los restos quemados del puente de mando. Durante la conversacion que habian mantenido antes, Lola no habia podido evitar fijarse en la firmeza de su pecho y sus brazos. Era dificil no apreciar esos musculos a pesar de que estuvieran cubiertos de moratones y de un corto vello negro. Lola habia trabajado muchos anos con modelos masculinos, y sabia que un cuerpo como ese solo se conseguia con mucho trabajo y dedicacion.

Cuando se quedo ronco de tanto ladrar, Baby tiro la toalla y salto al regazo de Lola. Ella le ajusto el collar y lo acaricio. ?Habia sido tan buen chico durante toda aquella pesadilla! Cuando los rescataran, lo llevaria a su lugar favorito, el balneario canino, para que lo mimaran y lo hicieran sentir como un gran danes. Cuando llegaran a casa, ella tambien se mimaria. Una mascarilla corporal de hierbas y un buen masaje muscular le vendrian de perlas.

Con los prismaticos y el espejo en una mano, y con el perro en la otra, subio las escaleras hasta el puente de mando en busca de sus sandalias. Encontro una en el rincon y la mitad de la otra al lado del cuadro de mandos, pero el talon estaba roto, y la punta quemada. Las dejo donde estaban y se llevo los gemelos a los ojos.

Вы читаете Lola Lo Revela Todo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×