– Ya te dije por la noche que he requisado el yate, y que esto no es un secuestro.

Lola se encogio de hombros.

– Eso dijiste, pero aqui estoy. Retenida contra mi voluntad en un barco que no te pertenece. No se de donde eres, pero creo que en la mayoria de paises del mundo esto constituye un delito.

Max levanto el brazo y se apoyo en la regala para incorporarse. Cuando consiguio ponerse de pie, Lola dio un paso atras.

– Si no hubieras pegado fuego al timon, ahora estarias en Florida, comoda y a salvo, sin ninguna preocupacion excepto la de que pedir para desayunar. O te encontrarias camino de Washington, donde por lo menos un general te lameria el culo y se disculparia en nombre de Estados Unidos de America. En lugar de eso, te pusiste histerica y lo jodiste todo.

– ?Yo!

– Ahora estoy atrapado en el Triangulo de las Bermudas durante la estacion de los huracanes en compania de una modelo de lenceria y de un perro enclenque.

Tal como lo decia, parecia que todo fuera culpa de ella. El enfado sustituyo al miedo, y Lola le apunto con el indice.

– Eh, un momento. Nada de todo eso esculpa mia. Yo estaba durmiendo cuando tu reptaste hasta el barco y «nos requisaste» a Baby y a mi.

– Mas bien estabas inconsciente. Hice ruido como para despertar a un muerto.

Max emitio un gemido y se sujeto el costado con la mano.

– No estaba inconsciente. Estaba muy cansada -se defendio, aunque en realidad no le importaba lo que el pensara.

– Y yo estoy al mando del yate, no de ti -dijo el-. Tu no tenias que encontrarte aqui. -Ella abrio la boca para replicar, pero el continuo-: Y tampoco estas secuestrada.

– Entonces, ?que hago aqui?

– En confianza, creo que estas aqui para fastidiarme.

Baby dio por concluida su actitud amenazadora y se acerco a Lola. Ella lo sostuvo entre sus brazos. Ni siquiera se preocupo de contestarle; en lugar de eso, dio media vuelta y lo dejo solo en el puente de mando. Tenia preocupaciones mas importantes que discutir con un secuestrador desquiciado.

Debia de haber una forma de alertar a un barco de rescate, reflexiono mientras entraba en la cocina y rebuscaba por todas partes hasta encontrar una caja de barritas de cereales en uno de los armarios. Eligio una de miel, con nueces para ella, una de canela para Baby y se sentaron ala pequena mesa. Habria matado a alguien por conseguir una taza de cafe, y eso le hizo acordarse del cuchillo en la funda de cuero. Seguro que el se lo habia quitado mientras dormia. Queria recuperarlo. Mientras daba cuenta del desayuno, Max entro en la cocina llenando por completo el espacio con sus anchos hombros y sus malas vibraciones.

– ?Tienes mi cuchillo? -aprovecho para preguntarle Lola.

– Si. -Max destrozo la caja de barritas de cereales y contesto-: Lo recupere.

– Lo necesito.

Max abrio una barrita de nueces y pasas con miel y miro a Lola.

– ?Por que? -pregunto.

– Simplemente lo necesito -insistio ella.

– ?Es que vas a apunalarme por la espalda cuando no me de cuenta?

– No.

Max la miro con esos ojos azules mientras sacaba el cuchillo que llevaba a la espalda.

– Seguro que no -dijo, y dio un paso hacia ella.

Lola se apreto contra el respaldo y el deposito el cuchillo encima de la mesa.

– ?Puedes dejar de hacer eso?

– ?A que te refieres?

– A pegar saltos como si estuviera a punto de atacarte.

– No la hago -repuso Lola, pero sabia que lo hacia. El le daba miedo, no habia ninguna duda de ello. Calculo que debia de medir, por lo menos, un metro noventa. Con la cabeza casi tocaba el techo, y sabia por experiencia que tenia musculos fuertes.

– Si quisiera hacerte dano -dijo Max-, ya lo habria hecho.

Lola no dijo una palabra. Solamente agarro el cuchillo y se lo puso en el regazo.

– Y si de verdad quisiera hacerte dano, ese cuchillo no me lo impediria.

Ella le creyo, pero por si acaso no lo solto.

– ?Te hice dano, ayer por la noche?

Se trataba de una pregunta retorica, pero aun asi ella contesto:

– Si.

Max mordio la barrita de cereales y pregunto:

– ?Donde?

Lola le enseno las munecas, mostrandole las ligeras marcas moradas que habian dejado sus dedos en la piel. El se inclino para observarlas mejor y Lola aguanto la respiracion, preparandose por la que el pudiera hacer. De momento se mostraba amistoso, pero no confiaba en su humor.

– Bah, esas marcas son tan pequenas que no cuentan. -Se incorporo de nuevo y se introdujo el resto de la barrita en la boca. La miro mientras masticaba, con expresion seria, y se encogio de hombros-. Eres demasiado blanda.

– ?Estas echandome la culpa de nuevo?

En lugar de contestar, Max saco otra barrita de la caja.

– No hace falta que agarres el cuchillo con tanta fuerza. No voy a violarte.

?Un criminal con escrupulos? Lola no se sintio mas segura y siguio agarrando el cuchillo con fuerza.

– Nunca he obligado a una mujer a estar conmigo -agrego el.

Ella no hizo ningun comentario, pero enarco una ceja, como expresando sus dudas.

Max rompio un trozo de barrita y se lo echo a Baby, que lo pillo al vuelo.

– Nunca lo he necesitado -continuo-. Puedes desnudarte y andar en pelotas, que el viejo Max no sentira nada en absoluto.

– Muy amable.

Baby se puso a masticar el trozo de barrita de cereales.

– Soy un chico encantador. -Max consiguio esbozar una sonrisa y echo un vistazo en direccion al salon.

Exacto. Y las medidas de ella eran 90-60-90.

– ?Funciona la radio? -pregunto Lola.

Por toda respuesta el rio en silencio y replico con otra pregunta:

– ?Es tuyo este yate?

– No.

– ?De tu novio?

– No.

– ?Por que no me dices quien me ha facilitado el yate? -insistio Max.

– ?Por que tendria que decirte nada?.

El cruzo los brazos sobre su enorme pecho y se apoyo en el canto de la mesa de cocina.

– Cuando sepa de quien son los papeles de propiedad, podre decirte con bastante exactitud cuanto tardaras en ser rescatada.

– Mel Thatch -contesto Lola sin dudarlo-. Es el propietario de Dolphin Cay, la isla donde he pasado las vacaciones.

Max la observo con detenimiento.

– Nunca oi hablar de el. ?Es algun famoso?

– No.

– ?Quien te espera en Dolphin Cay? ?Un Kennedy, un Rockefeller, un apergaminado y viejo millonario?

Lola nunca habia salido con un apergaminado y viejo millonario.

– No. No estoy saliendo con nadie en este momento.

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