– Le tiene carino a su abuelo.

– Supongo…

Bill miro las emociones reflejadas en la cara de la joven, que indicaban su confusion. Era comprensible. Mike era un medico guapisimo, con una sonrisa que derretiria a cualquier chica, un perro adorable y una presencia que volvia locas a las enfermeras de Bill.

Pero aquella chica era diferente. A Bill se le ocurrio una idea. Bueno, bueno, bueno…

– ?Le gustaria recorrer el hospital? -pregunto inocentemente. Estaba ocupado, pero algo le decia que tenia que conocer a aquella chica.

Tess se ducho y se vistio, luego exploro el pequeno hospital.

Tenia quince camas, ocho de internacion y siete para casos graves. Era un pequeno hospital del desierto: eficiente, escrupulosamente limpio y era obvio que lo dirigian fantasticamente. Era casi nuevo y el hombre que se presento como Enfermero Jefe se lo enseno con placer.

– Todo es gracias al doctor Mike -dijo Bill Fetson con evidente orgullo mientras le mostraba a Tess el pequeno quirofano, que la dejo boquiabierta. Aquellas instalaciones eran mas propias de un hospital escuela de una gran ciudad.

– Mike utilizo con los politicos todos los medios legales, y apuesto que algunos ilegales tambien, para conseguir este lugar, y practicamente empujo a la comunidad para que consiguiera los fondos. Ahora tenemos este hospital. El valle nunca habia tenido un servicio medico como este.

– ?Cuanto hace que el esta aqui? -pregunto Tess.

– Tres anos, pero en realidad, lleva mucho tiempo mas. Mike nacio en el valle y lleva luchando por esto desde antes de terminar la carrera de medicina.

– Y… -habia tantas cosas que ella no comprendia-?Siempre ha tenido a Strop?

– Strop fue un accidente -sonrio Bill-. Mike tiene un Aston Martin, el coche mas moderno de toda la comarca. Cuando el vendedor se lo mostraba a Mike, no pudo frenar en una curva y atropello a Strop, que cruzaba la carretera. Y entonces, la duena dijo que total, como era un perro estupido, que le pusieran una inyeccion letal. Ya sabe que el Aston Martin es un biplaza, asi que mientras el vendedor lo llevaba al veterinario, Mike lo tuvo en su regazo todo el viaje, asi que cuando llegaron, no hubo caso de meterle una inyeccion. Asi que en una misma tarde Mike se hizo con el coche mas elegante y el perro mas bobo de la cristiandad.

– Me esta tomando el pelo.

– De ningun modo. Y, crease o no, es un perro fenomenal -la sonrisa de Bill se amplio-. Los pacientes lo adoran y todo el mundo sabe que cuando Mike hace una visita, tambien va Strop -hizo una pausa y se puso mas serio-. ?Y usted? Tengo entendido que se la podria considerar lugarena tambien. Yo no soy del valle, pero Mike dice que usted es la nieta de Henry Westcott. Y tambien dice que es medico…

La miro con ojos interrogantes, pero no formulo mas preguntas. Todavia no.

Finalmente, cuando acabaron el recorrido, Bill la llevo a una reluciente cocina y le presento a la senora Thompson, la cocinera del hospital, y la dejo alli para que comiese. La mujer le preparo encantada una comida.

Realmente la necesitaba. Tess comio el pastel de carne con patatas fritas y ensalada y se bebio dos grandes vasos de leche. No recordaba cuando habia sido la ultima vez que habia comido. Quizas habia picado algo en el avion, pero hacia tiempo de ello, le dijo su estomago.

Tess se sintio satisfecha por el momento, pero pregunto delicadamente si podria llevarse algo de comida a la granja. Se sentia realmente culpable por llevarse al doctor, con la cantidad de trabajo que tendria. Un solo medico para el tamano de ese hospital estaria corriendo de aqui para alla todo el dia. La senora Thompson sonrio.

– Me parece una idea estupenda -le dijo, poniendo una cesta de pic-nic sobre la mesa-. El doctor Llewellyn casi nunca para para comer y a veces se salta la comida si uno no le insiste un poco. O eso, o se come seis tostadas y tres huevos fritos a medianoche, que es lo que hace generalmente. No, querida, le pondre suficiente comida para alimentar a seis, incluyendo comida para el perro ese que tiene, si me promete que le hara comersela.

– ?Trabaja demasiado? -pregunto Tess con cautela.

– Lo llevan los demonios -dijo la mujer, sacudiendo vigorosamente la cabeza-. Se ira a la tumba pronto, si sigue asi -luego su mirada se dulcifico-. Pero usted tiene preocupaciones mas graves que el doctor Mike. Oh, querida, lamento tanto lo de su abuelo. Solo espero… que el fin haya sido rapido.

– Gracias -respondio Tess debilmente. No sabia que otra cosa decir.

Mike la paso a buscar una hora mas tarde.

Cuando entro en la habitacion, se quedo asombrado ante la transformacion. Habia visto a Tess ensangrentada, cansada y dolorida, no como estaba entonces.

Tess era una belleza. Se habia dado cuenta la noche anterior y tambien al verla dormida con la bata de hospital. En realidad, lo pensaba cada vez que la miraba.

No era una belleza clasica, sin embargo, era preciosa. En vaqueros, parecia toda piernas. O toda ojos, segun donde se mirase. Su rostro tenia esa piel palida y delicada de las pelirrojas y como venia del invierno americano, apenas unas pecas le adornaban la nariz. Tenia la boca como un capullo, la nariz respingona y la cara era casi toda ojos, su verdor enmarcado por el rojo dorado de su cabello.

Era delgada, aunque no tanto, penso Mike. Era justo… pues, estaba bien hecha. Era delgada donde era importante y no lo era donde era mas importante todavia. Esos vaqueros y esa camiseta ajustada revelaban su figura a la perfeccion.

Mike tuvo que contenerse para no silbar.

– ?Provisiones, doctora Westcott?, ?no te han dado bien de comer en el hospital? -sonrio, levantando la cesta.

– La senora Thompson me ha dado de comer lo suficiente como para un batallon -le aseguro-, pero no me sorprenderia si sintiese la necesidad de comer pronto. Siento que tengo hasta los dedos de los pies huecos.

– ?No hay anorexia, entonces? -sonrio el- Estupendo. Me alegro de que tengas buen apetito.

– ?Quieres una cura para la anorexia? -dijo ella- Acaba de ocurrirseme. Metes a una chica en un avion durante treinta y seis horas con comida de avion y el estomago constrenido por el miedo. Luego la arrojas entre un monton de cerditos y le dislocas el hombro. Despues la haces dormir quince horas y listo: tienes una chica con buen apetito. ?Magia, doctor Llewellyn! Creo que escribire un articulo sobre este tratamiento maravilloso para una de nuestras prestigiosas revistas de medicina.

– Te haras famosa.

– Ya lo se -dijo ella, batiendo las pestanas para aparentar modestia.

?Dios Santo! Le sonrio, y ella lanzo una carcajada. Y cuando Tess Westcott sonrio, el sintio que un calor le subia desde los pies.

– De acuerdo, Tess -le dijo finalmente, solo un ligero titubear indicando lo que sentia-. Estas descansada y has comido. ?Te sientes con fuerzas para enfrentarte a la granja?

– Estoy lista -respondio Tess, asintiendo con la cabeza.

– Venga, pues, Strop nos espera en el coche. Vamos.

Mike pudo observar como la determinacion reemplazaba la risa en sus ojos. ?Cielos, que valiente era! Sabia perfectamente con lo que se podrian encontrar.

?Que pedazo de mujer!

Y, de repente, no estaba seguro en lo mas minimo de estar preparado para pasar cierto tiempo con ella. Algo dentro de si le decia que tendria que salir corriendo.

Pero habia algo mas que le decia que se quedase.

La granja estaba horrible. Hasta Strop, que habia hecho la mitad del viaje sentado sobre la palanca de cambios y la otra mitad donde realmente queria, es decir sentado en el regazo de Tess con la cabeza asomando por la ventanilla y las orejas flameandole, parecia deprimido.

Primero hicieron una visita de cortesia a Doris. La cerda estaba demasiado ocupada con sus ocho bebes para notar su presencia. Mike observo que Jacob habia seguido las instrucciones que le diera por telefono esa manana y el animal tenia comida y agua. Por el momento, no necesitaba nada mas, excepto,

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